Un adormecido pueblo de New Jersey, en el noreste de Estados Unidos, saltó a la luz pública en los últimos días porque tiene la planta nuclear en funcionamiento más antigua del país y, según algunos, también la más peligrosa.

Lacey, que toma el nombre de un general de la guerra de independencia, es esa clase de pueblos estadodounidenses que muy pocos fuera de esa localidad costera conocían antes de que un terremoto y un maremoto devastaran Japón el 11 de marzo y desataran una crisis nuclear que perdura.

Bajando por la calle desde un restaurante de estilo años cincuenta y tras atravesar un puente que los habitantes usan para pescar, se emplaza la planta nuclear Oyster Creek.

La planta usa un reactor GE Mark I de ebullición de agua idéntico a los que perdieron energía en la planta japonesa de Fukushima cuando acusaron el golpe del sismo y, luego, del maremoto, que averió los reactores de respaldo. El resultado fueron fallas en la refrigeración que amenazan con un desastre nuclear mayor.

Activistas antinucleares estadounidenses y muchos residentes de Lacey y de las zonas aledañas están preocupados de que un desastre similar ocurra en Oyster Creek. Y no se necesita un terremoto ni un tsunami para desatarlo.

Oyster Creek ha estado afectado por problemas como la corrosión del recinto de confinamiento de acero que debe proteger el reactor, las fugas que provocaron la filtración de tritio radioactivo al agua potable y la enorme cantidad de barras de combustible usado y almacenado en el lugar.

“Hace 40 años que hay radiación en el lugar, entre dos veces y media y tres veces más que la que hay Japón”, dijo a AFP Jeff Brown, un militante antinuclear.

Además, la central fue “diseñada de una forma tremendamente estúpida, comenzando por el hecho de que las barras de combustible gastadas se almacenan encima del reactor”, explicó.

Los residentes temen que la central nuclear sea blanco fácil de un ataque terrorista. “En última instancia, necesitamos una zona de exclusión aérea sobre Oyster Creek. Hay una zona de exclusión aérea sobre Disney World y no aquí”, dijo Peggi Sturmfels, de la Federación de New Jersey para el Medio Ambiente.

La planta pertenece a la empresa Exelon Coroporation, que también la explota, y tiene 700 empleados. La compañía niega las acusaciones de los activistas e insiste en que el reactor es seguro.

“Las centrales nucleares en general son las instalaciones industriales mejor protegidas que hay. Oyster Creek no es la excepción”, dijo a AFP el portavoz de Exelon, Craig Nesbitt.

Además, la firma ha invertido más de 1.000 millones de dólares en actualizaciones de la central desde que ésta comenzó a operar en 1969, explicó.

Cerca de medio millón de personas viven en la zona que debería ser evacuada en caso de accidente o de ataque terrorista contra la central, un número que aumenta en verano, cuando los turistas se aglomeran en las playas de Jersey.

Lacey está 137 kilómetros al sur de Nueva York y 88 al este de Filadelfia, en una zona donde los huracanes no son un fenómeno excepcional.

Ello no ha impedido que la Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos (NRC, en inglés) prolongara en 2009 la licencia de explotación de la central: ahora está previsto que cierre en 2019.

Es demasiado tiempo, según los residentes. “No me gusta. Debería cerrar antes”, dijo a AFP la jubilada Barbara Murrofsky.

“Al ver lo que está pasando en Japón, nos hicimos más conscientes de los problemas que tenemos en nuestro propio jardín”, dijo.

Pero otros residentes, como Rick Gifford, son más optimistas respecto a Oyster Creek. “Ha estado funcionando 40 años sin problemas, no hay motivo para que empiece a tener problemas ahora”, dijo.

En Estados Unidos funcionan 23 plantas nucleares como la de Oyster Creek. La NRC lanzó una investigación el miércoles, a pedido del presidente Barack Obama, sobre la seguridad de las instalaciones nucleares y prometió un informe completo con recomendaciones para dentro de seis meses.