El 22 de julio en Noruega es un día particular. Hace diez años, Anders Breivik, un militante de extrema derecha, mató a 77 personas.

La mayoría fue asesinada en la isla de Utoya, donde jóvenes activistas de izquierda habían organizado un campamento de verano.

Este jueves el reino nórdico conmemora la tragedia, pero aún no hay consenso sobre el atentado y el sentido que se le debe dar.

Utoya equivale al 11 de septiembre en Noruega. En 2011, 8 personas fallecieron en un atentado con bomba contra un edificio gubernamental frente a frente a la oficina del primer ministro en Oslo y 69 otras en la isla de Utoya, en el sur del país, donde Anders Breivik cazó decenas de jóvenes con armas automáticas como animales.

Sin embargo, diez años después, todavía no existe en Noruega un monumento en el cual puedan recogerse los habitantes.

El partido populista Progreso, en el que militaba Breivik, se ha convertido en la tercera fuerza política del país.

Incluso, un tercio de los que sobrevivieron a la tragedia siguen recibiendo insultos y amenazas hoy en día.

¿El regreso de los laboristas?

Astrid Hoem, actual líder de las Juventudes Laboristas, que sobrevivió a las balas de Breivik, dice que es hora de cuestionar la ideología que puso un arma en sus brazos.

“Después de este atentado, se habló de un ataque a toda Noruega. Pero la verdad es que también fue un ataque político al Partido Laborista, que estaba en el poder, y a los jóvenes activistas laboristas”, dijo.

“Hoy es el momento de hablar de este extremismo de derechas, y de preguntarse por qué diez años después este odio sigue ahí”, declaró.

Los laboristas, que según las encuestas podrían volver al poder tras las elecciones del 13 de septiembre, ya han prometido crear una comisión de investigación sobre el asunto.