Para acercarse a esta narración coral se necesita sentir los latidos poéticos y materiales con que el autor Rodrigo Morales recupera la voz de una mujer que rememora aspectos de su vida, luego de su detención y desaparición forzada, hasta que las generosas olas del mar la devuelven a una playa para vergüenza de sus verdugos.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

Es importante subrayarlo, porque en esta propuesta la palabra hablada y las inflexiones de las tres actrices habitan por completo el amplio espacio de un escenario donde la bruma, la densidad de la neblina y su invisible flotar es un elemento esencial que acompaña una narración que vive y revive en primera persona.

“Oleaje” tiene como referencia un hecho verdadero y brutal: la profesora Marta Ugarte Román fue detenida en 1976, torturada en el campo de exterminio de Villa Grimaldi y, luego, lanzada al mar en un saco amarrada con alambres de púa y un riel por la tripulación de un helicóptero Puma del Ejército de Chile.

Oleaje

Ventanas para (no) mirar

“Esta noche trae temblores” anuncia el autor, a través de una de las integrantes del elenco, al inicio de la obra: “Su posibilidad es delirante” agrega como si fuera el primer golpe de un oleaje devastador.

Después, a través de una estructura que se mueve como si fueran las pulsaciones cambiantes de las ondas marinas -distinto tamaño, cadencias sin orden lineal, con suavidad o fuerza-, lo concreto y lo metafórico mantiene siempre en equilibrio una mezcla de historia de Chile y personal.

Ciertas palabras en solitario o en grupo son claves para configurar la extensión y profundidad del relato: oleaje, mi nombre, camino descalza por la orilla; hablar de política, yo ya había entendido algunas cosas… aluden a inicios vitales como “mi nombre ya no es oscuro”.

Los recuerdos familiares, especialmente, de sus hermanas o el sillón con su papá, vuelven a dar paso a la política, un motor que definirá su vida, concebida como fuego, viaje, abandonos, torre (Villa Grimaldi).

Y entre ella y el entorno, apenas una ventana para mirar y no mirar, esconderse o toparse con la soledad de los vivos, que a veces se puede cerrar para todo un país.

La obra toma posición clara: opone la vida y la libertad -como la vivida en la infancia, adolescencia y juventud-, con los “cementerios y campos de concentración” de dictaduras que no se nombran, aunque aparecerán en el radar del espectador de manera inevitable.

Fauces del cautiverio

Cuerpo carneado entero, cadáver y playa, nuevamente oleaje, orilla (lejos del espacio infinito) son otras palabras-ideas-sentires con que el relato enfrenta las fauces del cautiverio y de la bestia insaciable, el Puma (que no es el animal que mata para alimentarse).

La obra, siempre a través de la palabra hablada, reiterará esa doble circunstancia vital que propone, estar presente y ausente, como si el tiempo pudiera ser traspasado, a través de una leve fisura.

A su vez, el concepto saco-ciudad, inseparable de helicóptero-agua en sobrevuelo por el mar aluden en este caso a un cuerpo símbolo de todos los cuerpos.

Oleaje

Quebrantos en el mar

La capacidad del texto y la proyección de sus sugerencias se mantendrán hasta el final como soportes que dan sustento a la bruma del escenario y a ésta en su conexión con Torre + Villa + Grimaldi, símbolos de oscuridad y, literalmente, de quebranto que debe ocultarse en el fondo el mar.

Llama la atención que las opciones inmateriales neblina, luz y sonido hayan sido las elegidas para sostener el enorme peso y densidad de cuerpos, torre, suelo, arena, playa, frío, oscuridad.

Esta vez, en su múltiple sentido, desdibuja al elenco en escena, alude al horror, parece querer trabar la emisión de la voz y se hace dúctil hasta ceder ante el impulso de la palabra.

En realidad, en “Oleaje” Marta Ugarte habla sobre cuerpos, torre, suelo, helicóptero, arena, playa, frío, puma, oscuridad, agua, carne carneada, manos, sangre, alambre, ciudad, saco, país, Chile… Una voz con voces que seguirán resonando hasta saberlo todo.

Oleaje

Dramaturgia: Rodrigo Morales
Dirección: Constanza Thümler y Angelo Olivier
Elenco: Cia. Ensayo del Desastre (Claudia di Girolamo, Francisca Márquez y Constanza Thümler)

Compositor y Diseño Sonoro: Sebastian Carrasco
Diseño Contenido Instalación Lumínica: Esteban Fuica
Jefa Técnica e Iluminación: Macarena Sides
Técnico Música y Sonido: Nicolás Bascuñán
Visualista: Kurt Malonnek
Producción: Olivier & THümler
Coproducción: Corporación Cultural de Quilicura
Advertencia: Luces estroboscópicas que pueden afectar a personas fotosensibles

Matucana 100
Viernes y sábado, 20.30 horas; domingo 18.30 horas.
Entradas $ 3.000, $ 5.000 y $ 7.000.
Hasta el 11 septiembre 2022.