“El agente topo”, la película de la destacada directora Maite Alberdi Soto (El salvavidas, La once, Los niños) compite en estos días representando a Chile en los premios Óscar.

En ella, con la ayuda de un investigador profesional (Rómulo Aitken Hellec), introducen a un “agente” primerizo de avanzada edad en una “casa de reposo” para saber cómo tratan a una de las residentes.

Este “agente” fue reclutado, como muestra el filme, a partir de una selección -¿o casting?- de entre las personas que llegaron a partir de un aviso.

El seleccionador, preparador y supervisor del detective, además de conducir la investigación desde el exterior de la casa de reposo -al menos eso transmite la película- fue Rómulo Aitken.

El ex policía de Investigaciones (actual PDI) y fundador de A&A Investigaciones Privadas es acusado de tortura, obstrucción a la justicia y corrupción, entre otros delitos, en el libro “RATI. Agente de la Oficina. La “Pacificación” en Democracia”, investigación de Dauno Tótoro Taulis y Javier Rebolledo Escobar sobre la historia de Jesús Silva San Martín.

Más allá de algunas polémicas sobre si “El agente topo” es un documental o una ficción (algo poco relevante en el contexto actual donde las fronteras se diluyen), y de la gran cantidad de importantes reconocimientos que ha obtenido Alberdi con sus destacadas obras, estas acusaciones y el historial de Rómulo Aitken pueden jugarle una mala jugada al filme y su futuro.

La cineasta destaca, entre otras cosas, por su gran rigurosidad para trabajar y planificar. Y este tropiezo, que creemos un error, puede ser grave.

Las acusaciones de un ex-PDI

La historia de Jesús Victorino Silva San Martín es compleja, llena de luces y sombras. Un hombre de grandes capacidades y, al mismo tiempo, con serias dificultades. Una persona que quiso ser “el mejor policía del mundo” en una institución marcada por la corrupción, su “tradicional” uso de la tortura, participar en los órganos represivos de la dictadura (DINA y CNI) y, por lo mismo, tener a muchos que participaron en ellos entre sus filas.

Jesús nació en 1965 en Balmaceda, donde estaba destinado su padre, integrante de Carabineros de Chile. A pesar de tener dos hermanos que también ingresarían a la Policía de Investigaciones de Chile, nunca tuvo buenas relaciones con ellos.

El libro, que abre muchos temas y flancos, incluyendo la famosa “Oficina” (el órgano de inteligencia creado durante el Gobierno de Patricio Aylwin para desarticular los grupos armados de izquierda) o el asesinato de Jaime Guzmán, menciona en varias ocasiones a Rómulo Aitken, el investigador que aparece en “El agente topo”. Aquí, incluimos extractos del libro de Ceibo Ediciones con las acusaciones más graves.

Acusación de tortura a Carlos Alberto Silva Duncan

Fue, de acuerdo al testimonio de Jesús Silva, el 6 de marzo de 1992. En Democracia. El Gobierno de Patricio Aylwin estaba en serias dificultades luego del asesinato de Jaime Guzmán (1 de abril de 1991), senador de la UDI, uno de los redactores de la Constitución de 1980 e importante sostén ideológico de la dictadura. Las investigaciones no daban resultados.

La Oficina -creada para reunir información para desarticular grupos armados de izquierda- ya estaba operando de manera activa -e ilegal- infiltrando grupos armados, con informantes pagados y con acciones a través de dos grupos de la Policía de Investigaciones, con Jesús Silva participando en uno de ellos.

Jesús Silva participa en la detención de Carlos Silva Duncan, el “Chino Duncan”, segundo en la orgánica del Mapu Lautaro, por orden de Daniel Cancino, jefe de la BIP y ex-CNI.

“El Chino Duncan estaba colgado del chuzo, con las manos amarradas a los tobillos, la cabeza hacia abajo. Estaba entero contraído, con los músculos tensos, como en trance. En ese momento le empezaron a aplicar la corriente mientras permanecía colgado. Le aplicaban la lora en los tobillos, en el ano; le daban golpes tremendos en la nuca. Gritos, quejidos, en medio de preguntas, corriente, golpes y más preguntas. Algo terrible, muy difícil de narrar. Los que lo torturaban eran Christian (Jorge Zambrano) –que era el que hacía las preguntas-, César Rebolledo, hombre de confianza de Cancino, y Rómulo Aitken, que en esos tiempos trabajaba en la BIPE (Brigada de Investigaciones Policiales Especiales ). Rebolledo y Aitken se turnaban con la lora”. (107-108)

Acusación de torturas a Jesús Silva San Martín

Jesús Silva es expulsado de Investigaciones y abandona la institución el 27 de julio de 1994. Esto sucede luego de un largo periplo de marginaciones y ser mal evaluado por una comisión de psiquiatras. Según Silva, esto habría sido en represalia por detener al Nuto y el Remarco, dos informantes de la Oficina y ex-militantes socialistas, vinculados al tráfico de drogas.

Silva pasa por diversos trabajos, desde guardia de un mall a encargado de seguridad de la Universidad Andrés Bello, e incluso empleado del abogado Luis Hermosilla. Cesante de nuevo, termina ganándose el sustento vendiendo información a la DEA (Drugs Enforcement Agency del gobierno de los Estados Unidos).

La DEA trabajaba en colaboración con la sección OS7 de Carabineros y la Brigada Investigadora del Crimen Organizado, BRICO, de la Policía de Investigaciones. En esa entrega de información, Jesús conoce al capitán de Carabineros Otaegui. Éste le propone que, de manera ilegal, le quite a dos narcotraficantes peruanos, pertenecientes al cartel de Aurelio Nieto, una libreta de tapas negras.

La libreta contenía nombres, direcciones, números de teléfono, cuentas bancarias y balances financieros de narcotraficantes, y también habría incluido los mismos datos de empresarios y personalidades locales. (pp. 231)

El texto era demasiado importante, un objetivo de muchos y Jesús era el eslabón más delgado. Traicionado incluso por uno de sus hermanos, es detenido por la BRICO (Brigada Investigadora del Crimen Organizado), con Rómulo Aitken al mando.

Fue llevado al cuartel general de Investigaciones, donde asegura haber sido duramente torturado por Aitken. Y que en esas circunstancias fue visitado y golpeado por Mery.

“El que más duro me daba era Aitken, pero César Rebolledo no se quedaba atrás”, dice Jesús. (pp 218)

“Me embarrilaron los antebrazos, me amarraron las muñecas a las pantorrillas y me colgaron del famoso chuzo, totalmente desnudo, y me pusieron la corriente en los tobillos por diez o quince minutos. El que lo hacía era César Rebolledo, de la BIP. Rómulo Aitken estuvo ahí todo el rato, y entre corrientazo y corrientazo me interrogaba de las cuestiones más absurdas”. (pp. 218)

Allí estuvo cinco días.

Acusaciones de agresiones a su pareja y corrupción

“Aitken mantenía una relación sentimental con la periodista del diario La Tercera Paula Afani, esposa del capitán de Carabineros e integrante de la DIPOLCAR, Cristián Reyne, quien, según Jesús, era hijo de un oficial de la DINE del Ejército” (pp 225)

Afano hace una denuncia, en Investigaciones y ante la Justicia por agresiones de Aitken.

“La denuncia por agresión fue complementada con una serie de datos aportados por Afani, quien acusó que Aitken prestaba servicios de protección a narcotraficantes. También aseguró que, en complicidad con su mano derecha, César Rebolledo, mientras se desempeñaban juntos en la Brigada de Investigaciones Policiales Especiales, BIPE, se apropiaban para su beneficio personal y de modo habitual de fracciones de las partidas de droga y dineros incautados a narcotraficantes durante las operaciones policiales.” (228)

Banda dedicada a la protección de delincuentes y venta de información

Aitken, frente al avance de las investigaciones en su contra, se acoge a retiro en marzo de 2003. Entonces funda A&A investigaciones con el ex-policía Jorge Cari.

Aitken, junto a Jorge Cari, el comisario en servicio activo Ricardo Cari (primo de Jorge) y el comisario Carlos Fuentealba tenían una banda que “se dedicaba a extorsionar, cobrar coimas por protección a delincuentes, y a la venta de información reservada a organizaciones criminales y de narcotraficantes.” (pp. 230)

“Obstrucción a la justicia”

En marzo del 2005, la Policía de Investigaciones incauta 250 kilos de cocaína y la libreta de tapas negras.

“Jorge Cari, una vez enterado de la incautación de la libreta, informó del hecho a su socio Rómulo Aitken, quien le instruyó que organizara un operativo para recuperarla. Jorge Cari se puso entonces en contacto con su primo, Ricardo Cari, y le pidió un contacto de confianza con acceso al cuartel en que se encontraba custodiado el cuadernillo. El elegido fue Hermes García, de la Fuerza de Tarea Sur, quien logró ingresar al depósito de pruebas, rescatar la libreta y hacérsela llegar a Rómulo Aitken.” (pp 231)

“Tres días después, Rómulo Aitken se entregó voluntariamente a funcionarios del Departamento Quinto e hizo entrega de la libreta a la que, según la pericia del Laboratorio de Criminalística, le faltaban varias páginas y en otras la información anotada había sido adulterada”. (pp. 231).