Los casi 20 años de León XIV viviendo en Perú: pasajes desconocidos, su labor y una dura acusación

La figura del nuevo papa León XIV, nacido en Chicago (Estados Unidos) con el nombre de Robert Prevost, se ha entrelazado de manera profunda con la historia reciente del Perú. Si bien su vínculo con el país andino se remonta a hace 40 años, fue durante casi dos décadas cuando Perú se convirtió en su hogar espiritual y pastoral.

Durante este tiempo, el entonces obispo de Chiclayo estableció una relación entrañable con las comunidades peruanas, especialmente con las más alejadas del país, enfrentando desde situaciones de crisis como la pandemia hasta la tragedia de las inundaciones.

Sin embargo, su legado también ha sido marcado por una dura acusación de encubrimiento de abusos sexuales, una denuncia que ha generado controversia, pero que, hasta el momento, ha sido desmentida por el Vaticano.

Robert Prevost llegó a Perú en 1985, siendo un joven sacerdote de 33 años. Su primer destino fue la misión agustiniana de Chulucanas, en el norte del país. Desde ese momento, su labor pastoral fue una constante presencia en comunidades rurales y empobrecidas, particularmente en las regiones de Piura y Lambayeque. Como recuerda el exministro peruano José Pérez Guadalupe, quien firmó la resolución que otorgó la nacionalidad peruana al papa León XIV, este era un hombre “muy sencillo, muy pastoral”, que siempre tuvo una profunda cercanía con las personas más necesitadas.

Aunque el nuevo Papa tenía raíces estadounidenses, nunca permitió que su origen fuera un obstáculo para su trabajo en el campo. A menudo, recorría kilómetros a caballo para llegar a los rincones más remotos, enfrentando los retos del clima y la complicada geografía peruana, con tal de brindar apoyo espiritual a los pueblos más apartados. Así continuó describiéndolo Pérez Guadalupe, quien conversó varias veces con él: “Es una persona muy sencilla, más escucha que habla, de mucha meditación. Siempre ha demostrado un cariño especial y un gran aprecio por las personas”.

Durante su permanencia en Perú, Prevost se dedicó al trabajo pastoral, especialmente en las comunidades rurales de la región norte del país. Su misión se centraba en la cercanía con los feligreses. En sus palabras, la espiritualidad y el contacto directo con la gente constituían el verdadero propósito de su labor.

Un papa con corazón peruano

A lo largo de los años, Prevost profundizó su vínculo con Perú, país que, en 2015, le otorgó su nacionalidad. Fue ese mismo año cuando el papa Francisco lo nombró obispo de la diócesis de Chiclayo, un paso crucial en su carrera eclesiástica.

Esta designación coincidió con su creciente identificación con el pueblo peruano, cuyas costumbres y tradiciones adoptó como propias, hasta el punto de incluir la gastronomía local como uno de sus mayores placeres. Disfrutaba del arroz con pato, el ají de gallina, el seco de cabrito y el infaltable ceviche.

Durante su tiempo en Chiclayo, el ahora Papa León XIV no solo se dedicó a la atención espiritual, sino que también jugó un rol clave en la gestión de crisis. Fue un firme defensor de los derechos humanos y se involucró activamente en situaciones de emergencia.

En 2020, cuando el COVID-19 azotó al mundo y los muertos por la enfermedad se contaban por cientos de miles en Perú, Prevost lideró campañas de recaudación de fondos para garantizar el suministro de oxígeno a los hospitales en el norte del país.

Patricia Campos, rectora de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, quien también lo conoció de cerca, justamente remarcó que “él sabía manejarse, porque tenía claro que la riqueza de la Iglesia es justamente la unidad en la diversidad”, refiriéndose a la forma en que León XIV gestionó su diócesis, promoviendo un enfoque pastoral inclusivo y cercano.

Aunque su apoyo a la comunidad durante la crisis sanitaria no solo se limitó a la recolección de fondos. En una acción que simbolizó su cercanía con la gente, Prevost realizó una procesión de “Corpus Christi” por las calles de Chiclayo en 2020, llevando la hostia consagrada a la población, acompañado por el alcalde local. Esta imagen de un obispo caminando por las calles de su ciudad no solo fue un acto litúrgico, sino también un claro gesto de unidad y fortaleza comunitaria en tiempos de crisis. Su fe lo fortalecía y lo proyectaba.

Lazos personales en Perú

Además de su labor pastoral, León XIV ha forjado fuertes lazos personales en Perú, especialmente con la familia Camacho en la región de Chulucanas, Piura. El papa tiene no solo un compadre, sino también una ahijada, quien lleva el nombre de su madre, Mildred. Esta relación refleja la conexión que el Papa tiene con las personas que lo han acompañado a lo largo de los años. `

Héctor Camacho, amigo de él en su momento y aún compadre, compartió la emoción de su familia al enterarse de la elección del papa: “Es algo increíble, mucha emoción, mucha alegría por parte de todos los chulucanenses, porque el Papa es amigo de todos”.

Mildred, la hija de Héctor y Roxana Camacho, también mantiene una relación cercana con él y recuerda con cariño los momentos en los que su padrino, el papa, ha estado presente en su vida. “Ha sido un padrino presente, siempre escribiendo, preguntando, saludando por cumpleaños”, dijo la joven piurana de 29 años, quien, como muchos peruanos, experimentó con gran alegría el nombramiento de Prevost.

La acusación de encubrimiento

A pesar de su destacado papel en la Iglesia Católica, el nombramiento de Prevost como el papa León XIV no ha estado exento de controversia. Durante las últimas semanas, y particularmente antes del cónclave que lo eligió, se reavivaron las acusaciones de que, en su rol como obispo en Chiclayo, Prevost habría encubierto casos de abuso sexual por parte de sacerdotes en Perú y Estados Unidos.

Recientemente, la organización SNAP (Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual por Sacerdotes) presentó una queja formal contra Prevost, señalando que el obispo no actuó adecuadamente ante las denuncias de abusos sexuales en 2000, cuando estaba en Chicago, y en 2022, durante su mandato en Chiclayo. En el caso de Perú, se alegó que no habría tomado medidas frente a denuncias presentadas por tres mujeres, quienes acusaban a un par de sacerdotes de abuso sexual durante su niñez.

Las denuncias señalaban que Prevost habría permitido que un sacerdote investigado por abusos viviera cerca de una escuela en Chicago, mientras que en Perú, se afirmó que no abrió una investigación adecuada.

Según Sarah Pearson, portavoz de SNAP, las mujeres afectadas nunca fueron entrevistadas por los investigadores de la Iglesia, lo cual generó una gran preocupación en la organización. “El hecho de que digan que ni siquiera fueron entrevistadas es extremadamente preocupante para nosotros”, manifestó Pearson en declaraciones a CNN.

Sin embargo, el Vaticano y el mismo Prevost desmintieron estas acusaciones. En una declaración oficial, la Congregación para la Doctrina de la Fe afirmó que las denuncias sobre encubrimiento fueron investigadas a fondo y concluyeron que no había evidencia que sustentara los señalamientos.

Aunque no lo defendió directamente, el exministro Pérez Guadalupe resaltó que era un hombre “muy reflexivo”, “misionero muy pastoral” y “muy centrado”, y que su trabajo en la Iglesia siempre estuvo guiado por un enfoque de unidad y conciliación.

Un papa cercano y global

La carrera de Prevost como misionero y su conexión con las periferias del mundo lo han convertido en un Papa que refleja una experiencia proveniente de tres mundos diferentes: el de Chicago, el de Roma (donde hizo su doctorado en Derecho Canónico), y el de las comunidades rurales de Perú.

Su historia y su forma de vivir el sacerdocio lo han posicionado como una figura de gran respeto dentro de la Iglesia, pero también como alguien comprometido con las realidades sociales y culturales de los lugares en los que ha vivido.

En su primer discurso como papa, León XIV no dudó en rendir homenaje a su querida diócesis de Chiclayo, mencionando con cariño a los fieles que lo acompañaron durante su tiempo como obispo. Con estas palabras, dejó claro que, a pesar de su nueva posición, no olvidaría nunca sus raíces peruanas.

“Y si me permiten también un saludo… a mi querida diócesis de Chiclayo, en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo”, dijo en su primera bendición desde la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.

El legado de un papa

El recorrido de León XIV por Perú, tanto en su vida como en su labor pastoral, está marcado no sólo por su dedicación a la evangelización, sino que también a las personas, participando activamente en la solución de problemas sociales y económicos.

Sin embargo, su nombramiento papal ha sido acompañado de una sombra de controversia debido a las acusaciones de encubrimiento, las cuales aún siguen siendo un tema de debate.

Pese a ello, su figura sigue siendo central en la historia reciente de Perú, un país que considera su segunda patria.

El Papa León XIV, nacido en Chicago, pero profundamente influenciado por su tiempo en las tierras peruanas, se perfila como un líder con una visión pastoral inclusiva, comprometido con la justicia y la equidad social. A la par, enfrenta las críticas que han surgido en su contra. “La paz esté con ustedes, Dios ama a todos”, fueron sus primeras palabras, reflejando el largo camino que tiene por delante.