Las autoridades etíopes anunciaron el sábado que el ejército federal “controla” la capital de la región disidente de Tigré, en la última ofensiva de la operación militar iniciada hace tres semanas.

El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, anunció el sábado que el ejército “entró” en Mekele, una ciudad que tenía 500.000 habitantes antes del comienzo del conflicto.

“Hemos logrado entrar a la ciudad de Mekele, sin que se atacara a civiles inocentes”, declaró Ahmed, Premio Nobel de la Paz en 2019, según un comunicado difundido por la televisión oficial etíope EBC.

A esta declaración, le siguió inmediatamente la del jefe del ejército, Berhanu Jula, afirmando en la misma cadena que “las fuerzas gubernamentales controlan completamente Mekele”.

Jula también indicó que el ejército “expulsa a los miembros del TPLF (Frente de Liberación del Pueblo de Tigré) que se esconden”.

Horas antes, las autoridades locales habían declarado que disparos de armas pesadas habían alcanzado el centro de Mekele. Esta información fue confirmada a la AFP por dos responsables humanitarios.

El jueves, Ahmed ordenó al ejército que iniciara la “última fase” de la operación militar que comenzó el 4 de noviembre, lanzando una ofensiva contra Mekele, el bastión de los líderes del TPLF contra el que lucha.

El ejército federal “empezó a atacar el centro de Mekele, que alberga mucha población y organizaciones de desarrollo, con armas pesadas y artillería”, dijeron las autoridades de Tigré en un comunicado difundido el sábado por la televisión local, Tigray TV.

“Ayer, de la misma manera, muchas áreas de Mekele fueron bombardeadas por aviones militares”, añadieron.

El gobierno local pide a la comunidad internacional que “condene los ataques y masacres con artillería y aviones militares” cometidos contra “civiles e infraestructuras” por Abiy y el presidente de Eritrea, Issaias Afeworki, a quien acusa de ayudar a Adís Abeba.

El gobierno de Tigré prometió “una respuesta proporcionada”.

“Mantener el orden”

Al menos un cohete lanzado desde Tigré el viernes por la noche tuvo como objetivo la capital de Eritrea, Asmara, indicaron a la AFP cuatro diplomáticos en el Cuerno de África. Uno de ellos dijo que el cohete cayó “al sur de Asmara” aunque se desconoce si hay víctimas.

El TPLF, que hace diez días había atacado Asmara con armas similares, acusando a Eritrea de servir de base para el ejército etíope, no reivindicó la responsabilidad de los disparos.

Ni Etiopía ni Eritrea reaccionaron por el momento.

El viernes, en Tigray TV, las autoridades de Tigré llamaron a la población a la lucha, alegando que el ejército federal estaba bombardeando sus “pueblos y aldeas”, “infligiéndoles grandes daños”.

La comunidad internacional, preocupada por la propagación regional del conflicto, también advirtió de posibles “crímenes de guerra” en Etiopía y trató de presionar a Abiy para que acepte mediación.

La Unión Africana, con sede en Adís Abeba, nombró tres enviados especiales con este fin, los expresidentes Joaquim Chissano de Mozambique, Ellen Johnson-Sirleaf de Liberia y Kgalema Motlanthe de Sudáfrica.

Después de reunirse con ellos el viernes, Abiy expresó su “gratitud” pero recordó que su gobierno tenía “la responsabilidad constitucional de mantener el orden [en Tigré] y en todo el país”.

El sábado, el papa Francisco instó en un tuit a “rezar por Etiopía donde se han intensificado los enfrentamientos armados y están causando un situación humanitaria grave”.

“Varios miles de muertos”

Aunque no existe un balance preciso del conflicto en Tigré, el grupo de expertos International Crisis Group (ICG) estimó el viernes que “varios miles de personas murieron en los combates”.

Por otra parte más de 43.000 etíopes han huido al vecino Sudán, según la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur).

Un número desconocido de personas también se está desplazando dentro de Tigré y Etiopía.

El Comité Internacional de la Cruz Roja dijo el viernes que había contado al menos 2.000 personas desplazadas en el noreste del país.

Las tensiones entre Abiy y el TPLF, que dominó el aparato político y de seguridad de Etiopía durante casi tres décadas, han ido en aumento desde que el primer ministro llegó al poder en 2018.

Las tensiones culminaron en septiembre en Tigré en una elección regional calificada de “ilegítima” por Adís Abeba, y luego en el ataque a principios de noviembre a dos bases del ejército federal, atribuido a las fuerzas del TPLF, que niega.