¿Qué tienen en común los comicios bolivianos de este 18 de octubre con los de julio de 2006? Nuestro medio asociado Deutsche Welle conversó al respecto con Mónica Frassoni, la entonces jefa de la misión de observación electoral de la Unión Europea.

Para la jornada electoral del domingo 18 de octubre en Bolivia, la Unión Europea conmina a todas las partes a superar la polarización política con el diálogo y la concertación. A pesar de los riesgos que plantea la pandemia de covid-19, la UE acompaña los comicios en el país andino con una misión técnica de un puñado de especialistas que analizarán el proceso.

La pandemia y el repetido aplazamiento de la convocatoria electoral dejó con la maleta hecha a la centena de observadores que iba a desplegarse por todo el país. Como en 2006.

En 2006 la UE avaló la Asamblea Constituyente

Hace 14 años, junto a un referéndum para decidir sobre la autonomía de los departamentos del país andino, se trataba de unas elecciones para conformar una Asamblea Constituyente que refundaría el país.

“Lo viví como la confirmación de que ese viento nuevo que había llegado con las presidenciales del 2005 tenía que ser organizado y debía tener la mayor dignidad constitucional posible”, cuenta a DW Mónica Frassoni, jefa de la Misión de Observación Electoral (MOE) de la UE.

En julio de 2006, Evo Morales llevaba apenas unos meses en el poder, y su proyecto era la “refundación” de Bolivia. Su plan pasaba por lograr una Carta Magna en la que se reconociera, entre muchas otras cosas, la pluriculturalidad de la nación andina.

En 2006, la UE observó las elecciones a la Asamblea Constituyente. Garantizar que fueran inclusivas era uno de los puntos más importantes.

“El principal reto era incluir en esa asamblea a esa parte de la población que había sido excluida por siglos, que tuviera un reconocimiento y una visibilidad fuertes”, sigue Frassoni, ex eurodiputada y expresidenta del grupo Green/EFA.

“Por otro lado, nos importaba mucho que esa Constitución fuese para todos los bolivianos, que no reflejara simplemente la victoria de una parte de la población sobre la otra”, puntualiza.

El momento era de alta polarización en un país que veía, por primera vez, un indígena sentado en el sillón presidencial. “Nos esforzamos mucho en cuidar que el proceso fuese lo más inclusivo posible, y por imprimir tranquilidad en las fuerzas opositoras que, como hoy, empujaban a la radicalización de la discusión”, sigue la política italiana, hoy presidenta del Centro Europeo para Apoyo Electoral (ECES).

El equipo conformado por un centenar de observadores y especialistas de distintas índoles recorrió el país, analizó la campaña, la infraestructura electoral, la jornada misma, y los resultados.

Comicios 2006: según la UE, buenos, pero mejorables

El 84,5% de participación, semejante a la de la convocatoria electoral anterior, rubricó el éxito del proceso. En su informe de septiembre, la MOE ratificaba la legitimidad del proceso, y resaltaba algunos puntos a mejorar en el sistema electoral del país.

Padrones, documentos de identidad, presencia de observadores nacionales, inclusión de la diáspora: diversas eran las tareas a emprender para asegurar el nivel de confianza democrática en futuras convocatorias. Material informativo en lenguas indígenas echaron en falta también los especialistas electorales.

Evo Morales, con viento en contra en Bruselas

No todo había sido ponerle el hombro al nuevo presidente indígena. La nacionalización de los hidrocarburos -que atentaban contra intereses de empresas europeas- llevaron a que, en mayo de 2006, buena parte de los eurodiputados abandonara el hemiciclo cuando Evo Morales llevó a Estrasburgo su nueva política energética.

En mayo de 2006, Evo Morales explicó su política energética en el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo.

“Lo recuerdo muy bien. Fue una falta de respeto. Me pareció una prueba de desconocimiento de cultura democrática”, comenta Frassoni.

En ese momento, también en la UE, “estábamos trabajando mucho en fortalecer la democracia logrando que todos se sintiesen representados y crear la confianza en saber que si unos resultados no son de su gusto, nada debe impedir la alternancia democrática”, agrega.

Avances y retrocesos del sistema electoral boliviano

En el informe de 2006 se afirma que los medios de comunicación aseguraron que no había habido interferencia de las autoridades públicas.

Para septiembre de 2009, en el informe de la MOE sobre las elecciones generales y referendos autonómicos -que se llevaron a cabo según la nueva Constitución-, se detecta propaganda de programas gubernamentales durante la campaña.

Es más, en la televisión pública un 62,7% del espacio se concedió al oficialismo y un 37,2% a la oposición. A la vez que se subraya la capacidad organizativa del MAS, el partido gubernamental, se echa en falta el debate político.

“Este es un tipo de fenómeno al que nos enfrentamos en muchísimos países. La calidad de los medios de comunicación y los mensajes de los responsables políticos son temas que no están resueltos en el debate público, ni en Bolivia, ni en Europa”, comenta Frassoni.

La MOE a Bolivia del 2009 estuvo liderada por la eurodiputada rumana Renate Weber. Por otro lado, en esa convocatoria los documentos de identidad habían sido modernizados, la diáspora pudo votar, la educación al votante se impartió en lengua indígena. La equidad de género en las candidaturas -una de las recomendaciones de 2006- seguía haciendo falta. “Es que se trata de procesos, no se puede esperar cambios inmediatos”, explica Frassoni.

“Recuerdo que cuando volví a Bruselas después de las elecciones bolivianas, me cuestioné mucho lo del seguimiento de las recomendaciones. En el curso de estos quince años, la UE ha unido su observación electoral con cooperación y desarrollo”, indica la especialista satisfecha con la evolución del sistema boliviano, desde la parte técnica. “En el campo de la voluntad política no es mucho margen el que tenemos”, afirma Frassoni.

¿Qué tienen en común las elecciones de 2006 y las del 2020 en Bolivia?

Si a las candentes convocatorias de 2006 y de 2009, Bruselas desplegó sus misiones más completas, a las de 2014 y las de 2019 envió una misión técnica. En el reducido marco de este modesto despliegue, los especialistas electorales se encuentran con actores políticos, con los medios de comunicación, con los miembros de las instituciones electorales, pero no recorren el país.

“En la evaluación de la UE, y en comparación con otros procesos electorales del África, por ejemplo, Bolivia ya no contaba como un lugar problemático”, señala Frassoni. No obstante, para la actual convocatoria, la pandemia y los aplazamientos de las elecciones dejaron a un centenar de observadores europeos con las maletas hechas.

Teniendo en cuenta el clima de polarización que vuelve a vivir el país andino, Frassoni lamenta la ausencia de una MOE como la del 2006.

“Es muy alto el riesgo de contagio que correrían los observadores. Aunque me queda claro que la UE no puede asumir ese riesgo”, explica Frassoni y concluye: “Me da pena que no vayan. Podríamos haber desempeñado, otra vez, un papel muy interesante en Bolivia”.