La psicopatía o trastorno de la personalidad antisocial es definida por la Biblioteca de Medicina de Estados Unidos como “una afección mental por la cual una persona tiene un patrón prolongado de manipulación, explotación o violación de los derechos de otros”, agregando que “a menudo este comportamiento es delictivo”.

El mismo organismo indica que si bien estos individuos suelen mostrarse encantadores, alegres y aduladores, son expertos en manipular la emociones de los demás, sienten muy poco temor -por lo que son propensos a arriesgarse o arriesgar a los demás, son fríos, mentirosos, egocéntricos, impulsivos y no muestran sentimientos de empatía, remordimiento o culpa.

De hecho, se indica que la crueldad con los animales durante la infancia es un rasgo que se repiten en quienes tiene una personalidad antisocial o psicopática.

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“Los psicópatas no se sienten culpables porque son ciegos de la culpa,” afirmó Frank Ochberg, ex psiquiatra del FBI que estuvo a cargo del equipo de consejería tras la matanza de Columbine. El profesional señaló en declaraciones recogidas anteriormente por BioBioChile que a diferencia de la psicosis -que implica una alucinaciones- los psicópatas saben perfectamente lo que hacen.

Se cree que la causa de este trastorno deriva de factores genéticos y ambientales. Algunos postulan que el maltrato infantil contribuye a su desarrollo y que quienes se criaron con padres antisociales o alcohólicos también tienen más riesgo. Asimismo, se estima que los hombres son mucho más afectados que las mujeres.

Sin embargo, también hay psicópatas que no crecieron en ambientes vulnerables, por lo mismo, se cree que hay un componente genético que puede desarrollarse con las circunstancias y el tiempo. “Uno no nace psicópata, pero la base está ahí”, asegura Robert Hare, profesor emérito de psicología de la Universidad de British Columbia y autor del libro “Sin Conciencia: el inquietante mundo de los psicópatas entre nosotros”.

No todos los psicópatas son despiadados criminales

Pero no todos los psicópatas son asesinos o malvados. Según postula el psicólogo inglés Kevin Button en su libro “La sabiduría de los psicópatas”, un psicópata no es necesariamente un inminente criminal.

Según Dutton, también existen “psicópatas funcionales”, quienes usan estas tendencias de su comportamiento para sobresalir en sus campos laborales. Se trata de persona que sobresalen en cargos de poder, porque tienen la capacidad de tomar decisiones objetivas basadas en hechos en vez de emociones.

De hecho, de acuerdo al psicólogo, las profesiones con mayor tendencia a emplear psicópatas son: 1. CEO (presidente del directorio de una empresa); 2. Abogado; 3. Personalidad de Radio o TV; 4. Ejecutivo de ventas; 5. Cirujano; 6. Periodista; 7. Policía; 8. Sacerdote o Pastor;9. Chef (jefe de cocina); y 10. Empleado público.

“Nadie mejor que un psicópata para planear algo, tienen toda la paciencia del mundo para cuidar hasta el último detalle y hacer que su plan funcione a la perfección, sin contratiempos”, comentan Andy McNab y Duttton en el libro Manual de un buen psicópata, en el cual revelan cómo las personas con este trastorno -que no son asesinados despiadados- pueden triunfar en sus carreras, tal como consignó el diario español ABC.

Las 3 claves del comportamiento psicópata en el trabajo, según McNab y Dutton

1. Temeridad

Como no le temen a nada (ni nadie) no se sienten intimidados por ninguna persona, aunque tenga mucho poder. Eso los lleva a enfrentarse al presidente de la compañía o un desafío sin miedo.

2. Falta de empatía

Como son poco empáticos no tienen problemas en pedir al resto que deje sus problemas en la casa y se dedique a trabajar. Tampoco les tiembla la mano a la hora de despedir a alguien.

3. Crueldad

Ligado a lo anterior, son buenos para tomar decisiones y no se mortifican por haber roto el corazón de alguien, pues saben que lamentablemente es parte del trabajo y la vida.

¿Crees ser un psicópata? Resuelve estos dos dilemas planteados por Dutton en su libro La Sabiduría de los Psicópatas.

1. Acertijo propuesto por la filósofa Phipilla Foot:

“Un vagón de ferrocarril corre por unas vías. En su camino se encuentran cinco personas atrapadas, que no pueden escapar. Afortunadamente, usted puede darle a un interruptor que desviará el vagón a una vía muerta, apartando así el vagón de las cinco personas… pero con un precio. Hay otra persona atrapada también en ese desvío, y el vagón matará a esa persona. ¿Debería usted darle al interruptor?”

Dutton explica que “la mayoría de nosotros experimenta pocas dificultades a la hora de decidir qué hacer en esa situación. Aunque la perspectiva de darle al interruptor no es agradable, la opción utilitaria (matar solo a una persona en lugar de cinco) representa la menos mala. ¿No?”, dice y propone un segundo acertijo.

2. Acertijo propuesto por la filósofa Judith Jarvis Thomson

“Como antes, un vagón de ferrocarril va descontrolado por una vía hacia cinco personas. Pero esta vez, usted se encuentra de pie detrás de un desconocido muy corpulento en una pasarela peatonal por encima de las vías. La única forma de salvar a las cinco personas es arrojar al desconocido a las vías. Éste morirá al caer, desde luego. Pero su corpulencia considerable bloqueará el vagón, salvando así cinco vidas. ¿Debería usted empujarle?”

Dutton dice que aquí “podríamos decir que nos encontramos ante un dilema real”, porque aunque el recuento de vidas es el mismo que en el ejercicio anterior, nosotros seríamos participantes activos de una muerte.

En su libro, el psicólogo inglés cita a su colega Joshua Greene, de la Universidad de Harvard, quien señala que estos problemas afectan a regiones distintas del cerebro.

El caso 1 es un dilema moral impersonal. “Se aloja en esas zonas del cerebro, el córtex prefrontal y el córtex parietal posterior, principalmente implicadas en nuestra experiencia objetiva de la empatía fría: el razonamiento y el pensamiento racional”, comenta Dutton. Mientras, el caso 2, “es lo que podríamos llamar un dilema moral personal, y llama a la puerta del centro de emociones del cerebro, conocido como amígdala: el circuito de la empatía caliente”.

De este modo, los acertijos pueden hablar de tu nivel de psicopatía dependiendo de tu respuesta:

“Como la mayoría de los miembros normales de la población, los psicópatas no tienen demasiado problema a la hora de resolver el dilema presentado en el caso 1. Dan al interruptor y el tren se desvía, matando a una sola persona en lugar de matar a cinco. Sin embargo (y aquí es donde la cosa se pone interesante), a diferencia de la gente normal tampoco tendrían demasiados problemas en el caso 2. Los psicópatas se quedarían muy tranquilos empujando al tipo gordo a las vías sin pestañear, si no queda más remedio”, explica Dutton.

El experto dice que en el fondo en el dilema 1, las personas “normales” y las psicópatas actuarían de la misma manera ante un dilema moral impersonal, pero en el segundo caso, mientras un individuo sano dudaría y sentiría mucho remordimiento, un psicópata actuaría sin pensar.