El cansancio y las altas exigencias de la vida actual son detonantes de lo que comúnmente llamamos estrés que, en síntesis, es un conjunto de reacciones fisiológicas que nos preparan para la acción. Es decir, en niveles moderados, el estrés es muy útil, ya que incentiva y motiva el rendimiento, sin embargo, ¿qué pasa cuando su nivel supera la capacidad de reacción de un individuo?

La Fundación CIEN, Cultura y Ciudad tiene, como uno de sus objetivos, sociabilizar las neurociencias y analizar el impacto que genera en la educación. Es por eso que temas relacionados al cerebro y su comportamiento son de suma relevancia para establecer relaciones científico-educativas.

El estrés, sin duda, ha sido motivo de múltiples estudios en las neurociencias, sobre todo, por su relación con las distintas respuestas de nuestro organismo, ya sea a nivel emocional, biológico y conductual. Sin ir más lejos, la relación del cerebro con nuestra cotidianidad se evidencia en situaciones moderadamente estresantes, ya que el estrés activa el sistema neuroendocrino, envía una señal a la hipófisis, la que vía hormonal, activa las glándulas suprarrenales estimulando la liberación de glucocorticoides -cortisol-, el cual incrementa los niveles de glucosa en todo el organismo, permitiendo que los órganos trabajen con mayor eficiencia.

Gabriela Díaz-Véliz, neurocientífica y directora de la Fundación CIEN, explica que existen ciertas complicaciones en situaciones de estrés prolongado o de gran intensidad, ya que puede generar algunas patologías, como la ansiedad y la depresión: “El incremento de cortisol es beneficioso en pulsos cortos, pero si pasamos de un cuadro de estrés moderado a uno crónico, se pueden observar varias reacciones perjudiciales: dificultad para dormir, aumento o pérdida del apetito, cansancio, baja motivación, irritabilidad constante, dolor de cabeza, estómago, espalda, adicciones, etc.”.

Efectos del estrés crónico sobre la memoria y el aprendizaje

Un estrés de gran intensidad, o moderado, pero prolongado en el tiempo, provoca un exceso de cortisol y cambios transitorios o permanentes en el hipocampo, deteriorando la cognición y afectando los procesos de consolidación de la memoria, además de las funciones ejecutivas, generando que las personas tengan más dificultades para organizar y enfrentar las demandas de la vida diaria.

“El hipocampo, es una importante estructura del sistema límbico que, además de procesar reacciones emocionales, participan en el aprendizaje y la memoria, viéndose afectado en situaciones de estrés incontrolable. Además, está íntimamente ligado con la transformación de la memoria de corto plazo a una de largo plazo, por lo que su daño produce incapacidad para establecer nuevas memorias, y por consecuencia para aprender”, explica la directora de la Fundación CIEN.

Sobrecarga académica como factor de estrés crónico

A comienzos de este año fuimos testigos de las demandas de estudiantes universitarios por el estrés que significaba la sobrecarga académica a la que eran sometidos. Esto puso una alerta sobre la salud mental de nuestros estudiantes. Este tema también ha sido motivo de investigación por la Prof. Gabriela Díaz-Véliz, quien el año 2016 publicó un estudio, realizado a estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, en el cual encontró que un importante porcentaje presentaba altos niveles de ansiedad, llegando, incluso, a ser severa.

“Respecto a los factores generadores de estrés académico, las tres principales fuentes de estrés resultaron ser, precisamente, la sobrecarga académica, en primer lugar, seguido de la falta de tiempo para cumplir con las actividades académicas y la realización de un examen. Por lo tanto, la recomendación a los profesores, para obtener los mejores resultados de aprendizaje, es disminuir el estrés negativo en la sala de clases, ya que a niveles moderados estimula el aprendizaje”, indicó.

“Esto lo reconocemos en la sala de clases cuando hay un ambiente de confianza y respeto, cuando se adaptan los desafíos y metas a las capacidades del estudiante y cuando hay un buen manejo de los tiempos para permitir que todos alcancen adecuadamente sus aprendizajes. Un estrés negativo, en cambio, está caracterizado por constituir un ambiente amenazante para el estudiante, cuando los desafíos y metas están poco claros, y sobre todo cuando las actividades son agobiantes”, detalla Gabriela Díaz-Véliz.

Es importante señalar que no todos los individuos presentan la misma vulnerabilidad frente al estrés. Así, la evaluación de una misma situación puede variar bastante de un individuo a otro. “Algunos factores que se pueden mencionar son: la disposición personal, vivencias anteriores, entorno familiar, personalidad, destrezas y estrategias de superación y resistencia o resiliencia”, finaliza la directora de la Fundación CIEN.

La Fundación CIEN, Cultura y Ciudad, prepara para las próximas semanas un encuentro que permitirá entender sobre este tema y otros relacionados al funcionamiento del cerebro y las repercusiones que puede tener en la educación.

“Jornadas Internacionales Aprendizaje, Educación y Neurociencias”, será el nombre del encuentro que se realizarán este 21 y 22 de octubre, en Santiago, y el 23 y 24 del mismo mes, en Concepción.