Con amena narrativa, Pedro Navarro rescata en su libro a Berta Ovando, la “Negra Ester”. La pareja inspiración de Roberto Parra, el “tío Roberto”, hermano de Nicanor y la Violeta Parra, habitante del Puerto y la Cueca Chora en la Provincia de San Antonio y con vista al mar.


Por Marcel Socías Montofré

Como un relato donde la ficción es sólo para dar mayor atractivo a la historia, el escritor Pedro Navarro aporta creatividad y cierto sentido de justicia biográfica en la vida de Berta Ovando R., la “Negra Ester”, a quien le dedica el libro con un sentido homenaje: “por su confianza en el ambiente”.

El mismo ambiente porteño que deslumbró en sus buenos años al cantautor y folclorista chileno Roberto Parra Sandoval, “el “Tío Roberto”, el “Rasga Cuerdas” (como Parra era conocido en los burdeles). Como también al director de teatro Andrés Pérez, al grupo musical Los Tres de Concepción y a toda una generación noventera que aún recuerda hasta con fotos las presentaciones de la “Negra Ester”, la obra de teatro, primero en la comuna de Puente Alto y luego en el Cerro Santa Lucía de Santiago.

Cabaret Luces del Puerto, la propuesta por escrito de Pedro Navarro, es una versión novelada. Mucho más acuciosa en cuanto a fiel conocimiento de la bohemia porteña en San Antonio, con Jazz Guachaca y el desaparecido y mítico cabaret y prostíbulo “Luces del Puerto”. Ese que estaba subiendo por la calle Sargento Aldea en el Puerto de San Antonio.

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La ventaja es que Pedro Navarro conoció en persona a la “Negra Ester” y al “Tío Roberto”. Y las calles que circundaban el cabaret “Luces del Puerto” en San Antonio. Como a los marinos que llegaban en barcos desde Estados Unidos para celebrar en un burdel las gracias de Roberto Parra con la guitarra y una suerte de Jazz Guachaca improvisado por las noches remojadas en aguardiente.

“Muchos creen que la historia no existió, que sólo fue una invención de Roberto Parra o de Andrés Pérez. Pero sí existió la Negra Ester, el Cabaret Luces del Puerto, como también el Cabaret Río de Janeiro. El barrio bohemio subiendo por las escaleras de la calle Sargento Aldea”, comenta Pedro Navarro desde su experiencia y residencia en el Puerto de San Antonio.

MS

Historia novelada

Es preciso aclarar, en todo caso, que se trata de una historia novelada. Donde se mezclan personajes de ficción con los de carne, memoria, médula y huesos, como las noches porteñas en la Provincia de San Antonio. Con pecados concebidos y hasta los restos y fachada que aún se conserva del “Luces del Puerto”, donde en palabras de Roberto Parra (entrevista de 1989), “sólo la fachada queda del Luces del Puerto. Murió cuando se murió la Negra Ester (Berta Ovando)”, en el Puerto de San Antonio, Litoral Central de Chile.

Como en las páginas escritas por Pedro Navarro en su novela “Cabaret Luces del Puerto”. Alumbrando huellas para seguir la noche boca arriba, subiendo por estrechos callejones, como en la página 185:

“En Cartagena no desciende nadie, pero sí suben más pasajeros. El bus sigue su ruta saliendo desde playa grande para enfilar hacia San Sebastián y Costa Azul. El movimiento vehicular y peatonal es intenso…”.

“El bus, al llegar al alto, pasado Playas Blancas, se desvía a la izquierda para pasar por la playa de Las Cruces. Aquí bajan algunos pasajeros, para proseguir, el resto, por la ruta costera del Litoral Central”.

“En El Tabo, el bus se detiene un momento para que baje otro grupo de personas. Alfredo logra sentarse en los asientos del medio y al lado de la ventanilla, para seguir mirando el paisaje”.

“En la entrada de Isla Negra, a un costado de la hostería Santa Helena, la gente se alborota al ver al poeta Pablo Neruda en compañía de Matilde, ingresando a la hostería. Su casa está ubicada a escasos metros de este negocio. Por la ladera y en medio del bosque”.

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Vivir para contar

Eso es lo entretenido del escritor Pedro Navarro y su literatura. Es cierta. Alguna vez latió y cruzó la orilla litoral de punta a cabo. Incluso penínsulas desde Las Rocas de Santo Domingo hasta Tunquén. Un recorrido que existe y es real, en microbuses populares y azules que cruzan como puestas de sol hasta por el Puerto de San Antonio.

Como en la página 243:
“Yo le aviso… y no me agradezca nada. Una vez dije al conocerlo que usted es fuera de serie y me siento orgulloso de haberlo conocido y poder tocar junto a un joven de tanto talento”.

Así se prolonga un hermoso recorrido que al mejor estilo de Netflix y por escrito se prolonga por 325 páginas y capítulos “mientras observa cómo va quedando atrás su familia, amigos y paisaje autóctono, recupera las palabras del maestro Toño al decir que ´para la razón hay dos tipos de existencia: lo conocido y lo desconocido”.

Como en la página 189:
“Creo firmemente que voy a encontrar a nuestro amigo, y como no sabe cómo ubicarnos, debe estar esperando nuestro regreso. Usted se queda en espera de noticias. Si encuentro a nuestro amigo, vuelvo al instante a buscarlo… ¿Le parece?”.

Como en la contraportada del libro “Cabaret Luces del Puerto”, Pedro Navarro “descubrió que todos tenían un valor y que lo interesante era descubrirlo”.

O como buena dedicatoria “Al Johnny, hijo del respetado y legendario “Pela’o Reyes”, dueño del mítico cabaret “Río de Janeiro”.

O como la construcción y casa que aún se encuentra subiendo por las escaleras de calle Sargento Candelaria, en el Puerto de San Antonio, frente a “El Checo”, o subiendo por las páginas de una historia basada en hechos reales. Con un sentido y muy bien escrito homenaje a Berta Ovando.

“Cuando ella se murió, se murió La Negra Ester. Ya no fueron más los marinos, los estibadores, los pescadores. Ella gustaba mucho”, como años después contaría el “Tío” Roberto Parra.

MS

Cabaret Luces del Puerto

Pedro Navarro
Editorial Raíz

2020