Un tribunal egipcio ordenó el miércoles la libertad condicional del ex presidente Hosni Mubarak, derrocado en 2011 por una rebelión popular, creando nuevos factores de tensión en un país sacudido por la caída de su sucesor islamista Mohamed Mursi y una ola represiva que en una semana dejó más de mil muertos.

Se ignora si el gobierno instalado por los militares cumplirá el dictamen judicial, pero incluso si lo hace, el hombre que gobernó Egipto con mano de hierro durante más de tres décadas sigue teniendo que dar explicaciones a la justicia por denuncias de corrupción y de asesinato de manifestantes, con una primera comparecencia el próximo domingo.

El nuevo régimen asestó el miércoles nuevos golpes a los partidarios de Mursi con las detenciones de Safwat Hegazy, un influyente predicador, y Murad Ali, portavoz del Partido de la Libertad y la Justicia (PLJ), vitrina política de los Hermanos Musulmanes, la cofradía del mandatario depuesto.

Los 28 países miembros de la UE decidieron “suspender las licencias de exportación de todos los equipos que puedan ser utilizados en la represión interna”, según el documento de conclusiones de la reunión de ministros de Exteriores del bloque en Bruselas.

Desde el golpe que el 3 de julio derrocó a Mursi, las fuerzas de seguridad decretaron el estado de emergencia y detuvieron a miles de simpatizantes de los Hermanos Musulmanes, incluyendo a su Guía Supremo, Mohamed Badie, capturado el martes.

El 14 de agosto dispersaron brutalmente dos campamentos islamistas instalados en plazas de El Cairo desde hacía más de un mes. La intervención, duramente resistida, dejó un saldo de más de 600 muertos en el día más sangriento de la historia reciente de Egipto.

En el plano diplomático, Arabia Saudí reafirmó su apoyo a Egipto y pidió, poco antes del inicio de la reunión de cancilleres de la Unión Europea, que la comunidad internacional respalde a las nuevas autoridades egipcias.

“Esperamos que la comunidad internacional apoye los esfuerzos del gobierno egipcio para restablecer la seguridad, la estabilidad y la prosperidad y se abstenga de cualquier medida o política que impida esos esfuerzos”, declaró a la AFP el príncipe Saud al Faysal.

Las nuevas autoridades trataron de relativizar las amenazas de sanciones financieras de Estados Unidos (unos 1.500 millones de dólares anuales, en gran parte destinados a las Fuerzas Armadas).

Suspender esa ayuda “sería una mala señal y afectaría gravemente a las fuerzas militares por algún tiempo”, admitió el primer ministro interino, Hazem Beblawi, al canal de televisión ABC News. Pero “no olvidemos que Egipto acudió a las fuerzas militares rusas y sobrevivimos. Así que no es el fin del mundo”, agregó.

El gobierno egipcio dijo que se le estaba agotando la paciencia después de las últimas críticas del primer ministro turco, el islamista conservador Recep Tayyip Erdogan, que el martes dijo que Israel está detrás del derrocamiento de Mursi.