Una batería de comida, que pueda ser ingerida por pacientes para energizar dispositivos dentro del organismo, ya está en versión prototipo tras investigaciones de científicos del Instituto Italiano de Tecnología.

Científicos lograron crear una batería completamente recargable hecha totalmente de comida y, en efecto, la idea es que sea ingerida. La exótica elección de materiales tiene por propósito “alimentar” dispositivos que monitoreen la salud de un organismo desde dentro del cuerpo.

Por ejemplo, cámaras como las usadas en endoscopías, pero una de las ideas detrás de este proyecto es hacer menos incómoda la experiencia para el paciente.

¿Pero qué ingredientes se usaron?

Según reporta Science Alert los ‘chefs electrónicos’ usaron vitamina riboflavina -B2, presente en la leche, por ejemplo- para el ánodo de la batería (el lado negativo) y suplemento de quercetina -presente en manzanas, entre otros alimentos- como cátodo (lado positivo), mientras que el electrolito que genera la carga eléctrica fue creado a partir de una solución acuosa, y el separador que previene cortocircuitos es de un alga marina japonesa llamada nori.

En tanto, para esta ‘batería de comida’ se usó carbón activo -habitualmente usado para tratar envenenamientos- para reforzar la conductividad, y cera de abejas para los contactos externos que transportarán la energía hacia otro dispositivo.

“Los potenciales futuros usos (de esta receta tecnología) van desde circuitos comestibles y sensores que puedan monitorear condiciones de salud hasta proveer de energía a sensores para monitorear condiciones de almacenamiento de comida”, explica el investigador de electrónica molecular del Instituto Italiano de Tecnología, Mario Caironi, autor principal del estudio publicado en Advanced Materials.

Incluso, defiende que “dado el nivel de seguridad de estas baterías, podrían ser usadas en juguetes para niños, donde hay alto riesgo de ingesta”.

“Aunque nuestras baterías comestibles no alimentarán automóviles eléctricos, son prueba suficiente de que las baterías pueden ser hechas con materiales más seguros que las actuales de iones de litio”, indicó el científico especializado en almacenamiento de energía sostenible, Iván Ilic, otro de los autores del estudio. “Creemos que inspirarán a otros científicos para que construyan baterías más seguras para un futuro realmente sostenible”.

El prototipo de sólo 1 centímetro cuadrado -aunque intentan hacerlo aún más pequeño- opera a sólo 0,65 volts, los cuales serían seguros para el cuerpo humano, y proveería una corriente de 48 microamperios por 12 minutos por varios ciclos. Sin embargo, aún necesita estar fuera del cuerpo para ser recargada.