A pesar de ser palabras ocupadas usualmente como sinónimos, la verdad es que la alegría no es lo mismo que la felicidad. ¿En qué se diferencian y cómo podemos alcanzar dichos estados?

La alegría y la felicidad pueden parecer similares. De hecho, la Real Academia Española señala la palabra “alegría” dentro del listado de sinónimos de “felicidad”. Sin embargo, a pesar de ser conceptos símiles, no son lo mismo.

Carolina Lorca, psicóloga de IntegraMédica, explicó a BioBioChile que ambos conceptos no son sinónimos, aunque en lo cotidiano se crea que sí.

“La alegría se diferencia de la felicidad ya que es de corta duración. Se relaciona con una situación, aunque podemos tener muchos momentos alegres durante el día”, detalla la profesional.

La alegría y la felicidad no son lo mismo

Siguiendo la misma línea, Lorca explica que la alegría es una emoción similar al “júbilo” y al “gozo”, “y como tal, se origina por un motivo; por una situación o estímulo que nos parece agradable, que valoramos como positivo, satisfactorio”.

Por otro lado, la felicidad se trata de un sentimiento más duradero, “relativamente estable en el tiempo, y es diferente para cada persona. La felicidad se alimenta de actividades que disfrutamos, de hacer lo que nos gusta en forma más o menos constante”, manifiesta Carolina.

“La felicidad es una mirada benevolente y compasiva hacia nosotros mismos y nuestras circunstancias; es poder tener la actitud constante de poder ver la oportunidad de disfrutar“, agrega la psicóloga.

Lorca hace énfasis en que la felicidad no implica que todo esté perfecto. “No es que todo salga bien, no es que no exista el dolor, la frustración o la pena. La felicidad es que en el balance de lo bueno y lo malo de nuestras vidas, vaya ganando lo bueno“, detalla.

“La felicidad implica ser agentes de nuestras vidas, no aceptar todo como un observador externo, pasivo, que se conforma con lo que sucede, sin posibilidad de cambio“, subraya la experta.

En aquel sentido, Carolina señala que desde la neurociencia, se sabe que estar feliz implica un cambio neuroquímico en el cerebro. En ese estado, se libera dopamina en mayores proporciones; “neurotransmisor que ayuda a activar nuestro sistema parasimpático, relacionado con la calma y con el dormir”.

“La dopamina estimula nuestro aprendizaje y la memoria”, agrega Lorca. Por otro lado, la alegría, la risa genuina y el gozo liberan neuroquímicos (llamados endorfinas), que activan nuestra sensación de satisfacción y placer.

¿Cómo saber si estoy siendo feliz o sólo estoy sintiéndome alegre?

Para darnos cuenta si estamos siendo felices es importante mirarnos y explorar nuestro interior, indica la psicóloga. La profesional, en este caso, invita a realizar un ejercicio simple: preguntarnos si estamos logrando ver lo bueno del día a día, o si sólo nos quedamos con lo negativo.

“¿Pienso bien de mí mismo?, ¿pienso bien de los demás?, ¿me siento satisfecho con mis logros, habilidades y capacidades?, ¿confío en que si estoy pasando por un mal momento, podré salir adelante?, ¿sé cómo disfrutar un buen momento?, ¿sé que cosas alimentan mi espíritu y me llenan de energía?”, menciona Lorca.

“Si la respuesta a estas preguntas es negativa, no hay que alarmarse. En ocasiones cuesta tiempo y crecimiento el lograr un estado de felicidad, lo importante es hacerse cargo y construir ese estado, atesorar momentos alegres, trabajar la autoestima y autoconfianza“, responde Carolina.

Siguiendo tal línea, la experta recomienda analizar nuestros paradigmas y actitudes, mirar con más optimismo lo que nos rodea o sucede, “apreciando los detalles más bellos o positivos de una situación”.

“Por supuesto que hay momentos malos, penas, dolores y frustraciones. Hay mucho sufrimiento a lo largo de la vida también, no se trata de tener un optimismo ciego, sino de poder enfrentar esos momentos dolorosos sabiendo que pasarán y que todos los días tenemos una oportunidad de ser felices“, cerró la profesional.