El ganador de las presidenciales guatemaltecas deberá sentar las bases de un Estado más moderno, una lucha compleja, dicen analistas. Sin embargo, no es imposible si consigue jugar bien sus cartas.

Hay triunfos que pesan. Y el de Bernardo Arévalo en las elecciones presidenciales de Guatemala es uno de ellos, porque conlleva una enorme responsabilidad, además de una carga histórica.

Varias veces durante la campaña habló de su papá, Juan José Arévalo, el primer presidente democrático de ese país centroamericano (1945-1951). Algunas veces, se le ha quebrado la voz al mencionarlo.

Como él, llegó al poder aupado por una enorme ola de simpatía y fe en esa tierna planta llamada democracia. También Arévalo, el hijo, despierta enormes esperanzas, que serán muy difíciles de cumplir por el contexto político de Guatemala, donde todavía dominan las viejas estructuras corruptas, advierten expertos a Deutsche Welle.

“Las expectativas son enormes y no las va a poder cumplir todas”, advierte el analista político Walter del Cid. “Además, Juan José Arévalo tuvo toda la institucionalidad a favor suyo, Bernardo la tiene toda en contra, porque él representa un riesgo enorme para el pacto de corruptos”, dice el también asesor político.

Corruptos y monopolios, los grandes frenos

Según un estudio de la Global Financial Integrity, el costo de la corrupción en Guatemala se calcula en hasta 30 mil millones de quetzales (3 mil 800 millones de euros).

Entre los principales métodos que utilizan funcionarios, legisladores, alcaldes, empresarios y otros actores corruptos para succionar recursos del Estado en beneficio propio están las facturas falsas, contratos preferenciales a sobrecosto, salarios dobles y contrataciones fantasma.

Seguidores de Arévalo celebraron el triunfo del candidato de Semilla
Seguidores de Arévalo celebraron el triunfo del candidato de Semilla | Deutsche Welle

Esa sangría de recursos, junto con una baja recaudación, frenan inversiones públicas en salud, educación e infraestructura.

Otro tema conflictivo es el fomento a la competitividad que ha prometido Semilla, el partido de Arévalo. Competencia es algo que les cae mal a los grandes monopolios del país, en manos de una docena de familias poderosas. Uno de los antecesores de Arévalo, Alfonso Portillo, terminó aislado y encarcelado luego de abrir la importación de carne de pollo, de harina, de azúcar y de otros productos.

Una dura prueba de fuego

Esa constelación de intereses empresariales y corruptos podrían explicar por qué le han llovido juicios y denuncias desde el día que se supo que iba a segunda vuelta.

“Hay un alto riesgo de que lo sigan hostigando”, teme la politóloga Gabriela Carrera, de la Universidad Rafael Landívar, ante las constantes amenazas por parte de la Fiscalía, incluso el día de la votación. ”La sociedad va a tener que ayudarlo en frenar golpe tras golpe”, vaticina.

La larga fase de transición, ya que Arévalo asume recién en enero de 2024, será una prueba de fuego para la democracia guatemalteca. La lucha ya ha confrontado a las mismas instituciones del Estado, especialmente la Fiscalía, que ha perseguido no solamente a Arévalo y a su partido Semilla, sino también a integrantes del Tribunal Supremo Electoral, quienes validaron los resultados en la primera vuelta.

La gobernabilidad, el mayor desafío

Aun si Arévalo logra sortear los obstáculos judiciales, que esencialmente giran alrededor de algunas firmas falsas en el registro del partido en el año 2017 -hecho denunciado en ese entonces por el propio Semilla-, su mandato no será nada fácil.

“El mayor desafío será la gobernabilidad”, comenta Carrera. “El Estado sigue siendo cooptado, los viejos grupos dominan el aparato judicial y el Parlamento, y desmontar estas estructuras tomará tiempo”, dice a DW.

Pero desentrañar esta maraña no es imposible, cree Del Cid. “Guatemala es un país presidencialista, y Arévalo puede tomar muchas medidas, como acabar con las reuniones privadas en el Congreso y fomentar la auditoría ciudadana del Estado”.

Alianza con las organizaciones sociales

También la activista indígena Otilia Lux considera que Arévalo se tiene que apoyar en su base electoral. “El sistema lo quiere hacer tambalear, por eso no debe de enfrentarlo solo, sino en alianza con las organizaciones sociales”.

En cuatro años de gobierno, sin embargo, no será posible remediar más de 500 años de marginación de los pueblos indígenas, admite Lux.

“Esperemos que tenga un gabinete inclusivo, con jóvenes, mujeres e indígenas. En este caso, Semilla puede dar el banderazo de la inclusión democrática y reinstitucionalización de Guatemala”, estima.

Carrera también ha observado grietas dentro de la élite, que se vieron en escisiones de algunas cámaras del otrora todopoderoso Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif) en los últimos años.

Si Arévalo logra jugar bien las pocas cartas que tiene, por ejemplo pactando con los empresarios más abiertos, su gobierno podría sentar las bases para un Estado más moderno.