Los nigerinos votaban este domingo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que disputan Mohamed Bazoum, delfín del mandatario saliente Mahamadou Issoufou, y el opositor Mahamane Ousmane, ex presidente, en medio de la inseguridad que azota al país africano.

Los colegios electorales abrieron a las 08:00 locales y cerrarán a las 19:00.

Unos 7,4 millones de nigerinos, menos de la mitad de los 22 millones de habitantes del país, figuran en el padrón electoral. El resto de la población no tiene aún la edad legal para votar.

Poder votar en el conjunto del territorio será uno de los principales desafíos de estos comicios, ya que el oeste es teatro de la inseguridad que generan los grupos yihadistas afiliados a la organización Estado Islámico (EI) y en el este operan los yihadistas nigerianos de Boko Haram.

“Miles” de soldados han sido desplegados para garantizar la seguridad de la votación, “sobre todo en las zonas expuestas a la inseguridad”, aseguró un alto responsable del ministerio de Defensa.

Casi dos meses después de la primera vuelta del 27 de diciembre, los nigerinos elegirán entre los dos candidatos más votados, Bazoum, que se benefició durante la campaña de la imponente maquinaria del partido en el poder, el Partido Nigerino para la Democracia y el Socialismo (PNDS), y el aspirante Ousmane, que fue presidente entre 1993 y 1996 y que trata de volver a la presidencia desde entonces.

Bazoum logró el 39,3% de los sufragios en la primera vuelta frente al 17% de Ousmane.

En un país donde las alianzas cambian constantemente pero que son fundamentales para convertirse en jefe del Estado, importantes formaciones políticas dieron su apoyo entre las dos vueltas al candidato presidencial, lo que daría ganadora a la coalición que apoya a Bazoum.

Pero algunos dudan de que dicho apoyo se transforme en votos. “No está asegurada la victoria”, dice Ibrahim Yahya Ibrahim, investigador del International Crisis Group (ICG).

Transición sin precedentes

Aunque los electores de la capital suelen votar por la oposición, en la segunda ciudad del país Zinder es menos previsible.

“El resultado en Zinder determinará el resultado del escrutinio”, dice un observador de la política local, que pidió el anonimato.

Varias decenas de observadores de la Comunidad Económica de África del Oeste (Cedeao) han sido desplegados para observar la buena marcha de los comicios.

La oposición, que rechazó participar en la primera vuelta en la Comisión Electoral Nacional Independiente (Ceni), participa en esta segunda. “Todo está previsto para que los comicios sean transparentes”, dice una fuente cercana al partido en el poder, que recuerda que la campaña no ha registrado sobresaltos ni enfrentamientos.

La participación será también determinante. En la primera vuelta el 69,7% de los electores acudieron a las urnas.

A diferencia de muchos jefes de Estado africanos, que se aferran al poder, el presidente saliente Issoufou, de 68 años, decidió no volverse a presentar al término de dos mandatos.

Esta será la primera vez que dos presidentes electos se suceden en este país cuya historia está jalonada por golpes de Estado desde su independencia en 1960.

Pero el verdadero logro de estos comicios será que todas las partes acepten el resultado de las urnas.

Entre las dos vueltas, la oposición declaró que no reconocerá los resultados si sospecha que ha habido fraude. En la primera vuelta denunció presuntos fraudes, descartados por la justicia.