La coalición internacional bombardeó Trípoli en la madrugada del lunes y trataba de cortar las líneas de abastecimiento de las tropas leales al líder libio Muamar Gadafi.

La coalición efectuó nuevos bombardeos aéreos y disparos de misiles de crucero Tomahawk en la segunda noche de la operación Odisea del Amanecer, en aplicación de una resolución de la ONU que ordena frenar los ataques de las tropas de Gadafi contra la población civil en las zonas bajo control rebelde.

La primera oleada de ataques permitió alejar a las tropas del régimen de las inmediaciones de Bengasi, el bastión de la oposición, a 1.000 km al este de Trípoli.

La primera fase fue “un éxito” y permitió instaurar una zona de exclusión aérea, declaró el domingo el máximo oficial estadounidense, el almirante Michael Mullen.

La próxima etapa consistirá en atacar las rutas de suministro de las tropas del régimen, para limitar su capacidad de acción.

Las fuerzas de Gadafi “están dispersadas entre Trípoli y Bengasi y vamos a tratar de cortar el apoyo logístico a partir de mañana (lunes)”, precisó el almirante Mullen.

Un portavoz del ejército libio anunció el domingo un alto el fuego, en respuesta a un llamamiento de la Unión Africana (UA) a “un cese inmediato de las hostilidades”.

Pero el consejero del presidente estadounidense Barack Obama para la Seguridad Nacional, Tom Donilon, aseguró que el anuncio “era una mentira” y que había sido “inmediatamente violado” por las fuerzas de Gadafi.

Un misil destruyó el domingo un edificio administrativo situado en el complejo residencial de Gadafi en Bab el Aziziya, en Trípoli.

El edificio está situado a unos 50 metros de la carpa donde Gadafi solía recibir a sus invitados importantes, indicó un portavoz del régimen, Musa Ibrahim.

Fue “un bombardeo bárbaro que hubiera podido afectar a centenares de civiles congregados en la residencia de Muamar Gadafi, a unos 400 metros del edificio alcanzado”, acusó.

“Los países occidentales dicen que quieren proteger a civiles y bombardean la residencia a sabiendas de que en el interior hay civiles”, señaló.

En la coalición hay versiones diferentes sobre el objetivo de los bombardeos.

El vicealmirante estadounidense Bill Gortney negó el domingo que el objetivo fuera matar al propio Gadafi. “Puedo garantizar que no figura en la lista de los objetivos. No apuntamos contra su residencia”, declaró.

Pero el ministro británico de Relaciones Exteriores, William Hague, rehusó este lunes descartar que Gadafi pudiera estar en la mira de los misiles occidentales.

Un alto funcionario de la coalición indicó a la AFP que el ataque contra el edificio de la residencia de Gadafi había destruido la “capacidad de comando y control” del líder libio.

“La coalición está aplicando activamente la UNSCR (Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU) 1973, y de acuerdo con esa misión, continuamos los ataques contra objetivos que suponen una amenaza directa al pueblo libio y a nuestra capacidad de implementar la zona de exclusión aérea”, dijo el funcionario, que pidió el anonimato.

Estados unidos, Francia y Gran Bretaña iniciaron los bombardeos el sábado, en aplicación de la resolución de la ONU.

Se trata de la mayor operación de países occidentales en el mundo árabe desde la invasión de Irak por una coalición liderada por Estados Unidos en 2003.

La aviación francesa bombardeó posiciones de las fuerzas de Gadafi y los barcos y submarinos norteamericanos y británicos dispararon el sábado por la noche unos 120 misiles de crucero Tomahawk.

Gadafi, de 68 años, en el poder desde 1969, se mostró desafiante y predijo “una larga guerra” en el “campo de batalla” del Mediterráneo.

El régimen libio afirmó que los ataques de la coalición mataron a decenas de civiles, pero el portavoz del Pentágono lo negó.

El secretario general de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, dijo que esperaba que Libia “cumpliera su promesa”.

Las fuerzas libias ya habían anunciado un cese de hostilidades el viernes, pero “siguieron atacando a la población civil. Esta (propuesta) tiene que ser verificada y comprobada”, agregó Ban.

Italia, Bélgica y España anunciaron que participarán en la operación y otros países árabes, como Qatar y Emiratos Árabes Unidos se sumarán a ellos dentro de poco, según Gran Bretaña. Cuatro cazas Tornado italianos participaron ya en misiones este domingo.

El secretario general de la Liga Arabe, el egipcio Amr Musa, criticó el domingo los bombardeos.

“Lo que está pasando en Libia dista del objetivo que consiste en imponer una zona de exclusión aérea y lo que nosotros queremos es la protección de los civiles y no bombardearlos”, declaró.

Alemania consideró que las críticas de la Liga Árabe confirman sus reticencias a dejarse involucrar en una operación en el Norte de África.

Alemania había dicho que “hay riesgos” con la operación en curso “y cuando escuchamos lo que dijo la Liga Arabe ayer, lamentablemente comprobamos que teníamos motivos para estar preocupados”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Guido Westerwelle.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, explicó el lunes en El Cairo que “las fuertes y decisivas medidas” fueron posibles gracias al apoyo de la Liga Árabe y llamó a la comunidad internacional a hablar “con una sola voz sobre el cumplimiento de la resolución”.

El ministro indio de Relaciones Exteriores, S.M Krishna, pidió este lunes el cese de los bombardeos aéreos contra Libia, al considerar que los ataques podrían golpear a “civiles inocentes, ciudadanos extranjeros y misiones diplomáticas”.

La intervención militar era deseada por la oposición libia, sobre todo después de que los últimos días las fuerzas gubernamentales se apoderaran de varios bastiones insurgentes mediante ataques aéreos y tiros de cohetes.