Los primeros días de enero, después de varios meses encerrado, Emilio Rocha Navarrete de 16 años salió por última vez a juntarse con sus amigos y conocidos de la Liga Puertomontina de freestyle, que congrega a decenas de jóvenes fanáticos del rap improvisado en la zona.

Atrás había quedado el tímido con cara de niño bueno que en octubre de 2018 -con más ganas y personalidad, que herramientas- presentó sus primeras armas ante el mundo del hip-hop sureño. Esta vez “El Zombra” (su chapa) volvió recargado, sorprendiendo a todos con su crecimiento lírico y físico.

Durante la segunda quincena de enero Puerto Montt volvió a la etapa 1 del Plan Paso a Paso, por lo que las batallas callejeras tuvieron que ponerse en pausa. En el caso de Emilio, al menos las terrenales, para siempre.

Emilio vivía desde hace más de dos años sólo con su madre en Puerto Montt. El miércoles 20 de enero despertó más tarde de lo habitual y con dolor en los gemelos, síntoma que -a esa altura- era imposibles de asociar al covid-19 y menos, al síndrome que le provocó la muerte casi dos semanas más tarde.

“Siempre me llamaba a las 11 de la mañana, cuando despertaba y ese día me llamó a las 2 de la tarde. Me dijo que estaba con más sueño y que tenía un dolor en los gemelos. Llegué a la casa después del trabajo como a las 4 (de la tarde) y me dijo que, a ratos, le dolía atrás en los gemelos… sentía como que le quemaba, como que le ardía”, cuenta a BioBioChile su mamá y compañera, Lorena Navarrete, de profesión Técnico en Enfermería de Nivel Superior (TENS).

En base a los síntomas intermitentes descritos por su hijo, decidió administrarle antinflamatorios esperando que con eso se terminara el dolor.

“Al día siguiente (jueves) me llama por teléfono de nuevo y me dice que le dolía más, pero ahora era el muslo… y que le bajaba, a veces era el gemelo, otras veces el muslo, pero era en ambas piernas”, recuerda Lorena.

Ya era viernes cuando se sumó la fiebre y la preocupación creció. El paracetamol fue suficiente para bajarle la temperatura, aunque en paralelo tomó la decisión de realizarle a su hijo un examen de PCR, un test de saliva y una prueba de antígenos para saber si se trataba de covid-19.

“Yo trabajo en una empresa y tenemos la maquinaria para hacerlo, entonces yo fui a la casa a tomarle las muestras. Y salió negativo a los tres exámenes, entonces yo quedé más tranquila, porque dije ‘ya, no creo que sea covid’, aparte que por la forma en que se estaba presentando igual era extraño”, detalla.

El sábado la fiebre continuó y el paracetamol no se traducía en resultados concretos. Al día siguiente, el domingo, los dolores musculares eran insoportables.

Rumbo al hospital

“El día domingo (31) en la mañana desperté con un grito del Emilio, porque se intentó levantar y no pudo caminar del dolor y cuando bajé a verlo y le dije ‘hijo qué te pasó’ y me dice ‘me duele mamá, no puedo caminar’. Lo miro y estaba lleno de manchitas rojas pequeñitas en los brazos”, rememora Lorena, quien se ha propuesto difundir la historia de su hijo para que no se vuelva a repetir.

Allí notó que las manchas también estaban en sus piernas y la fiebre seguía al alza. En su rostro también pudo observar los síntomas de lo que para ella, en ese momento, era un síndrome desconocido.

“Su cara empezó a tomar una coloración, las ojeras, como más moradas… y ese morado se fue como más abajo, se fue como a las mejillas. Era igual como si le hubiesen pegado dos cachetadas, tenía como una mano marcada en las mejillas”, señala.

En ese contexto decidió llevar a su hijo al hospital, antes de eso, lo ayudó a ir al baño, notando que su orina tenía un extraño color café oscuro.

“Nos fuimos a la Urgencia (del hospital de Puerto Montt) estuvimos de las 5 de la tarde, hasta las 9 de la noche. Cuando yo ingresé a la urgencia el doctor me dice ya ‘le vamos a tomar exámenes de orina y de sangre’. A las 2 de la mañana (del lunes) el doctor me dice mira: ‘los exámenes del Emilio de orina están alterados, lo que yo quiero saber es que si él hizo ejercicio"”.

El facultativo sospechaba que los síntomas que presentaba el joven eran consecuencia de extenuantes sesiones deportivas, tan extremas que le habían roto algunos músculos. Efectivamente Emilio había hecho deporte unos 7 días antes, pero nada excesivo. Apenas dio un paseo en bicicleta por la costanera de Puerto Montt junto a un amigo.

En ese escenario, el médico optó por dejar en observación al paciente, aunque había un problema: en medio de la situación crítica que se vive por la pandemia, a esa hora no existían camas disponibles en el hospital, por lo que tuvo que pasar la noche en una camilla de urgencias. Esa misma noche le tomaron un nuevo PCR junto a los exámenes de orina.

“Me lo llevo”

La tarde del martes, cerca de las 14:00 horas, las manchas ya cubrían desde su cabeza hasta la punta de los pies. No había comido y la fiebre se mantenía por las nubes, pese a las dosis de paracetamol. Su frecuencia cardiaca también disminuyó.

“En eso yo llamo al médico y no iba nadie a verlo… en un momento le digo al doctor ‘necesito conversar contigo, porque estamos de la tarde del día anterior, mi hijo no ha comido, tiene hambre, quiero saber si le puedo dar de comer, tiene fiebre, mírale su mano’ y el tipo me dice ‘ya, vamos a darle paracetamol"”, cuenta la mamá de ‘El Zombra’.

Tras la respuesta del médico, decidió pedir el alta de su hijo y llevarlo hasta una clínica. Sus intenciones eran buenas, pero el alto costo de una cama en el sistema de salud privado la obligó a regresar ese mismo día martes al hospital.

“A las 5 de la mañana (del miércoles) el Emilio estaba botado en 3 sillas, yo puse un tarro de basura al lado y él vomitando. Yo con una impotencia tremenda… ahí sale una enfermera y nos pide paciencia porque habían llegado 3 pacientes en ambulancias contagiados con covid”, aseguró Lorena, lo que le provocó más indignación.

Frente a las condiciones adversas y la nula respuesta de urgencias, decidió volver con su hijo a la casa. Esa sería la última vez que dormirían juntos.

Allí acudió a los contactos que mantenía con el Hospital de Lanco, en la región de Los Ríos, donde había trabajado hace algunos años. Una colega le dijo que lo llevara, preocupándose de que siempre mantuviera conectada una vía con suero para la hidratación.

Otra vez a Puerto Montt

Decidió emprender rumbo y en Fresia, una hora después, pasó a un centro asistencial en búsqueda de suero. Le contaron las razones del traslado a la doctora que los atendió, no obstante por las condiciones en que se veía Emilio, decidió enviarlos en ambulancia de vuelta al Hospital de Puerto Montt.

Otra vez en Puerto Montt, al ser derivado desde otro recinto, tuvo mejor recepción. El jueves recién le indicaron que padecía Síndrome Inflamatorio Multisistémico (PIMS, por su sigla en inglés).

Al día siguiente sería subido a la UCI y su condición comenzó a complicarse cada vez más: “El Emilio está súper complicado”, le advirtió un doctor a la mamá.

El día viernes lo intubaron, al siguiente continuaría complicado. Su madre no pudo verlo. El domingo 31 le comunican a Lorena que su hijo estaba mal, estaba grave y la doctora le pidió rezar, porque lo humanamente posible ya estaba hecho y no estaba siendo suficiente.

“El día lunes a las 5 de la mañana yo desperté con el pecho apretado, como con angustia… llamé a pediatría temprano, no me contestaron. Llamé a las 11 y me dijeron ‘el doctor está con Emilio’. A las 12 me llama otra doctora y me dice ‘mamita, vente rápido porque el Emilio está mal y te vamos a dejar pasar"”, recuerda.

Efectivamente su hijo estaba muy mal, tenía todos los órganos comprometidos por lo que iban a intentar trasladarlo a Santiago, no antes de lograr estabilizarlo, algo que nunca ocurrió.

“Me dejaron pasar y me sentaron en una silla. Al otro lado del vidrio estaba mi hijo, yo vi como los médicos estaban trabajando con él, le colocaban una cosa, le colocaban otra… entraba un médico, salía otro. Yo le digo al pediatra que quiero pasar para poder tocarlo y una mujer me dice que no, porque él no me iba a escuchar”, indica Lorena.

El infectólogo presente en la UCI le señaló que probarían realizar una diálisis para poder limpiar sus riñones, debido a que no orinaba hace mucho tiempo. También pretendían llevarlo a la UCI de adultos.

“En ese rato cuando sacan la camilla la doctora que me llamó (por teléfono) me empuja suavemente y me dice ‘aprovecha, toca a tu hijo, tócalo’ ahí le tomé la mano y quedé sorprendida de verlo tan hinchado, lo único que era de él eran sus ojos”, recuerda visiblemente afectada.

“Le dije ‘hijo no me dejes’. Fue el único contacto que pude tener con él, porque después lo subieron al ascensor y yo me tuve que ir en otro… el Emilio llegando a la UCI de adultos hizo un paro (cardíaco) y lo sacaron, lo reanimaron… y después de eso fue espera y esperar. Estaba autorizado que yo entrara a verlo, pero salió otro pelotudo y me dijo que no podía entrar. Lo miré por la ventana y en eso yo le dije al infectólogo que no podía estar ahí parada mirando a mi hijo, esto es cruel. Yo quiero estar adentro, quiero tocarlo… me voy a ir, yo no puedo estar parada viéndolo agonizar”, indica.

Cuando llegó al estacionamiento del hospital la llamaron para que regresara, luego de eso pasadas las 21:00 horas, le comunicaron el fallecimiento de su hijo. Lo primero que pensó fue en cómo lo trasladaría hasta su natal Panguipulli, en la región de La Araucanía, donde vive gran parte de su familia.

¿Qué es el PIMS?

A un año del “paciente cero” de covid-19 en Chile, se han contabilizado 150 casos de PIMS en nuestro país. Qué es lo que se sabe de esta enfermedad es algo que aclaró la doctora Leonor Jofré Morales, presidenta de la rama de Infectología de la Sociedad Chilena de Pediatría (Sochipe).

Consultada al respecto, la especialista resumió que se trata de “una manifestación de la infección por el virus SARS-CoV2, que afecta fundamentalmente a los pacientes pediátricos. Los primeros casos de SIM-C en niños, fueron descritos en Europa y Estados Unidos, dándose la alerta inmediata a la comunidad pediátrica mundial”.

Sobre los síntomas, advierte que “esta nueva forma de presentación clínica se presenta con shock, compromiso cardíaco y en su mayoría con síntomas gastrointestinales como dolor abdominal, náuseas y vómitos. Se caracteriza porque el niño afectado presenta un estado de respuesta inflamatoria aumentada ante el contacto con el virus”.

El cuadro, añade, aparece después de 2 a 6 semanas del peak de casos de COVID-19 en la comunidad. Se ha postulado como causa un mecanismo post infeccioso inflamatorio, aunque la verdadera incidencia de la enfermedad es aún desconocida, con casos en Europa, Asia y América, especialmente en EUA y Latinoamérica.

La facultativa detalla además, que “el primer caso hospitalizado de PIMS fue en abril del 2020. Esta forma de presentación debe ser notificada al Departamento de Epidemiología, al 3 de enero del 2021, se han registrado 150 casos de SIM-C y se han notificado dos fallecidos, con una letalidad asociada a SIM-C de 1.4%”.

¿Cuándo hay que preocuparse?

La médica que ejerce en el Hospital Clínico “Dra. Eloísa Díaz” de La Florida indica que, ante la presencia de un cuadro febril de varios días de evolución, con dolor abdominal y síntomas gastrointestinales que no ceden y compromiso del estado general del niño, es necesario hacer un diagnóstico diferencial con un cuadro abdominal quirúrgico como la apendicitis.

“Es muy importante el antecedente de haber tenido COVID-19 o haber estado en contacto con alguien positivo unas semanas antes”, remarca.

Agrega que en la mayoría de los casos se presenta una reacción de polimerasa en cadena (PCR) para SARS-CoV-2 positiva, otros presentan anticuerpos al virus positivo, que evidencian el contacto previo con el virus y el antecedente de contacto con personas con COVID-19.

“Esta enfermedad tiene por lo general un buen pronóstico una vez superada la fase aguda, respondiendo rápidamente al tratamiento con inmunoglobulinas o corticoides sistémicos, con mejoría del shock y buena evolución posterior La mortalidad descrita por lo general es baja, en nuestro país los pacientes fallecidos son pocos”, indica la especialista.

En relación a la infección por covid-19 en la edad pediátrica, la incidencia de acuerdo a un estudio que analiza los casos publicados de 26 países es de 0,14%. Si bien es una forma de manifestación no tan frecuente, tiene una gran relevancia por su gravedad y la rápida respuesta al tratamiento oportuno, sentencia.

¿Por qué los exámenes no detectaron el covid en Emilio?

Los médicos que lo diagnosticaron llegaron a la conclusión de que pudo haberse contagiado los primeros días de enero, cuando se juntó con sus amigos, aunque no está del todo claro. Habría desarrollado la enfermedad de manera asintomática, de modo que los test PCR pudieron haber sido practicados cuando el virus ya había cumplido su ciclo, es decir, ya no era detectable en el cuerpo.

Consultada por este caso en particular, en la misma línea con las conclusiones de los profesionales que vieron a Emilio, la doctora Jofré manifestó que el PIMS “puede darse, aún en caso que la persona haya sido asintomática o poco sintomática”.

Por su parte Lorena continuará, en paralelo a su trabajo, difundiendo los síntomas del PIMS. Asegura que su intención no es provocar alarma, pero sí dar a conocer este síndrome que le arrebató a su hijo. Esa es ahora su cruzada, por lo que decidió crear una página en Facebook “Chile PIMS” para difundir antecedentes.

En paralelo, junto a dos abogados de confianza analizarán la ficha médica de su hijo para ver si el actuar del personal de salud, principalmente en urgencias, fue el adecuado. Dependiendo de eso, podría presentar acciones legales en contra del recinto hospitalario.

Los compañeros de batalla de “El Zombra”, sus compañeros de liga, aseguran que lo recordarán por siempre y en homenaje decidieron bautizar uno de los premios que entregan en su honor: Premio Emilio Rocha.

También le otorgaron una tarjeta impresa del FIFA, una tendencia entre los jóvenes a propósito de la forma en que el popular juego de fútbol muestra las características y potencial de un jugador.