Con la población mundial duplicándose en apenas 50 años, la noción de una “crisis de despoblación” parece una idea contradictoria. Sin embargo, a pesar de estos números, las alarmas están sonando en diferentes países a propósito de un drástico descenso en las tasas de natalidad.

En el año 1 después de Cristo, la población mundial era de alrededor de 250 millones de habitantes. Para tener una referencia, actualmente, en Estados Unidos viven 333 millones de personas y, en China, 1.412 millones. No fue hasta 1650 que la cifra se duplicó, y recién en el año 1900 la población mundial alcanzó los 2.000 millones de personas.

Poco después, en 1970, llegamos a los 4 mil millones de personas sobre la tierra y, desde 2022, ya somos 8.000 millones. Se estima que harán falta quince años para alcanzar los 9.000 millones. Es decir, en 2037.

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Si somos tantas personas en el mundo, ¿por qué existe preocupación sobre un descenso en las tasas de natalidad? Existen diferentes implicancias y factores a considerar cuando se analiza este fenómeno. Una de las más mencionadas es, por ejemplo, que la esperanza de vida aumenta a la vez que los nacimientos disminuyen, es decir, se genera un envejecimiento de la población.

¿Somos muchos o muy pocos?

Una crisis demográfica se refiere a una situación en la que existe un desequilibrio significativo en la población, lo cual puede ser causado por diversos factores y tiene distintas manifestaciones, dependiendo del contexto histórico y geográfico.

Si bien la humanidad ha crecido a un ritmo exponencial en los últimos cientos de años, las proyecciones vaticinan que esto llegará a un punto de estabilización en algún punto durante este siglo, ocasionado mayormente por una disminución en las tasas de fecundidad.

Esta situación presenta desafíos relevantes en cuanto a la sostenibilidad económica y social. Especialmente, porque las personas en edad “productiva” son superadas, con creces, por quienes ya están en edad de retiro.

A pesar del temor a que la población joven sea, en el corto plazo, demasiado baja como para sostener las economías, los servicios y las sociedades, desde el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) los especialistas afirman que el descenso de la natalidad no aboca necesariamente una catástrofe. Se trataría más bien de una transición demográfica, relacionada con el incremento de la esperanza de vida.

Según explica la Biblioteca Nacional de Chile, la teoría de la transición demográfica sostiene que, inicialmente, “las tasas de crecimiento de la población fueron relativamente bajas por efecto de las altas tasas de mortalidad y fecundidad”.

“En una segunda etapa, la disminución de la mortalidad y la permanencia de una alta fecundidad ocasionan un aumento de las tasas de crecimiento. Más tarde, se produce una caída más pronunciada de la fecundidad y, como consecuencia, una reducción en la tasa de crecimiento de la población. Por último, se tiende a un equilibrio, donde la baja mortalidad y fecundidad observada dan origen a un bajo crecimiento de la población”.

¿Por qué este cambio demográfico?

Los motivos de esta etapa de transición demográfica son variados. Por un lado, esta situación se ve influida por factores que pueden considerarse positivos, como el empoderamiento de las mujeres en cuanto al momento en sus vidas en que deciden ser madres y el aumento de la esperanza de vida debido a avances en la medicina.

Sin embargo, los expertos también aluden a que se deben considerar elementos como los elevados costos que implica tener y mantener un hijo, así como las pocas facilidades que muchas veces significa compatibilizar una vida laboral con la maternidad.

La situación demográfica en Chile

Según datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas, la única región del mundo en la que se espera un descenso global de la población a corto plazo (hasta el 2050) es Europa, donde se vaticina un crecimiento del -7%. Está previsto que la población de otras regiones —Asia Central, Sudoriental y Meridional, América Latina y el Caribe y América del Norte— continúe aumentando, pero que llegue a su máximo antes de 2100. ¿Sigue Chile la tendencia de Latinoamérica?

Hace poco, el Registro Civil dio a conocer que en 2023 solo se registraron 173.920 nacimientos en el país, la cifra más baja en una década y que evidenció las bajas tasas de natalidad.

Estadísticamente, se habla de que en Chile nacen 1,3 hijos por mujer. Como referencia, Perú tiene una tasa de 2,2; Argentina una de 1,9; Francia de 1,8 hijos por mujer; Estados Unidos de 1,6; y Hungría de 1,6. Como dato, 2,1 es lo considerado necesario para mantener una población estable.

Lo anterior lo explicaba Fernando Zegers, especialista en medicina reproductiva de la Universidad Diego Portales, a CNN, donde se refirió a que las tasas de fecundidad en el país son las más bajas en años. “Nuestro país desaparece, étnicamente”, sostuvo.

En Chile, el cambio demográfico en cuanto a la edad de la población es lo que el experto calificó como más crítico, donde es posible apreciar que, antes, el grueso de los habitantes eran niños y gente joven. Actualmente, el grueso de la población son las personas adultas, alrededor de los 30, 40 y 50 años. Además, la población en edad de vejez también crece más rápidamente que la joven.

crisis demográfica
BCN
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El experto se refirió también al caso de Hungría, cuya tasa de natalidad en 2010 bordeaba el 1,2, que en los últimos 10 años logró aumentarla considerablemente. Aquel aumento no fue un acto del azar, sostuvo Zegers, señalando que los húngaros diseñaron políticas públicas para prevenir “desaparecer como país”. Esto se tradujo en incentivos para tener hijos, como colegiatura gratuita y bonos por nacimientos, así como robustos posnatales.

Actualmente, la mayoría de los países desarrollados se encuentran en las etapa más avanzadas de la transición demográfica. Estas sociedades han experimentado una disminución significativa en las tasas de natalidad y mortalidad, lo que ha resultado en un crecimiento poblacional bajo o incluso negativo en algunos casos. Por otro lado, todavía existen países en desarrollo que están en diferentes etapas de la transición demográfica.