El gobierno del proclamado presidente marfileño Laurent Gbagbo advirtió sobre las graves consecuencias que tendría la operación militar regional con la que lo han amenazado para expulsarlo por la fuerza, diciendo que podría llevar al país a la “guerra civil”.

La crisis en Costa de Marfil, originada tras la elección presidencial del 28 de noviembre, dio un giro inesperado después de que la Comunidad Económica de Estados de África del Oeste (CEDEAO) amenazara el viernes con una intervención militar si Gbagbo no cede el puesto a su rival Alassane Ouattara, al que la comunidad internacional reconoce como vencedor de los comicios.

Al mismo tiempo, el aislamiento de Gbagbo crece día a día: este domingo, el avión presidencial fue inmovilizado en el aeropuerto de Basilea-Mulhouse “a petición de las autoridades legítimas” de Costa de Marfil, es decir, de su rival Ouattara, informó el ministerio francés de Relaciones Exteriores.

El portavoz del gobierno de Gbagbo, Ahoua Don Mello, calificó de “inaceptable” la decisión de los países de África Occidental de retirar al presidente saliente por la fuerza si no sale por voluntad propia.

La decisión de intervenir es “un complot del bloque occidental dirigido por Francia”, que “excitaría el patriotismo” de los marfileños en caso de producirse, señaló a la AFP el portavoz.

“Costa de Marfil es una tierra de inmigración”, indicó el también ministro del gabinete de Gbagbo, recordando que en el primer productor mundial de cacao vive un gran número de ciudadanos de los países vecinos.

Los dirigentes de la Cedeao “saben que si atacan a Costa de Marfil desde el exterior, eso se transformará en una guerra civil en el interior”, advirtió, añadiendo que no cree “para nada” en la hipótesis de un operativo militar.

Una misión de la Cedeao, compuesta por los presidentes de Benín, Cabo Verde y Sierra Leona (Boni Yayi, Pedro Pires y Ernest Koroma, respectivamente) se desplazará el martes a Abiyán para pedir a Gbagbo, en nombre de la organización, que abandone el poder, informó el sábado el ministerio de Relaciones Exteriores de Benín.

Estos enviados serán acogidos “como amigos, como hermanos”, aseguró este domingo el ministro de Interior de Gbagbo, Emile Guiriéoulou, aunque dejó claro que Gbagbo no tiene intención de abandonar el poder.

El más que probable rechazo a la iniciativa de la Cedeao podría radicalizar aún más las posiciones y aumentar el riesgo de que se agrave la ola de violencia, que dejó ya 173 muertos entre el 16 y el 21 de diciembre según Naciones Unidas.

Coincidiendo con la visita de la delegación de la CEDEAO, los partidarios de Ouattara llamaron a los marfileños a “cesar todas las actividades” a partir del lunes “hasta la salida del poder de Gbagbo”.

El origen de las tensiones, según la ONU, es el uso “excesivo” de la fuerza por parte de partidarios de Gbagbo contra presuntos opositores y partidarios de Ouattara.

Como consecuencia de esta ola de violencia, alrededor de 14.000 marfileños huyeron a la vecina Liberia, anunció el sábado el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Esta agencia denunció también haber recibido informes en los que se indicaba que algunos miembros de FN, que apoyan a Ouattara, impedían a los refugiados atravesar libremente la frontera con Liberia, una acusación que fue negada este domingo por el portavoz militar de FN, Seydou Ouattara.

El final de año se presenta difícil para un país que, con la elección presidencial del 28 de noviembre, esperaba cerrar una década de crisis iniciada el día de Navidad de 1999, con el primer golpe de Estado de la historia del país.

El gobierno británico exigió este domingo a Gbagbo que abandone el poder y deje que Alassane Ouattara asuma el control del país con el fin de permitir “un traspaso pacífico y tranquilo del poder”.