Cuba anuncia el fin de décadas de economía centralmente planificada. El gobierno promete más autonomía para las empresas estatales. Pero muchos cubanos no creen en un cambio.

Solo eran unas pocas frases en un largo discurso, pero fueron las que llamaron la atención. En un congreso de economistas, celebrado en La Habana el pasado fin de semana, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, confirmó lo que ya había anunciado el ministro de Economía, Alejandro Gil.

A partir del próximo año, los planes de producción de las empresas estatales ya no llegarán “desde arriba”, sino que serán elaborados por los propios trabajadores. De este modo, las empresas estatales ganarán más autonomía.

Con ello, el gobierno pone fin a décadas de economía planificada. “Se trata de una medida audaz y revolucionaria que exige objetividad, realismo y conciencia”, se autoelogió Díaz-Canel.

La medida apunta a reactivar la economía en crisis. El gobierno ha subrayado repetidamente que, debido a la escasez crónica de divisas, las importaciones deberían reducirse y se debería producir más en el propio país. Pero, para que esto suceda, las empresas estatales deben ser más eficaces. La medida anunciada ahora también debe entenderse en este contexto.

“Hay que tener cuidado”

“Las empresas estatales necesitan urgentemente más autonomía, pero no se sabe si el anuncio de Díaz-Canel significa realmente un fin de la economía planificada”, dice Bert Hoffmann, experto en temas de Cuba del Instituto Alemán de Estudios Globales y de Área (GIGA), en entrevista con DW. “Los sectores conservadores son fuertes y los anuncios aún están lejos de ser implementados consistentemente”, añade el experto.

El presidente cubano es consciente de eso. “Para que sea efectiva esa medida, reclamada durante años, es necesario un cambio de mentalidad”, dijo Díaz-Canel en su discurso. Los cubanos interrogados también son bastante escépticos sobre el fin de la economía planificada.

En los comentarios se menciona repetidamente una cultura en las empresas y autoridades, en la que no se cuestionan las “órdenes de arriba”. Cambiar eso supondría el mayor desafío, según muchos cubanos. Además, ya se había prometido más autonomía desde hace mucho tiempo.

De hecho, ya se había anunciado una mayor autonomía para las empresas estatales en las directrices de política social y económica adoptadas en el Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) de abril de 2011. La renovación del sector estatal es considerada como la parte central de las reformas introducidas por el entonces presidente Raúl Castro. Alrededor del 70 por ciento de los cubanos sigue empleado por las autoridades y empresas estatales.

La ley de reforma de las empresas estatales de diciembre de 2014 les dio más margen para la planificación financiera y el desarrollo de sus propios sistemas salariales, pero en general las iniciativas legislativas no han apuntado a descentralizar las decisiones.

ARCHIVO | AFP
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Cuba se enfrenta a tiempos difíciles

“En vista del dramático deterioro de la situación externa -véase Venezuela, Más médicos en Brasil o Trump-, Cuba no tiene otra alternativa que movilizar recursos internos”, opina Hoffmann.

De hecho, la situación geopolítica de Cuba se ha deteriorado notablemente. La crisis económica y política de Venezuela, el aliado más cercano de Cuba, se está haciendo sentir cada vez más en la isla. El suministro de petróleo desde Caracas se ha reducido en más de la mitad. Y con el fin del programa “Más médicos” con Brasil, Cuba pierde cada año alrededor de 400 millones de dólares estadounidenses en divisas.

Finalmente, bajo la presidencia de Donald Trump, Estados Unidos ha vuelto a endurecer su política de bloqueo. Las compañías extranjeras que utilizan propiedades confiscadas y nacionalizadas después de la revolución pueden ser demandadas en los tribunales estadounidenses desde mayo. Washington también impuso nuevas restricciones a la visita a Cuba y a la transferencia de dinero.

“En estos tiempos difíciles tienen que buscar formas de mejorar el clima de inversión y facilitar el comercio”
, dijo Alberto Navarro, embajador de la Unión Europea en La Habana, dirigiéndose a los representantes del gobierno cubano en una reunión de trabajo con empresarios europeos y diplomáticos extranjeros.

Para Hoffmann, el problema va más allá de una mayor autonomía para las empresas estatales y más capital extranjero. “El sector privado y las cooperativas también necesitan más libertad y más seguridad jurídica”. El experto sospecha que el programa del gobierno fue en realidad pensado como una reforma lenta y gradual.

“Ahora parece que ya no tienen tiempo y que la necesidad de reformas se presenta más rápidamente de lo que querían. Pero aún así, no es probable que la situación de abastecimiento mejore pronto. Cuba se enfrenta a tiempos difíciles”.