A mediados de febrero la plataforma de streaming Netflix agregó un filme que, para muchos, resultó ser bastante curioso y atractivo: hablamos de El Agente Topo, cinta chilena que recientemente fue nominada al Oscar como Mejor Largometraje Documental.

La historia parte graficando el trabajo de Rómulo Aitken, un detective que tiene una empresa de investigaciones privadas. Una de sus clientas le encarga investigar la casa de reposo en la que vive su madre, asumiendo que ésta es maltratada.

Para estos fines el profesional contrata a Sergio Chamy, un abuelo de entonces 83 años que jamás ha trabajado como detective, con el objetivo de infiltrarlo durante tres meses como agente encubierto del hogar.

Tras un entrenamiento tanto tecnológico como del trabajo detectivesco, Sergio tiene problemas para llevar a cabo su misión. Poco a poco descubre que el hogar da una buena atención a sus residentes y comienza a cuestionar su rol, preguntándose por qué la clienta investiga las condiciones de la casa donde está su madre en vez de ir a visitarla.

En ese viaje al interior del hogar de adultos mayores, el topo se convierte en un residente más, hace amistades y descubre la profunda soledad y tristeza con la que vive la gran mayoría de sus integrantes.

Un viaje reflexivo, emotivo, a ratos divertido, que sin duda deja una huella en los espectadores y nos invita a remecer nuestras creencias y puntos de vista sobre un tema a ratos invisibilizado en nuestra sociedad: la precariedad de la vejez en Chile.

No se trata de actores

Si bien en un principio la mayoría pensó que se trataba de una película de ficción con actores contratados, lo cierto es que la cinta es en realidad un documental con personajes reales que la directora, Maite Alberdi (37), logró retratar a la perfección en 90 minutos pese a tener más de 300 horas registradas, tras cuatro meses de grabación.

Fue el detective Aitken quien la dejó entrar en su mundo y documentar el trabajo de la clienta en cuestión, sin embargo, jamás pensaron encontrarse con un personaje tan especial como el de Sergio Chamy, que llevó al filme de ser un documental de detectives a plantear una emotiva reflexión sobre la vida de los adultos mayores en nuestro país.

“La gente parte de eso, (pensar) que es una ficción. Y después se dan cuenta que es real. Y cuando se dan cuenta se da otro nivel de identificación, de empatía y de conexión automática con la historia“, relató Alberdi en conversación con la cadena británica BBC Mundo.

“Y creo que ahí se vuelve universal. La reacción de muchos es de ‘quiero llamar a mi mamá, a mi papá, a mi abuelo’. Nos ha pasado mucho que la gente que ve la película ha comenzado a preguntarse ‘cómo me relaciono yo con mi abuelo, hace cuánto tiempo que no lo llamo, hace cuánto tiempo que no lo voy a ver’“, agregó la directora.

Asimismo, en conversación con BioBioChile, Alberdi indicó que “para los documentalistas siempre es un desafío defender los documentales como películas y creo que este es un hito para nosotros, para entender que los documentales también son películas”, dijo.

Además, comentó que “es un honor que un equipo de mujeres por primera vez esté nominado al Oscar representando a Chile”.

“Estamos viviendo más, pero no estamos con ganas de vivir más”

A juicio de Alberdi, reconocida anteriormente por sus trabajos La Once (2014) y Los Niños (2016), el gran tema que surge a raíz de la cinta “es que estamos viviendo más, pero no estamos con ganas de vivir más”.

“En Chile las tasas más altas de suicidios son en personas mayores de 80 años. Cuando ves esa cifra como que uno no la entiende aisladamente, pero cuando ves la película entiendes lo que está pasando realmente, dónde está esa angustia y cuán aislados ellos están”, comentó.

A ello, agregó que “Yo no creo que sean personas que le tengan miedo a la muerte, porque la muerte está bastante incorporada en su cotidiano. Ellos saben que están viviendo los últimos días”.

“Para mí el tema que los asfixia, el tema que lo aterra, es la soledad. Más que la muerte es la soledad”, finalizó.

Chamy y Alberdi | Revista Sábado

El gran Sergio Chamy

A sus actuales 85 años, Sergio Chamy Rodríguez ha tenido una vida bastante ajetreada. Desde muy joven trabajó en la tienda de ropa de dama de su papá, un inmigrante sirio que apenas llegó a Chile puso una tienda en la capital, en Monjitas con Plaza de Armas.

“Como todos los paisanos, mi papá era tendero. Tenía una tienda de ropa de dama en el centro y una pequeña fábrica de carteras, guantes, cinturones y accesorios femeninos en Recoleta”, contó en conversación con la Revista Sábado.

Tras la muerte de su padre, Chamy debió hacerse cargo del trabajo. Él ya estaba casado y formando una familia, y pese a que mantuvo por mucho tiempo el negocio familiar, años después la crisis económica de Chile en 1982 y la competencia de las importaciones chinas, entre otros problemas, lo obligaron a vender la herencia de su padre.

Pero Sergio no se quedó de brazos cruzados. Se instaló en la comuna de La Reina con una tienda de abarrotes. “Vendía pan, leche, dulces, galletas y cigarros sueltos, que dejaban mucha plata. Me iba fabuloso. Abría a las siete de la mañana y a las 10 de la mañana ya tenía el día hecho, porque circulaba mucha gente de trabajo por el sector. Las demás horas eran un regalo”, dijo.

Si bien todo marchó sobre ruedas en un principio, al tiempo su negocio quebró. “En ese tiempo se usaba mucho la libreta para pedir fiado. Al principio funcionaba, pero después la gente comienza a abusar, ¿ve? Se demoraban en pagar y de repente se perdían mucho tiempo. Quebré. Me mandaron a la lona”, comentó.

Del tedio al estrellato

Tras ello pasó por el Programa de Ocupación para Jefes de Hogar (POJH), donde hacía y deshacía plazas. Trabajó en una isapre, una bencinera, manejó un restorán de comida italiana y fue vendedor de una viña. Luego vino la jubilación, pero el tedio de los llamados “años dorados” lo motivaron a buscar algo más.

Fue en esa búsqueda, y mientras su señora estaba enferma, que postuló al aviso de trabajo publicado en El Mercurio que le dio el trabajo de espía. Su esposa, Elena, no alcanzó a celebrar con él ya que falleció meses antes.

Sobre el proceso que lo llevó a postular al trabajo que le dio fama internacional, “Dije, qué diablos, ya no puedo seguir de vagoneta, qué voy a hacer, porque ando puro bartoleando” comentó a la revista. Y el resto es historia.

La dolorosa crítica de Sergio

En dicha conversación, Chamy recordó con cierta tristeza su paso por el hogar de adultos mayores en el que vivió durante tres meses, y tuvo duras críticas contra la forma en que algunas familias cuidan de sus ancianos.

“Aún no me cabe en la cabeza cómo pueden haber familias que van a dejar a los abuelos a un hogar y los abandonan. Es una triste realidad. Es como dejar una mesa ahí, porque ya no te sirve. Conocí a la Rubina, una dama, se veía una señora muy fina, culta en su conversación, pero estaba sola. Un día le pregunté a una de las porteras, señora María, ¿a la Rubina no la vienen a ver? No, al principio venían una vez a la semana, después cada 15 días, después una vez al mes, y luego nada de nada“, dijo.

“Un día le conseguí fotos de su familia, porque a lo mejor la ayudaban a recordar. Las empezó a ver y estaba que se le caían las lágrimas de la emoción. Parece que era una familia acomodada, porque en las imágenes se veía que iban los fines de semana a la costa y que viajaban a varios países. Los hijitos la pasaban del uno. Cómo no iban a tener unas chauchas para venir a verla. Eso me empelotó“, agregó sobre uno de los momentos más emotivos de la cinta.

Chamy también tuvo palabras sobre Petita, la escritora que vivió en el hogar. “La quise mucho, me sentaba al lado de ella, le tocaba sus manitos arrugabas, se las sostenía y pensaba: estas manos, cuántas cosas habrán hecho en su vida, tuvo marido, crió hijos, nietos, dio su vida por ellos y ahora, ¿su familia qué da por ella? Cuando murió, nadie fue a su funeral. Sólo los del hogar”.

Actualmente, Sergio vive en un departamento con la menor de sus tres hijos, Dalal -quien también aparece en el filme-, además de su yerno y sus nietos, con quienes disfruta esta nueva etapa de su vida tras quedar viudo y encontrar la fama.

La dura realidad del hogar de ancianos

El Agente Topo fue grabado en el Hogar de Ancianos San Francisco de El Monte, en la Provincia de Talagante, lugar que dio vida a las peripecias de Sergio y sus residentes.

Sin embargo, un reportaje de Canal 13 evidenció que el recinto no está pasando por un buen momento en la actualidad, afirmando que se encuentra golpeado por la crisis sanitaria y la falta de recursos.

Y es que el coronavirus, también sumado a causas naturales, hicieron que muchos de los participantes ya no estén con nosotros. “Fallecieron muchos abuelitos aquí en el hogar. Varios de ellos salían en la película. Y también les afectó a ellos (la pandemia), abuelos que eran súper autovalentes, hoy en día dependen mucho de nosotros”, contó Jessica Bravo, cuidadora del hogar.

Por su parte, Rodrigo Apablaza, Director subrogante del hogar, agregó que debido a que el recinto no pasa por su mejor momento, están abiertos a lo que terceros puedan aportar de manera desinteresada. “La alimentación de los residentes es fruta, verduras, todo lo que tenga que ver con alimentos siempre es bienvenido. Obviamente también los recursos monetarios“, dijo.

Finalmente, Bravo comentó que los residentes “Tienen problemas con el agua, y yo que baño a los abuelos, encuentro que es lo que más necesitamos. Ellos siempre tienen que bañarse con agua calentita y tenemos que arreglarnos, de una u otra forma, para bañarlos con su agua calentita”.

El hogar | Gravitas Ventures

Muestras de cariño

Pese a los problemas actuales, lo cierto es que la gente ha demostrado su apoyo a los abuelos del hogar con bonitas iniciativas.

En conversación con Canal 13, una de las dueñas de un quiosco frente al recinto comentó que, tras ver El Agente Topo, varias personas le han ido a comprar revistas y sopas de letras para regalárselas a los residentes.

Paralelamente, a fines de febrero se dio a conocer la linda sorpresa que se llevaron dos de las protagonistas, Marta y Rubira, quienes recibieron hermosos ramos de flores de parte de una persona anónima.

Y es que el filme de Maite Alberdi ha provocado grandes emociones en el público, las que sin duda volverán a remecernos el domingo 25 de abril, cuando la cinta compita por el galardón a Mejor Documental en la 93ª ceremonia de entrega de los Premios Oscar.

🔴Ellas son Marta y Rubi ambas son residente y parte del Hogar San Francisco de El Monte, lugar donde se filmó la…

Publicado por Talagante Mi Pueblo en Jueves, 25 de febrero de 2021