María Teresa Ruiz, profesora de astronomía en la Universidad de Chile y Premio Nacional de Ciencias Exactas en 1997, explica en detalle cómo funciona el Sol, lo que se conoce hasta ahora y por qué es importante prepararse ante el peligro que significa para un mundo cada vez más dependiente de la tecnología.

El Sol es la estrella que equilibra el sistema planetario en el que vivimos y si bien, fue clave para propiciar la vida en la Tierra, también es una fuente de enigmas y misterios que aún no se conocen del todo y que se estudian constantemente a modo de precaución.

Y es que a pesar de que la humanidad lleva siglos de estudios astronómicos, el proceso es lento y requiere de mucha observación y análisis. Hoy es posible afirmar con certeza que el Sol es una estrella de tipo G, muy común en el universo, y que en el Sistema Solar figura como la mayor fuente de radiación electromagnética.

Asimismo, se conoce que la Tierra contiene vida porque se encuentra en la “zona habitable” de esta estrella, donde recibe el calor y la luz suficiente para los organismos; a diferencia de otros planetas que están muy cerca o muy lejos para recibir sus beneficios.

Pero antes de llegar a estas conclusiones, los humanos tuvieron varias hipótesis, incluso algunas que ahora resultan absurdas comparadas con los conocimientos que se han obtenido a raíz de la tecnología y los programas espaciales de hoy en día. Así lo explica María Teresa Ruiz, astrónoma de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Ciencias Exactas en 1997.

Las primeras teorías sobre el Sol

“En los primeros tiempos la gente pensaba que el Sol era como una bola de fuego, una fogata de carbono o algo así. Después se creía que era un hierro caliente, que por eso tenía ese color. Ya que en la época en que ya se conocían los metales, se ponían así rojizos cuando se calentaban. Y la verdad que esas teorías tan primitivas duraron mucho tiempo”, explica la astrónoma, especialista en estrellas.

En paralelo, el Sol también fue considerado un Dios y se le adoraba como tal. Si bien esto último tiene más que ver con creencias que con la ciencia, significa que los humanos “ya estaban bien conscientes de que sin Sol la vida no era posible”, apunta Ruiz.

“Y fue hasta hace como un siglo atrás, recién que se pudo encontrar la verdadera respuesta de que es una estrella”, completa. “Y que era una estrella se sabía, pero cuál era la fuente y energía era lo que no se sabía. Y ahí había muchas teorías, todas equivocadas”.

Una de las teorías más recordadas es cuando los astrónomos especulaban que el Sol se estaba contrayendo lentamente y este proceso provocaba que se hiciera más y más caliente. Sin embargo, fue desmentida porque un proceso como ese duraría solo 20 millones de años, lo cual resultaría imposible.

“Ahí fueron los geólogos que salieron alegando porque ellos ya sabían que las rocas de la tierra tenían 4.500 millones de años y, por lo tanto, el Sol no podía tener 20 millones de años. Así que tuvieron que pensar un poquito más y se encontró la respuesta definitiva que fue que el Sol es una estrella y que todas las estrellas tienen la misma fuente de energía que son las reacciones nucleares”, explica Ruiz.

El ciclo del Sol y las famosas “llamaradas solares”

Durante su vida -que abarca miles de millones de años- el Sol pasa por periodos de mayor y menor actividad que con el tiempo se denominaron “ciclos solares”. Estos generalmente duran cerca de 11 años en los que la estrella pasa de estar inactiva a muy activa, pero también pueden ser irregulares.

“A veces son 12, a veces 15, a veces 7, y a veces 30 o 40 años”, detalla la experta. El punto más álgido de este proceso es lo que produce las comentadas “llamaradas solares”, que de vez en cuanto aparecen en los medios alertando sobre un posible impacto en la Tierra.

Estas se producen porque la estrella en cuestión, no es un objeto sólido. Más bien está compuesto de gas en cada una de sus capas y por ende gira de manera diferente a los planetas, por ejemplo.

“Gira como un gas y gira en la parte del ecuador del Sol más rápido que en los polos. Entonces el campo magnético del Sol se empieza a enredar y se enreda tanto que de repente se rompen esas líneas de campo magnético, aparecen por su superficie y es allí donde ocurren estas llamaradas y estas eyecciones de materia solar”.

Asimismo, las llamaradas inundan todo el Sistema Solar, llegan a la Tierra y afectan principalmente a la tecnología. Y si bien, no significan por ahora un peligro directo para los humanos, si lo son sus efectos colaterales. Más bien lo fueron en el pasado.

El Sol ha producido fatales accidentes en la Tierra

De hecho, las llamaradas solares, eyecciones de masa coronal y la radiación han provocado fatales accidentes en el pasado relacionados con sus efectos en líneas de transporte o centrales eléctricas.

“Estas eyecciones solares o tormentas geomagnéticas son peligrosas en la medida en que afectan la tecnología”, enfatiza María Teresa Ruiz. Y es que el plasma solar y las partículas desconfiguran completamente el campo magnético terrestre.

“En particular, los GPS dejan de funcionar, porque ya el norte, el sur, quedan para cualquier lado. El norte y el sur magnético que son importantes para estos sistemas de posicionamiento global, afectando la navegación, etcétera. También nos ataca con chorros de partículas de alta energía que echan a perder los microchips, que son fatales para los satélites”, señala.

En este contexto, menciona una situación particular que ocurrió hace algunos meses cuando un enjambre de satélites de Starlink resultó afectado por las llamaradas solares. “En una de las constelaciones de satélites de Elon Musk, que lanzó 40, el Sol con una pequeña llamarada le mató 29 de los 40”, cuenta.

Imagen del Sol tomada por la Sonda Parker
Sonda Solar Parker

Y Musk no fue el único, puntualiza. Incidentes similares ha tenido que enfrentar la NASA y en otras áreas también servicios de transporte o de electricidad. “Se han quemado líneas de potencia echando a perder centrales hidroeléctricas. También los cables submarinos que llevan comunicación e internet; porque este campo magnético que viene del Sol produce una corriente inducida a nivel de la superficie de la Tierra y esas corrientes que son muy intensas, queman todas las redes de potencia y afectan muchísimo nuestro diario vivir“.

Tren que explotó con niños en Siberia

La experta recuerda un accidente que causó impacto en 1989 en Rusia, cuando un tren que llevaba en su mayoría a niños explotó en la región de Siberia producto de una fuga del sistema gasoducto que se generó debido al Sol. Este hecho dejó más de 500 muertes y cerca de 700 heridos.

“Llevaba como 700 niños, horrible, que iban de vacaciones al Mar Negro y al principio se creía que era un sabotaje, pero no. Fue simplemente que no se dieron cuenta de que la tubería de gas que va por Siberia estaba hecho de un material que se corroe con la electricidad. Y como se produjeron muchas tormentas solares y eso está bastante al norte, esa tubería se desgastó por corrosión y había un escape de gas que con la pasada del tren, una chispa o lo que sea, explotó todo”, relata.

Esto, a pesar de la tragedia, sirvió para conocer más sobre los riesgos de las tormentas solares. “Ahora la tubería de gas que va por Alaska, por ejemplo, que es más nueva. Esa ya la hicieron de un material que es resistente a la corrosión por electricidad. Y así vamos aprendiendo de a poquito”, aseguró.

¿Hay que preocuparse?

Los más afectados por la actividad solar en la Tierra, dice Ruiz, serían quienes se encuentran en los polos “porque por ahí es donde entra la mayor parte de estas partículas y de este plasma. Así que sí son peligrosos en la medida en que nosotros cada día dependemos más de la tecnología“, reitera.

Es por ello que los expertos consideran necesario tomar precauciones. “Tenemos que conocer por qué se produce esto. En realidad se conoce poquito del sol, estamos cada vez aprendiendo más porque hay muchos satélites ahora observándolo, porque los países tecnológicos se han dado cuenta de que tiene una importancia estratégica el entender un poco cómo funciona el Sol. Pero todavía falta mucho”, advierte.

Lo que podemos hacer como medida preliminar, dice, es actuar ante ello como hacemos con fenómenos producidos por la actividad sísmica, por ejemplo.

Hay que hacer lo que hacemos con los terremotos: no tenemos nada que hacer para impedir que ocurran, pero sí es importante conocer por qué ocurren y cómo. A lo mejor ahí ver cómo podemos defendernos, cómo podemos inventar tecnología o proteger la tecnología de tal manera que no se vea afectada”, asegura.

Hay que tomar precauciones y yo creo que en el futuro, cuando ya veamos que el internet de las cosas, la inteligencia artificial, todo eso que depende de la tecnología que estamos desarrollando y para qué decir los viajes espaciales; todo eso puede ser afectado por la actividad solar. Entonces, más vale que sepamos hacer las cosas”, concluye.