¿Has subido de peso durante la pandemia? Es posible que por el confinamiento y el estrés por la emergencia sanitaria haya aumentado o desencadenado episodios de ansiedad, los que se manifiestan en una sensación de hambre, entre otras cosas.

Según la Clínica Mayo, los trastornos de ansiedad no tienen un origen claro, pero pueden aparecer por ciertos acontecimientos traumáticos, experiencias de vida e incluso, por un facto genético y otras enfermedades.

Su sintomatología puede empeorar dependiendo del grado y situación que atravieses, pero comúnmente se presenta como una sensación de nerviosismo o tensión, aumento del ritmo cardíaco, respiración acelerada, sudoración, temblores, problemas para conciliar el sueño, además de afectar otro sistemas como el digestivo.

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Sin embargo, también está relacionado con la sensación de hambre, que se caracteriza porque la persona que la padece siente una gran necesidad de comer y que aparece de forma impulsiva e incontrolada. Aunque realmente no tenga hambre, siente que necesita comer para poder satisfacer ese ‘algo’ que le está perturbando, y que no es nada más que un conflicto emocional que no se está resolviendo de forma adecuada.

No obstante, el sitio Infosalus, identificó tres formas para que las personas que padecen ansiedad, puedan reconocer si es hambre real o sólo un síntoma de este trastorno.

1. Necesidad de comer aunque no se sienta hambre fisiológica: esto se manifiesta como un impulso a la hora de comer. Sin embargo, luego de hacerlo, no viene la sensación de saciedad que sí ocurre cuando comemos por hambre.

2. Sentimiento de culpa: suele ser muy común que, después de este ataque de hambre, las personas se sientan culpables porque siguen sin sentirse bien ni satisfechas. Esto es porque el origen de su problema no se ha resuelto con la comida.

3. Comer para estar mejor: hay un trasfondo en esta conducta que persigue un sentimiento de mejora y bienestar por el hecho de comer. Sin embargo, al no resolverse, es habitual que la persona se sienta triste y decepcionada después de comer.

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Esta situación, que también es llamada ‘hambre emocional’, no aparece por una circunstancia biológica ni natural sino que es la respuesta a otra carencia interna. Esta carencia suele estar relacionada con motivos emocionales tales como ansiedad, depresión, aburrimiento o tristeza.

Algunas formas de prevenirla son mantenerse activo, con actividades que disfrutes y te hagan sentir bien; pedir ayuda psicológica, ya que algunos trastornos pueden agravarse al pasar mucho tiempo y evitar el consumo de alcohol y drogas, ya que estos pueden aumentar o provocar la ansiedad en las personas.

Si las cosas emocionalmente no van bien, lo importante sería intentar identificar cuáles son esas emociones que nos están generando una dificultad mayor y, si por nuestra cuenta no somos capaces, consultarlo igualmente con un especialista que nos pueda ayudar y guiar.