Alguna vez lo dijo, que rescatar a los 33 mineros de San José era como rescatar a su propia familia. Y luego de 70 días en la oscuridad, donde a ratos me sentía más cerca de la muerte que de la vida, me aferré a la esperanza, una esperanza que él también experimentó y que fue el motor del rescate.

La figura del presidente cambió mi vida. Más bien, permitió que pudiéramos volver a vivir. Él fue capaz de tomar una decisión firme en un escenario lleno de incertidumbre, lleno de riesgos. Pero él se dispuso a sacarnos con vida cueste lo que cueste. Un rescate único en el mundo.

Sebastián Piñera fue un gran líder en esa crisis, para mí y para muchos de nosotros, fue quien construyó el milagro que nos devolvió la vida.

Él estuvo dispuesto a todo para sacarnos de la mina, asumiendo los costos, los riesgos, las críticas. Había mucho peso en su espalda pero en todo momento fue más grande su compromiso y determinación. Permaneció en el lugar y lideró la gestión del rescate hasta las últimas consecuencias. Cuando salí de la mina, recuerdo entre todas las sensaciones que tuve, la de asombro cuando me dijo: “qué bueno que está de vuelta compadre”, y me dio un fuerte abrazo. Ese gestó me quiebra hasta hoy.

Mina San José
Leonardo Casas

Muchos lo criticaron, pero solo los que estuvimos ahí, sabemos lo importante que fue su participación en esta experiencia que nos marcó a todos, y también al país. Gracias a su trabajo y al de muchos otros en esos dos meses, hoy podemos abrazar a nuestras familias, respirar aire fresco y recibir cada día como una nueva oportunidad para vivir.

Gracias, presidente Piñera, por creer en nosotros, por luchar por cada uno de nuestros rescates como si fuéramos su propia familia. Es una lección que no olvido: la de nunca perder la esperanza, y de luchar contra toda adversidad con fe y coraje.

Hoy, en medio del dolor por su partida, siento que no hay parámetro de medición o palabras precisas para expresar mi gratitud por lo que hizo por nosotros, para expresar cuánto lamento su partida. Nunca, en lo que me resta de vida, quedará de lado su recuerdo. Busco y no encuentro las palabras.

Cuando me enteré de la noticia sentí un golpe muy fuerte. La forma en que nos deja es terrible y lo lamento mucho por su familia y por todos quienes compartieron con él su vida. El dolor es muy grande. Es algo difícil de explicar, experimentar un sentimiento que quizás no tenga nombre, pero uno se aferra a él para vivirlo.

Hoy lamento, profundamente, no haber tenido una oportunidad en este último tiempo, de hacerle ver la enormidad de este sentimiento de gratitud, porque de verdad, hay un habitante en este país que siempre fue incondicional, y esa fue la única forma que tuve de demostrarle mi agradecimiento por su apoyo.

Gracias a su gestión en primer lugar, es que sobreviví, no tan solo yo, 32 más.

Hoy me preparo y espero confirmación para poder asistir a su despedida. Y espero que allí, estemos los 33, honrando su memoria que vivirá para siempre, como un testimonio de esperanza y liderazgo.

Mina San José
Leonardo Casas