Estados Unidos realizará vuelos de reconocimiento en Siria para preparar eventuales ataques aéreos contra los yihadistas del Estado Islámico (EI), a los que Washington ya bombardea en Irak y cuya fulgurante progresión preocupa a Occidente.

El régimen de Damasco, fustigado por Occidente por la represión de la oposición desde el inicio del conflicto en 2011, dijo el lunes que está dispuesto a cooperar con la comunidad internacional, incluso con Washington, para luchar contra los yihadistas.

Eso sí, subrayó que todo ataque en su territorio debía hacerse con su cooperación, pues de lo contrario lo consideraría una “agresión”.

Estados Unidos, que ha llevado a cabo un centenar de ataques aéreos contra las posiciones del EI en el norte de Irak desde el 8 de agosto, planteó la semana pasada la posibilidad de extender estos ataques a la vecina Siria, tras la decapitación del periodista estadounidense James Foley por parte de combatientes del grupo ultrarradical sunita.

Según un alto funcionario estadounidense, preguntado por la AFP, Washington está a punto de enviar aviones espía y drones a Siria para rastrear a los yihadistas y preparar el terreno a eventuales ataques.

El jefe del Estado Mayor conjunto norteamericano, el general Martin Dempsey, subrayó que el EI suponía “una amenaza regional que pronto será una amenaza para Estados Unidos y Europa”.

“¿Se los puede vencer sin atacar a la parte de la organización que se encuentra en Siria? La respuesta es no”, afirmó.

El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, precisó sin embargo que el presidente Barack Obama “no ha tomado (aún) una decisión” sobre los ataques aéreos en territorio sirio.

La Casa Blanca ha dado claramente a entender que Estados Unidos estaba dispuesto a actuar sin el acuerdo de Damasco.

- Situación incómoda -

Esta nueva configuración coloca a Washington en una situación incómoda.

Numerosos países occidentales, empezando por Estados Unidos, y también árabes han reclamado la caída del régimen del presidente Bashar al Asad, por reprimir violentamente desde 2011 un movimiento de protesta popular, convertido desde entonces en una insurrección armada cada vez más compleja.

“No consideramos que estemos en el mismo bando simplemente porque haya un enemigo común”, trató de explicar el lunes Jennifer Psaki, portavoz del Departamento de Estado.

Pero para el diario sirio al Watan, cercano al poder, la decapitación de James Foley “demostró la necesidad de dialogar de nuevo con Damasco”.

“Establecer una coalición internacional contra el terrorismo podría convertirse en una opción obligatoria (…) aunque las señales todavía no han aparecido claramente”, estimaba el martes.

El avance del EI, que se ha apoderado de amplias partes del territorio iraquí desde el inicio de su ofensiva el 9 de junio, preocupa a la comunidad internacional.

La alta comisionada de Naciones Unidos para los Derechos Humanos, Navi Pillay, acusó a los yihadistas de “limpieza étnica y religiosa” en los territorios que controla.

En Siria, el EI se hizo el domingo con el aeropuerto de Taqba, último bastión del régimen en la provincia de Raqa (norte).

Pero del otro lado de la frontera, las fuerza kurdas e iraquíes lograron sin embargo avanzar contra el EI. El lunes retomaron tres localidades al noreste de Bagdad y una de las principales carreteras controladas por el EI.

En todo Irak se han multiplicado los atentados en los últimos días.

El martes por la mañana, en plena hora punta, al menos 10 personas murieron al explotar un coche bomba en medio de un cruce de carretera en el este de Bagdad, según las autoridades.