A la firma de la modernización del acuerdo entre la UE y Chile seguirá el arduo camino por su ratificación. Para unos, es un hito en la innovación y la paz, para otros, más de lo mismo.

La esperanza de su silbato de salida está puesta en noviembre del 2023. No obstante, el reciente anuncio de la conclusión del nuevo acuerdo entre Chile y la Unión Europea (UE) es apenas el comienzo de un arduo camino que podría terminar en un plazo posterior.

La Comisión Europea (CE) apuntó este martes a que el acuerdo de asociación concluido en diciembre pasado con Chile no podrá firmarse hasta finales del año, al encontrarse el texto en pleno proceso de escrutinio legal y traducción, pasos necesarios para proceder a la firma.

El nuevo acuerdo se comenzó a negociar en 2017, dando pie a un complejo proceso. Con él, Chile podrá exportar más salmón, pollo y cerdo; también más cereales y chocolate. La Unión Europea tendrá mayor acceso a las materias primas y sus inversiones estarán mejor aseguradas.

Mucho más que bienes y servicios para Chile y la UE

“No se trata de cuáles y cuántos bienes y servicios vamos a intercambiar, sino de cómo se van a producir esos bienes y servicios”, afirmó Inmaculada Rodríguez Piñero, eurodiputada por España y presidenta de la Delegación para las Relaciones con Chile. Rodríguez Piñero, eurodiputada por España. La parlamentaria fue ponente del informe de la Eurocámara a favor de este acuerdo.

El acuerdo marco habla de derechos sociales y laborales, protección medioambiental y control de la sociedad civil. ¿Es una buena noticia? “Lo sería si fuera vinculante, pero no lo es. El respeto al medio ambiente, seguir los acuerdos de París, la participación de la sociedad civil, la paridad de género o el respeto a los derechos sociales, son puramente declaratorios”, cuestiona a la Deutsche Welle Miguel Urbán Crespo, también eurodiputado por España, integrante de la comisión de Desarrollo y de Derechos Humanos.

Litio, ¿el fiel de la balanza?

En su opinión, la buena noticia es para las empresas europeas que accederán a un litio a precio chileno. “Y mientras que la paridad en el precio del litio es vinculante y obligatoria, el respeto al medio ambiente, seguir los acuerdos de París o el respeto a los derechos sociales son abalorios para conseguir el nuevo y mejorado acuerdo”, subraya Urbán Crespo.

“Lo nuevo de este acuerdo son dos cosas: el refuerzo de la protección de las inversiones multinacionales y el acceso a las nuevas materias primas como el litio. Para las multinacionales es una buena noticia, sí”, sostiene.

Como fuere, el acuerdo logrado es un ‘win-win’, una ganancia para todos, se subrayó esta semana en una reunión en la Eurocámara. Fuentes oficiales chilenas aseguraron que Chile de ninguna manera ha cedido a la presión de los negociadores europeos, sino que ha logrado también objetivos largamente avizorados, como un mejor acceso al gran mercado de productos agropecuarios. Del 96% al 99,6% ha pasado la liberalización de acceso mutuo a bienes. Y las puertas se han abierto a los mercados de servicios y telecomunicaciones.

A la par, el acuerdo marco, en su segundo pilar, prevé cooperación en temas como transición verde y digital, ciberseguridad, cibercrimen y lavado de dinero. También atisba mecanismos de control por parte de la sociedad civil.

Dado que, exceptuando el comercio y la inversión, la competencia para decidir en estos últimos no está en Bruselas, sino en los gobiernos de los 27 países de la UE y sus parlamentos, para la aprobación del acuerdo marco falta mucho todavía.

Paz, transición verde, seguridad alimentaria

Por otro lado, y teniendo en cuenta que la situación energética y alimentaria en la UE es apremiante debido a la guerra en Ucrania, un acuerdo rápido de libre comercio, a secas, es lo primero que está por aprobarse. Pasado un tiempo, y de ratificarse, el Acuerdo Marco reemplazaría al de libre comercio.

Si bien las buenas relaciones entre la UE y Chile cumplen 20 años, “los cambios geopolíticos tan profundos, los nuevos retos y los nuevos desafíos requieren de nuevos instrumentos para hacer frente a los mismos”, afirma Rodríguez Piñero, resaltando que no es casual que fuera Chile -con quien se comparte valores y objetivos en foros multilaterales- el primer país latinoamericano en firmar con el bloque europeo.

Pase lo que pase con la ratificación del acuerdo en su conjunto, en Bruselas se hace hincapié en que con él se envía un mensaje fuerte y significativo sobre el modelo de sociedad en que queremos para éstas y las futuras generaciones. “Queremos un comercio más justo y una globalización más igualitaria”, afirmó Rodríguez Piñero.

En ese contexto, el acuerdo con Chile -primero solo de comercio e inversión y, en caso de aprobarse, el acuerdo marco-, ¿es una buena noticia? Miguel Urbán responde: “Con este acuerdo, Chile no podrá dar litio más barato a sus empresas estatales que a las multinacionales europeas. Por otro lado, si bien no queremos las minas de litio en Europa, las queremos en Chile, aunque ellas signifiquen duros impactos en el medio ambiente y en las poblaciones. En Bruselas nos subimos en un coche con baterías de litio y no nos damos cuenta del impacto que tienen la industria extractivista en los territorios chilenos”.

Así las cosas, mientras Miguel Urbán afirma que, si bien es un buen acuerdo para las élites europeas, no es un buen acuerdo para Chile, “concluir este acuerdo sería un mensaje de ambición política innegable en cuanto a paz, justicia social y seguridad regional e internacional”, afirma Rodríguez Piñero, esperando que se concluya antes del verano de 2024.

Los siguientes pasos

Actualmente, en Europa se encuentran sumidos en la verificación legal del texto, con el plan de concluirla para finales de abril y comenzar entonces las traducciones a todas las lenguas oficiales de la Unión con idea de que estén acabadas “para el otoño” (boreal). Al mismo tiempo, el Consejo de la UE deberá por su parte adaptar el formato de la revisión legal del acuerdo antes de poder proceder a la firma.

Una vez rubricado, se lanzará el proceso de ratificación, que en el lado europeo se realizará en dos fases. La primera únicamente exige su aprobación por parte del Parlamento Europeo y el Consejo de la UE (las dos instituciones comunitarias con poderes legislativos) y abrirá la puerta a la aplicación provisional del acuerdo renovado.

Después tendrá que ser ratificada la parte sustancial del pacto, el Acuerdo Marco Avanzado, que incluye capítulos que son competencia de los Estados miembros y por eso requiere que sea ratificada en cada parlamento nacional de la UE e incluso por algunas regiones, como es el caso de Bélgica.

El jefe negociador europeo de ese acuerdo, Paolo Garzotti, destacó que el nuevo acuerdo entre la UE y Chile es un pacto “muy moderno y progresista”.

“No solo es bueno para nuestro comercio, inversiones y nuestra respectiva resiliencia económica en el desafiante contexto geopolítico, sino también para enviar un mensaje claro al mundo sobre el compromiso compartido de Chile y la UE con unos valores, la sostenibilidad y su determinación de acelerar las transiciones verde y digital”, indicó.

Más allá del comercio

A través de este acuerdo, a UE y Chile modernizarán sus relaciones comerciales reduciendo los aranceles a las exportaciones de cada parte, con casi la totalidad de todas ellas libres de gravámenes, abriendo el acceso a los mercados de contratación pública y otorgando reciprocidad para inversores europeos y chilenos, entre otras cuestiones.

Además, el pacto cuenta con un capítulo sobre igualdad de género y la posibilidad de aplicar contramedidas si se vulneran las disposiciones sobre comercio y desarrollo sostenible.

Garzotti resaltó asimismo la importancia de que la UE modernice y profundice sus acuerdos con una región como América Latina, con países “de mentalidad parecida y valores en línea con los nuestros”, que pueden hacer una “contribución importante a la transición verde”.

“No hay muchos lugares así a los que mirar como América Latina, y diré que Chile es probablemente el lugar al que hay que mirar”, concluyó.