Rayén Araya: La vocación tiene sus límites

Que nos guste nuestro trabajo es un privilegio, lamentablemente. Algo que un escenario ideal, debería ser parte natural de nuestra vida, es algo de lo que pocos gozamos. Una ocupación a la que dedicaremos muchísimas horas parece inviable de desarrollar si no nos gusta. Simple. Pero claro, en un país donde las jornadas de trabajo son de las más extensas del mundo –lo que no necesariamente va de la mano de la productividad, pero ese es otro tema- que más encima se lidie con bajos sueldos y malas condiciones ¿creen ustedes que deja espacio a si quiera pensar en la vocación?

Llevado a los tiempos actuales, pareciera que la vocación va de retirada. Son demasiados los factores a conjugar… y hoy me quiero poner en los zapatos de los profesores chilenos. Los que hoy están en paro, no porque les guste estar en conflicto y tensionar las cosas, no porque les de lo mismo dejar sin clases a sus alumnos, porque ellos también tendrán que recuperar los días de movilización más adelante. Están en paro porque es necesario gritar a los cuatro vientos que esto es mucho más complejo de lo que el gobierno pensó…y un buen número de expertos alrededor.

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