Ser Feminista es un privilegio, a veces adquirido gracias a la profesora de la universidad que te abrió los ojos, o por el cause apañador de otras mujeres (Feministas) que han abrazado tus vivencias, tus dolores y tus guerras y les han dado un sentido de lucha. Las vivencias por si solas no te convierten en Feminista, no es magia, no es milagro, es un proceso, en el cual muchas no tienen a veces ni siquiera la más mínima posibilidad de poder transitar.

En las grandes ciudades miles de mujeres se abrazan, luchan, se acompañan, se defienden, es hermoso y por un momento parece que todo Chile se tiñe de morado y verde, pero no es así, el silencio retumba en lugares alejados de esas grandes ciudades, en pueblos, localidades, islas perdidas y lugares recónditos. Miles de mujeres y niñas sin pañuelo, cargando cruces, mujeres y niñas que guardan silencios eternos con cuerpos heridos, mujeres lejos de la academia, mujeres que no conocen a Simone de Beauvoir ni a la increíble Julieta Kirkwood, mujeres anónimas que con mucha honestidad confiesan estar rotas, que han sido violadas, que han sido abusadas, que han sido golpeadas, pero el camino muchas veces llega hasta ahí.

En algunas ocasiones emergen fuerzas increíbles y se hace presente el Feminismo en los espacios más íntimos y se vive sin saber que es, es ahí donde debemos llegar y fortalecernos.

En los sectores rurales la imagen de la mujer trabajadora sigue rodeada de mitos, muchos de estos en relación a introyectos sociales patriarcales como “el abandono del marido”, “el descuido de los y las hijas”, donde inevitablemente su emancipación se enfrenta a estructuras poderosas que generan grandes tensiones que ponen en jaque elementos estructurales profundamente arraigados en la sociedad (Fawaz y Soto 2012).

Nuestro Gobierno es Feminista y será imperioso en unir ambas realidades, no existe un sólo Chile, somos un país diverso y hoy es momento de encontrarnos, no sólo en lo romántico, sino también en lo práctico, políticas públicas con enfoque de género territorial, caminos rurales amplios donde se consideren que las mujeres caminan a pie y con sus hijos de la mano a un costado y al otro, educación no sexista con planes y programas con enfoque feminista y mucho más.

Hoy es cuando, cambiemos la historia, mujeres en contextos rurales, mujeres feministas empoderadas, mujeres y niñas al fin y al cabo, todas juntas.

Renata Sánchez, militante FF Biobío

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