En un mundo donde son pocas las mujeres líderes, la primera ministra de Finlandia Sanna Marin fue víctima de una controversia machista que nada tenía que ver con sus decisiones o habilidades políticas.

Todo comenzó cuando Marin, de 34 años, posó para una sesión de fotos para la revista Trendi usando un traje compuesto por un pantalón y un blazer negro. El problema para algunos, es que la autoridad no lució nada debajo de la chaqueta, más que un collar.

La foto que fue tomada en el patio de la residencia oficial de la primera ministra, se viralizó en redes sociales desatando un acalorado debate entre quienes la criticaban
y aseguraban que la imagen era inapropiada y de “mal gusto”, y quienes la defendían y a su derecho de lucir cómo ella quisiera sin alterar sus capacidades.

Pero las cosas no quedaron ahí, ya que el empresario finlandés Aki Pyysing escribió un blog burlándose de la forma de su cuerpo, de sus “pechos pequeños” y acusándola de “buscar atención” bajo el pretexto de hablar de políticas económicas.

Según la revista inglesa Grazia, la publicación fue compartida por dos parlamentarias del partido Coalición Nacional, miembros de la centro derecha y principal oposición al Partido Socialdemócrata de Marin.

Por su parte, en redes sociales cientos de personas apoyaron a la Primera Ministra subiendo fotos con un atuendo similar al de ella y bajo el hashtag #imwithSanna (#EstoyconSanna), asegurando que la ropa no resta profesionalismo.

Asimismo, la editora jefa de la revista, Mari Karsikas, aseguró que “el alboroto ha mostrado claramente que lo que se ve en las imágenes dice mucho sobre el espectador”.

“Muchos no vieron el busto en absoluto. Vieron a Sanna Marin vestida con un traje de pantalón negro de moda. Otros miraron la foto y vieron cómo el profesionalismo, la inteligencia y el saber hacer las cosas van unidos a la ropa y quizás a cuánto cubran la piel”, sentenció.

Marin es la Primera Ministra más joven de Finlandia y con un pasado muy diferente al de la mayoría de los líderes políticos europeos. Según ella misma contó, creció en una “familia arco iris”.

Tal como consignó CNN, sus padres se separaron cuando ella era pequeña debido a los “problemas de alcohol” de su papá, mientras que su madre encontró el amor nuevamente con otra mujer. La familia vivía en un departamento arrendado, donde el dinero escaseaba pero había “mucho amor”.

Sanna comenzó a trabajar a los 15 años en una panadería y luego repartiendo revistas. Al terminar el colegio encontró un empleo como cajera, lo cual fue usado por el ministro del Interior de Estonia, Mart Helme, para burlarse de ella llamándola “vendedora”.

“Estoy muy orgullosa de Finlandia. Aquí, el hijo de una familia pobre puede educarse a sí mismo y lograr sus objetivos en la vida. Una cajera puede convertirse incluso en Primera Ministra“, aseguró ella.

Marin fue la primera de su familia en ir a la Universidad y a los 20 años se involucró en política e ingresó a las filas del Partido Socialdemócrata de centro izquierda.