Parece un absurdo, pero no lo es y en esta nota te explicaremos las razones. La psicóloga clínica máster en desarrollo humano, Jo-Ann Finkelstein, señaló en una columna en el portal especializado Psychology Today el problema con la tan común y bienintencionada práctica de decirle a las niñas constantemente que son lindas.

La especialista señala que a los niños solemos calificarlos como “inteligentes, atléticos o divertidos”, lo que suponen cualidades sustanciales, mientras que a las chicas le asignamos cualidades como “bonita”, “hermosa” o “linda”, que son superficiales, lo que puede marcar inconscientemente a los más pequeños.

“Cuando mi hija se ve adorable, quiero halagarla con: ‘Te ves tan linda’. O cuando mi sobrina de la escuela secundaria se pone a llorar y se siente fea, quiero decirle: ‘Pero eres tan hermosa"”, ejemplifica la experta, pero asegura que lo recomendable es evitar este tipo de halagos, porque a la larga hacen más daño que beneficio.

“Desde la infancia en adelante, la apariencia de una niña se comenta mucho más que sus hermanos varones. Las niñas aprenden temprano que su apariencia es su atributo más importante. Las horas de energía creativa se redirigen a la obsesión por los ‘defectos’. Se gasta tiempo y dinero cubriendo imperfecciones y considerando varias partes del cuerpo que necesitan ajuste, aplanamiento y perfeccionamiento”, explica la profesional.

“Centrarse en la apariencia de nuestras hijas magnifica los mensajes culturales de que las niñas deben verse de cierta manera. Tratar de cumplir con estos estándares de belleza imposibles puede frenar su crecimiento en áreas que brindan una felicidad más duradera: actividades y relaciones significativas”, complementó.

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La especialista indicó que se sabe que cuando las niñas son pequeñas (y la feminidad importa menos), son más seguras, espontáneas y apasionadas, pero con la pubertad las cosas cambian.

En la preadolescencia y adolescencia “las niñas suelen volverse hipercríticas con sus habilidades y comienzan a enfocarse más en su apariencia. Del mismo modo, sus amistades se ven amenazadas cuando se dan cuenta de que la apariencia es su moneda y otras chicas son la competencia”. De hecho, es común ahora que las adolescentes pasen horas tomándose selfies hasta dar con la “perfecta” porque nunca están conformes con su aspecto.

“Las investigaciones muestran que las niñas que se objetivan a sí mismas no solo son menos felices, sino que también tienen más dificultades con las tareas cognitivas y con los estados de flujo necesarios para el desempeño y el logro”, plantea.

“Como padres, también hemos crecido en una cultura que objetiva a las mujeres, por lo que no es de extrañar que escudriñemos y felicitemos constantemente a nuestras hijas basándonos en su apariencia”, asegura Jo-Ann.

Pero, ¿cómo evitar el halago en torno a su aspecto? La especialista entrega 5 recomendaciones para ir más allá de la superficialidad y reforzar el autoestima de las niñas.

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1. Concéntrate en sus logros y carácter

“Como padres, estamos dando forma a cómo nuestros hijos se ven a sí mismos. Por lo tanto, no deberíamos decirles a nuestras hijas que son hermosas o al menos no tanto como comentamos sobre otras cualidades que dan forma a la identidad. En lugar de halagar sus piernas largas o lo bien que se le ve una blusa, debemos notar las cosas que ofrecen profundidad de carácter y hacen que alguien sea interesante; esas cosas que se pueden desarrollar”, explica.

Recomienda por ejemplo poner atención a su ingenio, inteligencia, creatividad, fuerza, valentía, capacidad atlética, imaginación, narración de historias, pensamiento crítico o empatía. “Hay cientos de formas en las que nuestras hijas pueden sentirse bien consigo mismas que tienen un efecto más profundo que el de ser guapas”, comenta.

2. No seas insistente con que “es linda” para que “se sienta linda”

“Es difícil no insistir en que nuestras hijas son hermosas porque, para nosotros, siempre lo son. Pero esto sólo enfatiza que lo bonito es importante”, explica la psicóloga.

Además con el tiempo dejan de creerlo porque al centrarse en la apariencia se vuelven conscientes de que ciertos cuerpos son venerados por la sociedad mientras que otros son denigrados.

3. Enséñale a cuidar su cuerpo, pero no sean quisquillosos

“Cada vez que le arreglas el pelo insistentemente o le alisas la ropa, le recuerdas que se está evaluando su presentación”, comenta.

Jo Ann recomienda preguntarse primero si realmente importa una arruga en la ropa o que su peinado no esté perfecto en ese momento. “¿Preferirías que pasara tiempo escribiendo en su diario o frente a un espejo? Si va a la casa de su mejor amiga, ¿importa si su cabello está desordenado o si tiene un pequeño agujero en la rodilla de sus calzas?”, ejemplifica.

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4. Sé consciente de tu propia objetivación y no comentes nunca sobre la apariencia de otras mujeres

La especialista explica que “la investigación muestra repetidamente que una madre que se preocupa por su peso o critica su apariencia tiene más probabilidades de tener una hija que dice que no le gusta su propio cuerpo”.

“Criticar la apariencia de otra mujer les enseña a los niños de cualquier género que está bien juzgar a una mujer por su apariencia, y que ciertas miradas son más valoradas. Los adolescentes aprenden que la forma en que otras personas evalúan nuestro cuerpo (aspecto, sensación y olor) es más importante que cómo nos sentimos acerca de nuestro propio cuerpo”, enfatiza.

5. Muestra aprecio por el funcionamiento de su cuerpo

Jo Ann indica que si tú notas las cosas maravillosas que puede hacer tu cuerpo, es probable que su hija también lo haga.

“No es necesario correr maratones para observar que tus piernas fuertes te permiten jugar con tu perro y que tus brazos te permiten palear nieve o abrazar a quienes amas. Si aceptamos las muchas habilidades de nuestro cuerpo, nuestras hijas también lo harán”, comenta

Como último consejo, cuando tú y tu hija se rían hasta que les duela el abdomen o cuando tengan una conversación muy reflexiva donde tu hija expresa su interés por el mundo o los demás, ahí dile que es hermosa, porque ella sabrá que hablas de su interior y no de su apariencia.