Dos años han pasado desde la muerte de Samuel, quien tras enterarse que padecía cáncer mientras residía en Argentina, se comprometió junto a su esposa a que ambos serían sepultados en su ciudad natal, Osorno. Ahora, con la reapertura de fronteras, su último deseo se podrá cumplir.
Una chilena residente en Bariloche, Argentina, podría materializar el traslado a Osorno del cuerpo de su esposo fallecido hace más de 2 años, y que el cierre de fronteras les ha impedido hacer el proceso.
Lidia Marín, es una chilena que reside en el país trasandino hace más de 32 años, ella, junto a su esposo, Samuel Vargas, dirigían una relojería en la céntrica y comercial calle Mitre, en la ciudad de Bariloche.
A principio del 2019 decidieron cerrar el negocio y enfocarse en el descanso, con planes incluso de retornar al país, pero un cáncer fue detectado en el organismo del padre de familia, lo que conllevo tratamientos y hospitalizaciones.
Lidia, en conversación con Radio Bío Bío, señaló que entre medio se comprometieron a ser sepultados en su ciudad natal, Osorno.
Samuel Vargas finalmente falleció el 14 de abril del 2020, mismo año cuando – por condiciones de la pandemia – el país decide cerrar los pasos fronterizos, lo que ha mantenido en espera a la familia que desde entonces ha buscado dar sepultura en Chile, como lo explica la cónyuge Lidia Marín.
“No alcanzamos a pasar, como estaba todo listo, hablado con la funeraria”, indicó la señora Lidia.
La incertidumbre en los últimos dos años, por el cierre de frontera, dice, llegó al punto de buscar distintas alternativas, como que una funeraria chilena pueda ir a la frontera con Argentina para el traslado del fallecido, o bien que se le autorice a un vehículo de estos fines a cruzar el límite internacional, como lo que debiera ocurrir en mayo con la apertura terrestre internacional.
Una historia que se da a conocer por medio de los chilenos que residen al otro lado de la cordillera, y que destacaron el anuncio del Gobierno sobre los pasos fronterizos, por lo que dicen son los miles de personas que tienen más de una escusa para cruzar la cordillera, ya sea por trámites, reencuentros de familiares, enfermedades o visitas póstumas de quienes no pudieron conectarse, entre otras.
