El desarrollo sustentable involucra tres pilares fundamentales: la protección del medio ambiente, la equidad social y crecimiento económico. Cada uno de ellos aporta a este modelo de desarrollo que vela tanto por el bienestar de las actuales generaciones, como de las futuras.

En 2015, la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible con el objetivo que los países mejoren la calidad de vida de sus habitantes. Esta Agenda cuenta con 17 objetivos (ODS), que incluyen desde la eliminación de la pobreza hasta el combate al cambio climático, la educación, la igualdad de derechos de la mujer y la defensa del medio ambiente.

El objetivo N° 12 se refiere a la necesidad de garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles. Dentro de sus especificaciones, en este objetivo se establece que al 2030, los países deben reducir considerablemente la generación de desechos mediante actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización.

Es en este contexto que el modelo de economía circular se articula armónicamente con el desarrollo sustentable al aportar al ciclo de vida de productos y servicios y establecer que los residuos se consideren como nuevos recursos disponibles. Esto prolonga su permanencia en los distintos sistemas, evita su disposición final y, en consecuencia, disminuye su carga ecológica.

Entonces, ¿cómo pueden las empresas articular estos tres pilares e incorporar la circularidad en sus procesos? La respuesta se relaciona con el diseño de estrategias construidas sobre cuatro líneas de trabajo.

Primero está la identificación y cumplimiento de la totalidad de la normativa ambiental y sectorial vinculada al manejo de residuos. Las organizaciones deben trabajar para adaptarse a los nuevos cuerpos legales que se implementan en el país, como Ley de Responsabilidad Extendida del Productor -REP.

También se recomienda que actualicen, sistematicen y analicen la información ambiental sobre el manejo de residuos para mejorar continuamente la gestión. Se debe generar un dato único trazable y objetivo para asegurar el cumplimiento de metas y que sirva de reporte ante las autoridades.

Al mismo tiempo, se debe gestionar y prevenir impactos asociados al manejo de residuos, diversificando los servicios de valorización; específicamente las ofertas de reducción, reutilización y reciclaje. Esto implica conectar sinergias entre distintos procesos de las empresas, ya que los residuos de una etapa pueden constituir insumos para otra.

Asimismo, es fundamental que todas las iniciativas circulares implementadas por las empresas sean sistematizadas por medio de una hoja de ruta para su permanente control y medición. Esto permite contrastar los resultados con metas establecidas por la propia organización.

Finalmente, es indispensable la capacidad de anticiparse al futuro con iniciativas innovadoras que apunten a la implementación de nuevas tecnologías, mejoras en los procesos para la reducción en la generación de residuos y la optimización de contratos que consideren la eliminación de insumos con alta carga ecológica. Para esto resulta clave el trabajo en conjunto con la academia y la incorporación de buenas prácticas a nivel global.

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