Centenares de taurinos ecuatorianos juntaron fuerzas en la feria de la andina Riobamba (sur) para defender la tradición de la fiesta brava, cuya apoteosis a la hora de matar al animal está en riesgo inminente de desaparecer.

La tradición de la muerte del toro en la arena se convirtió en un tema político en Ecuador desde que se anunció que será sometida a consulta popular del 7 de mayo próximo, para que los electores decidan si continúa o no la vieja usanza de sellar la faena con el estoque.

Por iniciativa del gobierno socialista de Rafael Correa, que acogió pedidos de los defensores de los animales, los ecuatorianos deberán responder a la pregunta: “De la prohibición de matar animales en espectáculos ¿Está usted de acuerdo que en el cantón de su domicilio se prohíban los espectáculos que tengan como finalidad dar muerte al animal?.

“Los jóvenes taurinos pedimos respeto y libertad”, fue la réplica de los aficionados mediante una pancarta colocada a un lado de los capotes de paseo en la barrera de la plaza Raúl Dávalos de Riobamba el sábado, con ocasión del cierre de la feria del Señor del Buen Suceso.

Con el permiso de la autoridad, sin que el clima lo impidiese y a la hora en punto se lidiaron seis toros, dos de los cuales fueron indultados, en la que podría quedar como la última corrida en la que el matador hizo uso de la toledana en Ecuador.

En Riobamba, donde la fiesta brava está muy afincada, pasó desapercibido el movimiento antitaurino y se dejó espacio para que el banderillero Neptalí ‘El Tortuga’ Caza llamase a votar por el No en la consulta.

“Apóyame, no permitas que me quede sin trabajo”, expresó la figura de la torería ecuatoriana en carteles pegados en las paredes de las boleterías.

“Voy a votar No. Eso está más que decidido; me gusta la lidia de toros. Eso es arte, y arte de verdad”, dijo Blanquita Jaramillo, dueña de una despensa en los alrededores del coso riobambeño.

En coincidencia, el presidente Correa preguntó el sábado, en su informe semanal de labores, si es inconstitucional prohibir la muerte del toro en la arena y criticó a los taurinos por hacer “política sin escrúpulos” a pretexto de defender las corridas, así como las peleas de gallos.

“Es una tradición de más de 400 años”, dijo a la AFP el matador ecuatoriano Guillermo Albán y añadió que la propuesta del gobierno “es totalmente política y demagógica”.

“La pregunta está planteada de una manera muy envenenada”, dijo Albán vestido con traje de luces en el patio de la plaza Raúl Dávalos, y sostuvo que los propios antitaurinos reconocen que el toreo a la portuguesa, en la que el toro no muere en público, “no es la mejor opción”.

“Lo que se hace es extender su agonía después de pasar por las diversas suertes”, dijo Albán, considerado el mejor matador ecuatoriano.

Según una reciente encuesta de la privada Cedatos, 61,2% de los electores votarán por la prohibición de la muerte de los animales en espectáculos.

Pero el presidente de la Unión de Toreros de Ecuador, Milton Calahorrano, aún confía en que “la fiesta brava sobrevivirá a la dura prueba”.

“En todos los estamentos de la industria taurina reina la preocupación porque resulta que ahora, a través de una consulta, se va a determinar si los ecuatorianos tienen derecho a una centenaria tradición”, manifestó el dirigente a la AFP.

En Ecuador se celebran unos 400 festejos taurinos al año y generan unos 97.000 empleos, mientras que la feria Jesús del Gran Poder de Quito, calificada como la mejor de América, capta 70% del turismo durante las fiestas decembrinas.

“La actividad taurina mueve unos 30 millones de dólares al año en el país” y un millón de espectadores acude anualmente a las corridas en 155 localidades, dijo a su vez el portavoz de la Unión Nacional de Espectáculos Tradicionales de Ecuador, Santiago Aguilar.