Laos, enlutado por las más de 130 personas desaparecidas tras el derrumbe de una represa, quiere convertirse en la “batería de sudeste asiático”, por lo que lanzó un programa para la construcción de decenas de represas hidroeléctricas para alimentar a los vecinos países.

La catástrofe, que se produjo el lunes en el sur del país, “era previsible”, indicó a la agencia internacional Agence France-Presse (AFP) el especialista en Laos, Olivier Evrard. La ruptura de una represa liberó 500 millones de toneladas de agua, provocando graves inundaciones que alcanzan incluso a la vecina Camboya.

“La cantidad de obras es totalmente desproporcionada con respecto a las capacidades de control del país. Las autoridades de supervisión, que no tienen las calificaciones y conocimientos necesarios, confían en las poderosas empresas extranjeras que construyen esas estructuras”, aseguró Evrard.

Más de 50 proyectos, financiados principalmente por China, están en desarrollo, según la asociación internacional Hydropower (IHA). Y unas cuarenta centrales hidroeléctricas ya están en actividad.

El 97% del territorio de Laos, un país montañoso y enclavado, abarca la cuenca del Mekong, la que dispone de un gran potencial hidroeléctrico. Las represas son para este país pobre la promesa de ingresos futuros, más aún dado el constante declive de las exportaciones de madera, oro y cobre desde hace varios años.

‘Hasta 40% de peces menos’

Pero las obras hidroeléctricas “plantean problemas de orden ambientales, económicos, sociales y políticos”, destacaba en 2013 un informe de la Escuela Normal Superior (ENS) francesa.

“Degradan los ecosistemas fluviales”, “hacen caer la diversidad y la cantidad de peces”, lo que tiene consecuencias en la productividad pesquera del Mekong, reputada como la más importante de agua dulce en el mundo, según este informe.

Otro documento, publicado en abril de 2018 por la Comisión del Mekong, estima que las reservas de peces podrían decaer “hasta 40%” en la cuenca del Mekong por los múltiples proyectos hidroeléctricos.

Otro problema señalado es que la energía producida no beneficia financieramente a la población local, a diferencia de otros países en donde una parte de los ingresos generados se reserva a sus habitantes.

La población, obligada en muchos casos a dejar sus hogares para permitir la construcción de represas, no aprovecha tampoco de esta nueva electricidad generada ya que la mayor parte se exporta a China y Tailandia.

En total, 90% de la electricidad que iba a producir la represa que colapsó el lunes estaba destinada para exportarse a Tailandia y el 10% para consumo local. La estructura aún no estaba operativa.

La escasa cantidad de electricidad que queda en Laos podría ser suficiente para alimentar a este pequeño país de sólo siete millones de habitantes, pero la red de distribución, sobre todo en las zonas rurales, no está suficientemente desarrollada.

Los ingresos generados tampoco parecen estar a la altura de la ambiciosa política del país.

Numerosos contratos estipulan que las centrales, operadas en su mayoría por empresas extranjeras, serán cedidas al gobierno comunista de Laos en 20 o 30 años, señaló Keith Barney, profesor en la Universidad Nacional Australiana.

El gigantesco proyecto de represa de Xayaburi en el Mekong es fuente de tensiones con Camboya y Vietnam, situados río abajo, que temen sufrir las consecuencias.

Desarrollado por el grupo tailandés CH Karnchang, se evalúa su costo en 3.800 millones de dólares para una potencia de 1.285 megavatios.

Mime Phoumsavanh | Agence France-Presse
Mime Phoumsavanh | Agence France-Presse