En 2014, trabajando en una tienda de instrumentos, Alejandra Mardones (30) reparó en un fenómeno en ciernes: el alto flujo de ukeleles que se vendían mensualmente, y cómo sus compradores no tenían dónde aprender las técnicas para dominarlos. Y rápidamente tuvo una idea: dictar clases para novatos.

Al principio eran lecciones individuales en una sala anexa a la tienda. Cuatro años después, el lugar se hizo pequeño y ya eran decenas los clientes/alumnos que agendaban sus visitas. Por lo mismo, la falta de espacio obligó a Mardones a convocarlos en el Parque Inés de Suárez de Providencia, al aire libre, con el fin de abarcar la mayor cantidad de aspirantes.

La expansión del instrumento seguía en aumento a nivel global y local. Coordinada con otros profesores y profesoras, la iniciativa se replicó en lugares públicos de Valparaíso, Viña del Mar, Rancagua, Curicó, Talca y Concepción, además de la Región Metropolitana.

En 2019, Uke Class era un éxito que se sostenía por sí mismo. Y su gestora ya proyectaba el arribo a un inmueble definitivo cuando vino el “estallido social”, la dificultad de ocupar parques y plazas y, meses más tarde, la pandemia. Alejandra pensaba que la coyuntura sanitaria iba a ser lo peor para el proyecto, pero se equivocaba.

“(Antes) armábamos un picnic, que era mucho mejor que estar encerrados en un lugar. El ukelele tiene eso, de comunidad, de playa, de buena onda, y se dio súper bien… (Ahora), con la pandemia, la gente quiere aprender más cosas, tiene tiempo y todo es online, y además es más accesible”, cuenta a BioBioChile.

“Buscan qué hacer y el instrumento los libera del estrés, del encierro. Nos han buscado por eso”, agrega hoy la directora de la primera Escuela de Ukelele de Chile, con alumnos en España, México, Argentina, Perú y diversas regiones del país que este 2020-2021 experimentó un considerable incremento.

Sólo este último año se han inscrito alrededor de 400 nuevos alumnos en sus “cursos iniciales”. Y en total, considerando todos sus talleres, estiman que el cuerpo estudiantil de la escuela superó los 800 inscritos.

“Al principio me interesaba saber por qué los clientes se compraban un ukelele, que en ese momento no era tan masivo… La conclusión sigue siendo la misma: la gente compra los ukeleles porque en su mayoría son gente que no sabe tocar ningún instrumento, y siempre les dijeron que era fácil. El ukelele es como el instrumento del adulto que realmente nunca tuvo afinidad con la música y este es su último intento”, dice.

Ukelele Class
Ukelele Class

Sobre el perfil de los alumnos, continúa: “También son gente que intentó tocar guitarra y se frustró un poco, porque es más difícil. Son personas un poco más ansiosas que quieren aprender rápido, que son profesionales y no tienen tiempo de dedicarse a la música y buscan en el ukelele una vía de relajo”.

Mardones asegura que el ukelele (vocablo hawaiano que quiere decir “pulga saltadora”) es una perfecta bienvenida para los niños en la música, “porque es sin frustraciones: pueden tocar de inmediato y eso les hace tener un cariño mayor a la música y no asustarse ni desertar. El nivel de deserción del ukelele es muy bajo”.

A pesar de lo anterior, también lamenta que sea mirado en menos por algunos músicos: “Se le mira mucho en menos, queremos un poco romper eso dictando otros cursos (más complejos), pero el target de los que llegan es gente que no tiene tiempo, que tiene otras ocupaciones y no las horas que el instrumento requiere. Es menor la gente que se interesa en eso, pero de a poco ha sido más”, explica.

Actualmente, la escuela dicta cursos iniciales para niños y adultos, los que se extienden por 8 clases. A su vez, está el apartado “Ukelele y Canto”, otro de nivel “Intermedio-Avanzado”, clases de “Cancioneros” (“para quienes quieran practicar sólo canciones”), y un ramo especial llamado “Ukelele para la Educación” (a cargo de la profesora Soledad González), enfocado a “profesores, madres y padres que quieran estimular a los niños con el instrumento, y donde les enseñamos incluso a crear sus propias canciones”.

Una vez superada la coyuntura sanitaria, la idea es establecer la escuela en un lugar físico, aunque sin dejar de lado el alcance internacional obtenido con las clases telemáticas.

“Nosotros no lo buscábamos, estábamos felices con la gente de Chile, pero nuestra propuesta terminó siendo interesante para alumnos de otros países”, confiesa la directora.

Las inscripciones para los cursos de abril ya están abiertas. La primera clase es gratis (hoy, 21:00 horas). Los cursos, parten desde los 15.000 pesos.