El 22 de octubre de 2019, Chile estaba en pleno estallido social. En ese contexto, un grupo de residentes de San Pedro de La Paz decidió protestar en masa con un cacerolazo en el kilómetro 14 de la ruta hacia Coronel, pasadas las 22:00 horas.

En medio de la bulliciosa jornada, un automóvil rojo pasó por el lugar a toda velocidad y sin frenar impactó de lleno al conjunto de personas de todas las edades que se encontraba en la calzada.

El golpe lanzó despedidos a varios de los vecinos, mientras que el vehículo volcó. El conductor, Mario Navarrete de 34 años, fue sacado a golpes.

Dos de los peatones murieron: Cardenio Padro de 37 años, y el pequeño Joel Triviño, de sólo 4.

El padre del menor, Moisés Triviño, lamentó la lentitud de la investigación de la Fiscalía, consignando que el imputado, tras cumplir una semana de prisión preventiva, ahora permanece con una medida cautelar de menor intensidad.

Navarrete conducía con 1.73 gramos de alcohol por litro de sangre, en estado de ebriedad, y en su minuto fue formalizado por homicidio simple, lesiones graves y menos graves, considerando la cantidad de heridos, fracturados, y algunos quien hasta ahora se ven impedidos de caminar.

“Aparte de las dos muertes que provocó, hay alrededor de 25 personas que fueron lesionadas, personas de carácter grave, personas que hasta el día de hoy todavía están postradas en sus camas debido a este accidente”, expresó Triviño.

Según consta en los testimonios expuestos por la Fiscalía en aquella formalización, varios automóviles que pasaron por el lugar poco antes de la tragedia, divisaron al grupo de personas y redujeron la velocidad, lo que no ocurrió con el imputado.