Aunque de cierto modo nos han simplificado la vida, todos somos testigos de cómo los smartphones se han transformado en una obsesión masiva que interrumpe cenas familiares, citas, encuentros con amigos y hasta reuniones de trabajo. Seguramente, más de una vez le has hablado a alguien que ni siquiera te mira a la cara por revisar su celular, lo que es molesto e incómodo.

Tras ver repetidamente esta situación, el fotógrafo residente en Londres, Babycakes Romero, desarrolló un proyecto llamado La Muerte de la Conversación, que consiste en una serie de retratos de personas absortas en sus teléfonos mientras supuestamente “comparten” con otros.

“Era algo que yo veía una y otra vez, y he experimentado de primera mano. Originalmente me llamó la atención, ya que había cierta simetría en estas personas simultáneamente bloqueadas y separadamente realizando la misma acción y apelé al nivel visual, pero a medida que continué me di cuenta de la tristeza inherente del proceso”, comentó el artista en declaraciones recogidas por el diario británico The Telegraph.

Romero dijo que vio que los teléfonos inteligentes se estaban convirtiendo en una barrera para la comunicación personal. “Vi cómo la gente los utilizaba como apoyo social para ocultar su incomodidad, para llenar el silencio, pero a medida que continuaba observando y documentando este fenómeno moderno, sentí que los dispositivos realmente estaban causando incomodidad y silencio. Básicamente permiten a la gente retraerse en lugar de participar”, aseguró.

Según el artista los modales o normas de etiqueta relacionados con el uso de celulares en público parecen haber desaparecido.

“El dispositivo tiene prioridad sobre la persona que está presente y que se siente mal. Es una forma de rechazo y baja la autoestima de quien es sustituido por un dispositivo. Creo que también pone de relieve una creciente sensación de auto-absorción en las personas, ya que prefieren centrarse en su mundo en su teléfono en lugar de hablar con el individuo que tienen en frente”, afirma Romero.

Para el fotógrafo, parece haber una tendencia creciente de personas que prefieren la comunicación digital que la cara a cara. “Si estás protegido detrás de una pantalla y armado con un teclado no sufres las mismas ansiedades e incomodidades que en persona lo que se convierte en una instancia más deseable”, expresa.

“No tienes que pensar qué decir sobre la marcha, puedes elegir tus respuestas con cuidado y no bajo presión, no tienes que pensar en escuchar o donde mirar. Todas esas ‘pruebas’ mentales se evitan si te conectas a través de la tecnología”, dijo Romero, añadiendo que le parece increíble que la gente esté optando por la comunicación digital cuando ya están en la compañía de otras personas, lo que muestra que muchos “prefieren conectarse con alguien que está en otra parte que alguien que está en su espacio directo”.

El artista indicó que estas personas no parecen presentes en el mundo real, ya que están “conectadas” a un mundo virtual que ellos mismos crearon. “No tengo nada en contra de la tecnología, pero creo que está empezando a afectar la cohesión social y tenemos que saber cuándo hay que apagarlo (teléfono) o nos convertiremos en personas permanentemente desconectadas de los demás”.

A él también le parece extraño que la gente obtenga más placer de los “abrazos informáticos” que de los reales. “Personalmente encuentro a la comunicación digital bastante estéril y un muy pobre sustituto de la comunicación cara a cara, pero se puede ver que un montón de gente está buscando más y más en el mundo virtual”, agregó.

“Creo que el aumento visible de narcisismo podría ser el factor que inclina, ya que saben que cada cosa que llega a tu dispositivo está conectada de alguna manera con ellos, mientras que en la conversación no siempre se es el foco. Es casi como si estuviéramos empezando a ser incapaces de procesar la vida de otra persona, porque hemos llegado a ser demasiado preocupados de la nuestra”, opinó.

Romero indicó que a través de sus fotografías espera que algunos al menos reflexionen en torno a cómo usan sus teléfonos y se cuestionen si lo están haciendo bien.

El fotógrafo asegura que hasta ahora ha recibido una buena respuesta, y cientos de comentarios, tanto defensivos como de personas que confiesan que han hecho un mal uso de su smartphone.

“Espero que ahora, al menos, los que sufren a manos de sus parejas, familias y amigos (por el celular) puedan enfrentar este uso y establecer algunos límites básicos. El auge de los teléfonos inteligentes ha sido tan rápido que no hemos tenido tiempo para trabajar en normas sociales al respecto”, finaliza.

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