Un regimiento especial formado sólo por mujeres, hábiles pilotos que podían perderse con facilidad en los cielos sin ser detectadas para bombardear en plena Segunda Guerra Mundial.

Brujas de la noche fue el nombre de un especial grupo de mujeres que luchó durante la Segunda Guerra Mundial que sorprendió por su audacia, pero también su capacidad de aprendizaje y combate, que sorprendió durante la época.

Se trata de un regimiento de elite que trabajó combatiendo a los alemanes en el aire, siendo hábiles mujeres soviéticas que vencieron, casi sin recursos y luchando en un mundo donde no eran bienvenidas. Pese a eso, fueron útiles para el “Ejército Rojo”.

Vivieron la guerra como hombres, sufriendo la dureza de ser capturadas, muriendo de la forma más cruel, cayendo de su avión sin paracaídas, pero también probándose constantemente frente a sus compañeros, quienes no escatimaron en disminuirlas y criticar sus habilidades como pilotas, o el valor que podían tener en un combate.

Poco reconocidas por los rusos, pero con una historia fascinante, las “Brujas de la noche” se ganaron su espacio en la historia.

Brujas de la noche o los ángeles de Stalin

En plena Segunda Guerra Mundial nadie pensaría que las mujeres irían a la guerra, sin embargo, la Operación Barbarroja, donde los Nazis intentaron invadir la Unión Soviética, llevó a una acción desesperada por parte de los rusos, quienes no dudaron en ordenar que las mujeres se incorporaran a la guerra.

Según rescató National Geographic más de un millón de mujeres acudieron al llamado y se alistaron en el Ejército Rojo. Entre ellas estuvo Marina Raskova, quien fue la precursora para que se armara un regimiento de aviadoras.

Raskova no era cualquier persona, sino que fue la primera mujer navegante de la URSS, participó en vuelos de larga distancia en 1938 y fue reconocida como “Heroína de la Unión Soviética”, por lo que tenía una gran habilidad al frente de los aviones, algo que compartió con sus compañeras.

En 1941 se formaron tres batallones con 115 mujeres entre los 17 y 22 años denominados ‘División 586’, ‘División 587’ y el ‘Regimiento 588 de Bombardeo Nocturno’, la pesadilla de los alemanes.

Tuvieron una preparación especial, con sólo seis meses de entrenamiento para aprender a ser expertas pilotos de combate, un tiempo récord considerando que sus compañeros usualmente recibían educación por un año y medio.

Su primera orden fue asemejarse a sus compañeros, cortando sus rubias melenas con el objetivo de ser más parecidas a ellos y no ser reconocidas por el ejército opositor. Además, recibieron uniformes masculinos y botas que generalmente debían rellenar, ya que eran muy grandes para sus pies.

Las jóvenes tampoco lo tuvieron fácil a la hora de ir a combatir, considerando que su equipamiento de guerra fueron unos anticuados aviones Polikarpov 2, biplanos de los años veinte dedicados a tareas de fumigación y entrenamiento que no ofrecían la protección que necesitaban en el helado invierno del hemisferio norte, por lo que constantemente peligraban sufrir congelación a bordo de las naves.

Sin embargo, nada de esto impidió que en junio de 1942 realizaran su primer vuelo de combate, los que efectuaban con la cabina del avión abierta, sin mapas ni radios y volando a baja altura para evitar ser detectadas mientras lanzaban bombas que generalmente iban en su falda, debido al diminuto espacio con el que contaban las naves de combate.

El ruido que generaban los aviones para los alemanes era comparable al de una escoba, por lo que de ahí que nació el apodo “Brujas de la Noche” ya que estas hábiles pilotos tenían entre 10 y 15 salidas nocturnas para atacar al enemigo, la que siempre realizaban en grupos de tres compañeras.

Para Stalin la audacia y valentía de estas pilotos se transformó en un capital de guerra debido a los múltiples bombardeos nazis, por lo que para él sólo eran sus ángeles.

Un sistema machista

Pese a que fueron parte del regimiento más osado y hábil que combatió en la Segunda Guerra Mundial, esa valentía no sirvió para que estas mujeres escaparan del machismo de la época y tuvieran que estar constantemente probando su expertiz en el combate.

Sufrieron la discriminación de sus pares masculinos, quienes las ninguneaban llamándolas “muñecas” y muchas veces gritaron “¡A cubrirse, hay chicas tratando de aterrizar!” cuando llegaban a apoyarles. Raisa Belyaeva contaba que un comandante le dijo “No quiero enviarte de misión, eres demasiado guapa”.

El País describe las situaciones humillantes que tuvieron que vivir indicando que incluso en la vestimenta que recibieron sólo había calzoncillos.

Detalla las palabras de la investigadora Lyuba Vinogradova, quien a través de su libro “Las brujas de la noche (Pasado y Presente)” destaca “las lágrimas cuando les cortaban las trenzas, el acoso y las chanzas de los compañeros pilotos masculinos, habitualmente pasados de vodka”.

Añade que también confeccionaban su propia ropa interior, lo que resultaba también una humillación a los alemanes, considerando que el material que utilizaban era la seda de los paracaídas que obtenían de los paracaídas de los germanos derribados.

Esto último resultaba una humillación mayor para los pilotos del Reich, quienes además de ver cómo utilizaban sus elementos de seguridad en confeccionar ropa interior, tenían que vivir con que una mujer los hubiera derribado en combate.

Aunque la habilidad de las mujeres al volante de los aviones era reconocido por Hitler, quien llegó a entregar la condecoración más alta del ejercito alemán, una cruz de hierro, a quien derribara a alguna de las “brujas”.

Incluso llegó a crear un regimiento alemán de combate nocturno para contrarrestar las acciones de las ‘brujas de la noche’, aunque también difundió el rumor de que los soviéticos mejoraban la visión nocturna de estas mujeres con una medicina experimental, con el objetivo de disminuir la humillación de sólo ser atacados por mujeres, hábiles mujeres.

Aunque cuando Marina Raskova falleció en combate, se celebró el primer funeral de estado de la Segunda Guerra Mundial y sus cenizas fueron enterradas en el Kremlin. Las ‘brujas de la noche’ no tuvieron un mayor reconocimiento por su labor en la guerra.

Según consigna National Geographic “las brujas nocturnas fueron excluidas del desfile del día de la victoria en Moscú y algunas de ellas, como Polina Guelman, Irina Rakobolskaia, Raísa Arónova o Lilya Litvyak, nunca fueron homenajeadas”.

De esta forma, las 32 combatientes que cayeron piloteando por los rusos y las 23 que sobrevivieron a la guerra fueron ignoradas por la historia, aunque lograron mucho más que sus pares masculinos y en mucho menos tiempo.