VER RESUMEN

Resumen automático generado con Inteligencia Artificial

En Etiopía, el país más poblado de África, se mantienen en el año 2016 debido a su propio calendario, que difiere en siete u ocho años del gregoriano. Este sistema, similar al copto, consta de 13 meses y presenta desafíos logísticos y administrativos en la vida diaria. A pesar de la confusión de fechas y celebraciones, los etíopes valoran su identidad cultural y resisten la adopción del calendario occidental, reflejando su independencia y arraigo a tradiciones únicas.

Desarrollado por BioBioChile

En un mundo donde la mayoría de los países están viviendo el año 2024, hay un rincón en África que sigue marcando el calendario de una manera distinta. Etiopía, la segunda nación más poblada del continente, se encuentra en el año 2016, un desfase de siete años y ocho meses respecto al calendario gregoriano que rige gran parte del planeta.

Según recogió CNN, este fenómeno no es un accidente ni una mera curiosidad; es un reflejo profundo de la historia, la identidad y las tradiciones de Etiopía.

La diferencia en los calendarios se remonta a siglos atrás. Mientras que el calendario gregoriano fue introducido por el Papa Gregorio XIII en 1582, la Iglesia Ortodoxa Etíope decidió mantener su propio cálculo del año de nacimiento de Jesucristo, que difiere en siete u ocho años del cálculo romano ajustado en el siglo VI.

Este calendario etíope, que se asemeja al calendario copto de la Iglesia Ortodoxa Copta de Alejandría, sigue un sistema solar-lunar y consta de 13 meses. Doce de estos meses tienen 30 días, y el mes final tiene solo cinco días, o seis en años bisiestos.

Vivir entre dos mundos

Para los etíopes, navegar entre su calendario y el calendario gregoriano puede ser un desafío constante. Eshetu Getachew, CEO de Rotate Ethiopia Tours And Travel, destacó a CNN la singularidad de su nación: “Somos únicos. Nunca fuimos colonizados. Tenemos nuestro propio calendario, nuestro propio alfabeto, nuestras propias tradiciones culturales”.

Esta independencia cultural se refleja en la vida diaria, donde muchas instituciones y negocios deben cambiar continuamente entre ambos sistemas para comunicarse efectivamente, tanto dentro del país como con el mundo exterior.

Goitom W. Tekle, un arqueólogo etíope radicado en Alemania, describe la complejidad de este doble manejo de tiempo: “Aún no puedo cambiar completamente de uno a otro. Es todo un desafío. Necesito pensar en las horas, los días, a veces los meses, y a veces incluso el año”.

Este reto no solo afecta la vida cotidiana, sino también procesos administrativos como la solicitud de certificados de nacimiento, donde la conversión correcta de fechas es crucial.

Un sistema de reloj de 12 horas

La celebración del Año Nuevo etíope, conocido como Enkutatash, ocurre el 11 de septiembre (o el 12 en años bisiestos), marcando el final de la temporada de lluvias y el comienzo de un nuevo ciclo. Abel Gashaw, un fotógrafo etíope, prefiere este calendario, describiéndolo como más lógico, especialmente en referencia al inicio del año.

“Es un nuevo comienzo para nosotros… Después de eso, la cantidad de lluvia disminuye, y por todas partes se vuelve tan verde”. Gashaw explicó al citado medio que tener el Año Nuevo el 1 de enero no tendría sentido en Etiopía, ya que esa fecha cae en la temporada seca.

Mientras que la mayoría de los países comienza su día a la medianoche, los etíopes utilizan un sistema de reloj de 12 horas que va desde el amanecer hasta el anochecer, comenzando a la 1 a.m.

Esto significa que lo que la mayoría de las personas fuera de Etiopía considera como las 7 a.m., los etíopes lo ven como 1 a.m., lo que puede causar confusión, especialmente para los viajeros. Gashaw asegura que siempre verifica dos o tres veces cuando organiza citas con visitantes internacionales para evitar malentendidos.

Una identidad cultural resistente

A pesar de estos desafíos, la mayoría de los etíopes, especialmente aquellos en áreas rurales, siguen apegados a su sistema tradicional. Tekle observa que Etiopía es un país cristiano conservador donde la mayoría de las personas no se preocupan por cómo se hacen las cosas en el mundo occidental.

Verena Krebs, historiadora alemana especializada en historia medieval europea y africana, subraya que no hay una razón práctica que justifique que Etiopía adopte el calendario occidental: “Desde la perspectiva de un forastero, no creo que ninguna otra nación deba perder su propio sistema local, que tiene mucho más significado cultural y sentido para ellos”.