La temporada de verano puede ser un "disparador de traumas" para las personas con dismorfia corporal, pues su cuerpo puede estar más expuesto por las altas temperaturas.

Con la llegada del verano y el calor, es común usar ropa más ligera y usar bikinis o trajes de baño en la playa o piscina, lo cual puede parecer todo un relajo para algunos, puede ser una verdadera tortura para quienes sufren dismorfia corporal.

Este es un trastorno de salud mental que afecta a la imagen que tiene de sí misma el paciente, explica el manual médico MSD. Aunque ambos géneros pueden desarrollarla, son las mujeres quienes ocupan mayor parte de la estadística.

De acuerdo a Julio César Carrasco, Psicólogo clínico y Master en Psicoterapia EMDR, la dismorfia “afecta entre el 1.7% y el 2.4% de la población general”.

A lo que agrega: “Es una enfermedad grave en la que la persona está demasiado preocupada por su apariencia o por defectos físicos menores o imaginarios“.

Cómo saber si tienes dismorfia corporal

Es común preocuparse de la apariencia propia a través de aseo básico y la elección de la ropa. Sin embargo, en la dismorfia corporal los parámetros y límites de esta importancia son distintos y, a veces, muy extremos.

Por ello, el especialista detalla que para identificarlo es necesario que la persona “esté preocupada por defectos físicos, menores o imaginarios, que los demás no suelen notar; creer fuertemente que hay un defecto en la apariencia y que este los hace poco agraciados o deformes; además de tener mucha ansiedad y estrés por el defecto percibido y pasar mucho tiempo enfocándose en él”.

No obstante, estas no son las únicas señales, ya que estas personas suelen revisar continuamente su apariencia en espejos, arreglarse excesivamente, preguntar por cómo se ve, ocultar las “imperfecciones” que detectan, quejarse de ellas e, incluso, recurrir a cirugías estéticas y no quedar conformes con el resultado.

Recomendaciones para enfrentar el verano

Carrasco afirma que la temporada de verano es “un disparador del trauma” pues expone a los pacientes de dismorfia corporal a “aceptar su cuerpo” lo que puede ser muy estresante.

Por ello, el especialista recomienda inicialmente “educar y psicoeducar (…)problematizar el tema en la familia y en los espacios sociales“, al mismo tiempo que llama a “no contribuir a patrones estéticos inexistentes propios de una cultura de la delgadez”.

Sobre este último punto, el psicólogo explica que el uso de redes sociales también puede tener un impacto en las personas con dismorfia corporal: “Muestran una realidad que no existe y que genera un estado de no aceptación del propio cuerpo (…), ya que cualquier persona puede opinar sobre los cuerpos ajenos”.

Otro consejo, tanto para los pacientes como los familiares, es “desnegativizar el cuerpo y la alimentación” para así no enaltecer un ideal de belleza.

A esto suma la recomendación de “comprender la existencia de una diversidad de cuerpos”, pues estos son los primeros pasos para el reconocimiento y aceptación.

No obstante, según el profesional, la dismorfia no mejora por sí sola, por lo que un tratamiento con terapia psicológica y farmacológica puede dar buenos resultados.

“En el caso de la terapia psicológica, las terapias de tercera generación con evidencia empírica como la Cognitiva Conductual y el EMDR, además de farmacoterapia con ciertos antidepresivos, pueden ayudar con los pensamientos o las conductas obsesivas y compulsivas“, afirma el especialista.