Sorpresa causó en agosto de 2013 el caso de un bebé en India que debió ser internado en el Hospital Kilpauk de Madrás, tras sufrir serias quemaduras. Según los padres, el pequeño ardió de forma espontánea, sin alguna explicación respecto al origen del fuego.

Los médicos estudiaron el caso en primera instancia catalogándolo como un fenómeno de combustión espontánea humana. Incluso, se especuló que el pequeño Rahul emitía un gas a través de sus poros, el que entraba en combustión en contacto con el aire, según publicó el reconocido diario de ese paísTimes de India.

No obstante, otros especialistas descartaron de plano esta posibilidad, comparando el caso con lo que ocurre con las personas con alcoholismo, quienes pese a segregar pequeños porcentajes de alcohol en su sudor, no generan fuego.

Luego de análisis, los médicos no encontraron alguna explicación contundente respecto de lo sucedido con Rahul, quien finalmente quedó al cuidado del Consejo Indio para el Bienestar Infantil (ICCW, por sus siglas en inglés), ante la sospecha de un posible maltrato infantil, de acuerdo a lo publicado por ABC News.

Pero más allá de las especulaciones, este caso trajo a la palestra uno de los fenómenos paranormales menos estudiados por la ciencia, pese a los más de 200 casos registrados en los últimos 300 años.

Investigadores de los fenómenos sobrenaturales se han dado la tarea de explicar cómo es posible que una persona termine reducida a cenizas, pero que su entorno no sufra algún daño producto del fuego. En ese sentido las teorías van desde la energía estática, hasta cigarrillos mal apagados.

Una de las teorías apuntan al “efecto mecha”, donde la ropa actúa como “mecha” y la grasa del cuerpo actúa como combustible, tal como lo hace una vela. Sin embargo, esta explicación evidencia un serio cuestionamiento al no lograr determinar una fuente de ignición o acelerante.

Experimentos llevados a cabo con carne de cerdo, se encontraron con otro escollo para comprobar esta teoría: los huesos no lograron ser reducidos a cenizas debido a que el “efecto mecha” no logra generar suficiente calor.

Por lo mismo, otros científicos han continuado investigando tratando de lograr alguna explicar este fenómeno, como el biólogo investigador británico Brian J. Ford, quien publicó un artículo en la prestigiosa revista internacional de divulgación científica New Scientist, donde atribuyó la combustión espontánea a los niveles de acetona en el cuerpo humano.

En dicho artículo, Ford apunta a una alteración metabólica llamada cetosis, padecimiento que origina un aumento en los niveles de acetona en el cuerpo. Esta alteración tiene variados orígenes, como una dieta alta en grasas, diabetes, y el alcoholismo.

Y para comprobar su teoría, preparó un modelo a escala con carne de cerdo -que es la más parecida a la humana- la que empapó en acetona, para luego vestirla y dejar en una silla. Al aplicarle fuego, el modelo se incendió en cosa de minutos, quedando reducido a cenizas, pero sin generar mayores daños en el asiento.

Si bien su teoría parece convincente, aún queda por conocer estudios científicos que permitan determinar el origen real de la combustión humana espontánea.