La familia, su infancia y la introducción de pasta base en su población, son parte del cortometraje “Pasta”, que estrenó hace poco el cineasta Matías Tapia. Con su lente se implantó en las poblaciones El Castillo y San Rafael de La Pintana para hacer un trabajo de memoria y develar cómo en tiempos de dictadura se introdujo la pasta base de cocaína en poblaciones de la periferia de Santiago.

“Tenía siete años, estaba en el colegio y con mis compañeros jugábamos a encontrar la pasta base. En ese entonces veíamos como un juego lo que, con el pasar de los años, se volvería una triste realidad”, narra Matías Tapia (25) en su documental-ensayo “Pasta”, el que ahonda en sus recuerdos de infancia, marcados por los fuegos artificiales y la gente que se buscaba la vida en la calle para poder consumir droga.

El trabajo de 23 minutos relata a través de testimonios causas y consecuencias de la inserción de pasta base de cocaína en las poblaciones marginales de la periferia de Santiago. Por su narración desfilan basurales, potreros, casas pareadas y edificios sociales que han sido parte de una historia de la que Matías fue y es testigo: “una historia que vale la pena recordar, pero por la que no vale la pena derramar más lágrimas”, confiesa en la pieza.

Rodaje | @estefaniahenriquezc
Rodaje | @estefaniahenriquezc

Su debut en cine fue en primer año de universidad con el cortometraje “Nazi en Marcha por la igualdad”, el que repercutió en la prensa gracias a su publicación y difusión en Youtube, plataforma de transmisión por excelencia para Tapia.

“Si me hablas de medios de comunicación hoy en día yo pienso en Youtube. En esa ocasión (Nazi en la marcha por la igualdad) en el Arcos nos obligaron a hacer un trabajo sobre la marcha y yo dije ‘quiero meterme en temas de comportamiento social, cómo se comporta la gente ante ciertos estímulos, un experimento’. Ahí me di cuenta que existía este lado prestigioso donde le pones laureles a tu afiche pero al final no lo ve nadie… y está el otro lado en el que no obtienes un reconocimiento pero sí llegas a las personas a través de los medios, de la opinión pública y todo esto”.

¿Qué crees que pasa con los festivales?

“Para mí los festivales de cine valen callampa, no tienen incidencia real en la gente, nadie que conozca de donde vengo, de mi familia, nadie se da la paja de ir a un festival a ver cine chileno”, comenta a tan sólo semanas de estrenar, de manera oficial, su pieza en el Festival BarcelonaDocs Valparaíso. No ganó ningún premio pero llenó la sala.

¿Por qué crees que ocurre esa contradicción?

Porque “Pasta” está hecho para que la gente se interese. Los cineastas hoy en día están haciendo cine para el jurado… lo hacen desde un punto de vista burgués y victimario, siempre te quieren vender a los protagonistas de la obra como víctimas pero no, nosotros vivimos en un mundo en el que ni siquiera el relato literario hace falta para entregar un mensaje porque la gente ya sabe todo… Tú no estás educando, antes el cine educaba, tenía que entregar una experiencia, un propósito, ahora no lo hace, no deberíamos hacerlo.

Si el cine antes enseñaba, ¿ahora qué hace?

El cine pone paradigmas, porque hay cabros que en Youtube tienen más repercusión que todos los cineastas prestigiosos en Chile. Porque el prestigio lo crean las cúpulas y los cineastas en Chile están, quieran o no, en cúpulas: todos se conocen entre ellos, cuando entras a la carrera lo primero que te dicen es “tienes que hacer lobby”, prácticamente arrastrarte para aceptar pegas por nada. Pero hoy en día el cine tiene que ser paradigmático, tenemos que crear puntos de opinión y puntos de quiebre.

Y en esa creación, siguiendo la trama de tu pieza, ¿a quién crees que le conviene el aumento de consumo de pasta base en Chile?

A los narcotraficantes de Chile, que son personas que tienen poder. No por nada se encuentran casos del ejército metidos con pasta base, no por nada vemos a ex-ministros del interior metidos en cosas de narcotráficos, no por nada vemos una comisaría entera dada de baja en La Pintana. En Chile no existe el gran narco como podría ser un Pablo Escobar o un Chapo, que son personas que ponen en juego el poder del gobierno, aquí sabemos que realmente está metida gente del gobierno: Corona Motors en Lo Ovalle fueron los primeros que trajeron la pasta base y esos eran hijos de Pinocho. Y ahí se vendía. Y la Santa Adriana fue el primer lugar que se vio la pasta base porque estaba al lado de Corona Motors.

¿Y es verdad que la regalaban?

La regalaban. Hace poco estuve entrevistando a unos rockeros y me decían “antes lo que la llevaba eran las pepas, era como en Europa”, allá el crack es super reducido y los tipos allá son adictos a las pepas, pero la pepa es más controlable, no creas el adicto que crea la pasta. Y la pasta base está hecha una para no matarte, porque la pasta no mata, y otra para volverte dependiente. Y a los cabros, ¿porque se la ofrecían a los cabros chicos?, ¿por qué me la ofrecieron a mi siendo chico? para adormecernos.

En ese sentido, tu tía es el eje para mostrarnos un problema grave que tenemos como sociedad…

De hecho en el documental mi mamá toma el papel de la sociedad, de la opinión pública, de esta persona que nunca se lo espera. Y mi tía es la persona que lo vive, que hace avanzar la historia y la persona que hace avanzar mi historia. Porque el documental es una obra artística y al mismo tiempo un testimonio histórico, algo que no se va a volver a repetir nunca. Y en Chile hay muchas obras que hacen eso, Cien niños esperando un tren que es una obra maravillosa que toca el tema de la dictadura pero sin hablar de dictadura. Si tú eres una persona lo suficientemente inteligente y con capacidad de comprender algo emocional, no algo intelectual sino emocional, te das cuenta que ellos estaban sufriendo…

Matías Tapia | BarcelonaDocs
Matías Tapia | BarcelonaDocs

Y en tu caso, ¿cómo lograste llegar a esa intimidad en tu pieza audiovisual?

Yo me crié en una familia de matriarcas, mi papá no vivió conmigo y me criaron mis tías y mi mamá. Y el hecho de que te críen mujeres, te hacen acceder a su círculo íntimo y mi tía me considera un hijo. Y también tomo el punto de vista de la mujer, porque Pasta viene con mi tesis y mi tesis habla sobre cómo hacer cine en lugares peligrosos, y cómo acceder a estos lugares y cómo acceder a tu historia personal. Porque todo cineasta ha vivido algo y es la historia que le corresponde hablar y esto es algo de mi niñez, algo inevitable, que fue lo que me tocó más que nada, tú no lo puedes planear, no puedes cambiar tu punto de vista. Tienes que tomar esos temas y hacerlos tuyos.

Y así accedí a grabar a una mujer que sale cortando la droga, quien cuidaba a los hijos que dejaban botados sus adictas. Y había un niño que, como su mamá había consumido, nació con autismo. El chico tenía 3-4 años y no sabía hablar, pero tenía una pistola de juguete y sabía lo que era una pistola y sabía disparar.

¿Y cómo era la realidad en ese hogar?

Yo le pregunté “y al final, ¿cuánto ganai?”, y me respondió “en realidad no se me ve la plata”. Porque cuida el mal que ella provoca, cuida a los niños y se hace cargo de niños. Y, al mismo tiempo, como los hombres caen en cana, tiene que hacerse cargo de todo. Y al final se transforman en matriarcas, el sustento de la familia, y no es muy distinto de cómo se buscaron la vida mi abuela, mi mamá. Porque allá ser traficante no es mal visto, es parte de. Es mal visto en el sentido de “tuviste que acudir a lo último”, pero el que lo hace no es mal visto, es parte de la plusvalía.

Como es importante para el chileno el litio o el mar, para la gente de la pobla lo que hace mover su economía es el robo y el tráfico.

Rodaje | @estefaniahenriquezc
Rodaje | @estefaniahenriquezc

¿Crees que tu identidad siempre irá en el cine que haces?

No puedo contar algo que no he vivido, es como el rap, se cuenta lo que se vive, no puedo contar una historia que no me corresponde. Hay cosas que contar aún, muchas cosas por contar. No se puede contar desde otro lado que no sea la experiencia personal y hoy en día sigo viviendo de experiencias porque soy calle. Y yo creo que mientras viva voy a tener algo que contar.

En una parte del documental te preguntas si en el lugar en el que estás es un lugar sin identidad… ¿a qué te refieres?

Porque nos crearon. Casi todas las familias que llegó a La Pintana tienen ascendencia de un lugar parecido, porque a mí me pareció raro que mi compañero de clase fuese a ver a sus familiares a los mismos lugares de donde vienen mis abuelos. Porque nos crearon. La Pintana como vertedero, ves un territorio y lo haces basura y acuerdas que toda la basura de la gente se bote en ese lugar para que los otros estén limpios. La Pintana es una comuna vertedero porque pescaron a todos los campamentos indeseables y la gente que vivía de las maneras más mediocres en las zonas centrales y les crearon una comuna en un potrero, en chacras.

¿En que año fue eso?

En el ’85 – ’86 que se creó la comuna de San Ramón, que fue de las primeras comunas, en San Ramón daban los terrenos, así que ahñi está construido como la gente construía su casa. Y en La Pintana ya es vivienda social, sólo vivienda social y tomas. De hecho en La Pintana creo que hay uno o dos sectores con parcelas, que eran los dueños de fundos y los primeros pobladores de allá y la urbanización se los comió y a nosotros nos crearon, por eso creo que no tenemos identidad. No tenemos identidad pero sí tenemos cultura, cultura de vecino, de cómo vas a la feria el día domingo o cómo te alimentas si tienes hambre.

¿Cuál consideras que fue la parte más difícil de hacer este trabajo?

Alzar la voz y decir “crean en este proyecto”. Grabarlo no costó nada porque yo vivía ahí, grabarlo fue bacán. Lo difícil fue que los demás le tomaran el peso. Hoy en día sigue siendo difícil que los demás le tomen el peso, recién ahora la prensa me ha ayudado mucho para que la gente le tome el peso y me tome el peso a mí. Esta es una obra única e irrepetible, no sé que tan valioso sea eso, pero nos metimos con los cabros y a las cabras que trafican, les explicamos, les mostramos “esta es mi pega”, no te voy a incriminar, no me tengas miedo a mí, tenle miedo a la tele pero no le tengas miedo a alguien que es igual a ti. Y la gente me terminó ayudando, me terminó defendiendo. No costó porque tenemos esa cultura de la empatía y sabemos cuándo algo vale la pena y cuándo no.

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