Los Ministros de Finanzas de siete potencias mundiales G7 reafirmaron este sábado su objetivo común de encontrar fórmulas para afianzar la frágil recuperación de la economía mundial y se comprometieron a continuar con su política de estímulo, tras una reunión informal en la ciudad de Iqaluit, en el norte de Canadá.

“Seguiremos poniendo en marcha la política de estímulo con la que cada uno se comprometió y buscaremos las estrategias de salida”, indicó el ministro canadiense, Jim Flaherty, durante una conferencia de prensa para resumir los resultados de la reunión.

“Estamos decididos a continuar sosteniendo nuestras economías hasta que se establezca una recuperación económica sólida”, dijo por su parte el ministro de Finanzas de Gran Bretaña, Alistair Darling.

“Debemos asegurarnos que no comprometeremos la recuperación económica mundial”, dijo a su vez el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner.

Durante la reunión, el G7 también se comprometió a “anular toda la deuda bilateral de Haití”, devastado por el sismo de 12 de enero declaró Flaherty.

Invitados por Canadá, los miembros del G7 (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido), llegaron hasta el gélido norte canadiense para analizar la situación económica mundial.

Las autoridades se encuentran ante un nuevo ataque de ansiedad de los mercados financieros mundiales. Aunque Wall Street terminó en alza el viernes, las bolsas en Asia y Europa cerraron la semana con una espectacular caída ante el temor de que países como Grecia, Portugal y España no pueden resolver solos sus graves problemas de deuda.

Es un momento delicado para los tres representantes de la zona euro (Alemania, Francia e Italia), que deben demostrar que la unión monetaria de 16 países del Viejo Continente mantiene su credibilidad.

El euro cayó el viernes a su nivel más bajo frente al dólar desde mayo, y frente al yen desde abril.

Pero las otras potencias del G7 tampoco tienen las cosas fáciles. En Estados Unidos las cifras de empleo publicadas el viernes muestran la dificultad de reactivar el mercado laboral; en Japón, la economía parece estar en convalecencia perpetua y en Reino Unido, el crecimiento sigue siendo débil.

Lo más fácil sería designar un chivo expiatorio, como China, con su moneda, el yuan, infravalorada, y su crecimiento de 10% previsto para este año.

Pero los países del G7 tienen sus propios males. Por una parte, acumulan una deuda pública total superior a 30.000 millones de dólares, y el financiamiento de su déficit impone un considerable estrés diario a los mercados.

Por otra parte, los bancos, especialmente los estadounidenses, son la causa de la actual crisis económica, y los gobiernos deben elaborar un reglamento financiero armonizado que evite la repetición de los abusos del pasado.

A Estados Unidos, especialmente, le urge encontrar fuentes de creación de empleo para poder abandonar los costosos planes de estímulo.

“Todos coincidimos en que es necesario un mayor estímulo. No hemos visto ningún crecimiento estable ni un reemplazo adecuado de la demanda pública por la demanda privada”, dijo Flaherty el viernes.

Los delegados del G7 inauguraron formalmente sus negociaciones el viernes, en el restaurante de un hotel de Iqaluit, capital del territorio inuit de Nunavut.

Canadienses y europeos viajaron en trineos tirados por perros en la congelada Bahía de Frobisher, una experiencia cultural de los indígenas inuit que estadounidenses y japoneses se perdieron por llegar al atardecer.

Además de los delegados del G7 de cada país, participan en la cita los funcionarios del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Comisión Europea.