Cientos o incluso miles de réplicas. Dolor, acusaciones, pericias y procedimientos judiciales, e incluso un triste aniversario. Todo esto ha pasado ya por la memoria colectiva de los penquistas pero, a 14 meses del terremoto, las ruinas del edificio Alto Río siguen ahí, intactas, convertidas en un indeseado memorial del drama que vivió la Región del Bío-Bío.

Esto porque mientras la Contraloría dirime la pugna entre 2 empresas constructoras que aseguran haberse adjudicado las labores de demolición -labores que debieron iniciarse a comienzos de febrero- sus fauces de concreto permanecen abiertas ensombreciendo uno de los puntos neurálgicos del Gran Concepción, como un triste emblema del retraso en la reconstrucción.

Como una herida aún abierta en los cuerpos de los sobrevivientes.

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