Una particular conclusión obtuvo un estudio publicado por la Nasa, en el que se afirma que el interior del asteroide Bennu, que pasará entre la Tierra y la Luna en el año 2135, “no es uniforme” y que contiene “bolsas de material de mayor y menor densidad” en su núcleo.

El cuerpo espacial es conocido como “el asteroide de la muerte” debido a que se ha advertido que durante su acercamiento, que ocurrirá en el siglo XXII, podría alterar su órbita, produciendo un impacto catastrófico para la humanidad.

El artículo publicado por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (Nasa, por su sigla en inglés), recoge un estudio dirigido por el científico Daniel Scheeres de la Universidad de Colorado Boulder, quien junto a su equipo investigó el campo gravitatorio del cuerpo celeste con forma de diamante.

Si bien en primera instancia tenían pensado realizar un mapeo del campo gravitacional sólo mediante los datos de la trayectoria de la sonda espacial Osiris-Rex -lanzada en septiembre de 2016 para recoger muestras del asteroide-, durante la investigación notaron que el asteroide, naturalmente, expulsa partículas desde su superficie.

“El suministro natural de docenas de mini sondas de gravedad permitió al equipo exceder ampliamente sus requisitos y obtener una visión sin precedentes del interior del asteroide”, explica la Nasa.

Las conclusiones indican que el núcleo de Bennu no es uniforme y que existirían “bolsas de material de mayor y menor densidad dentro del asteroide (…) como si hubiera un vacío en su centro”, lo que pondría en riesgo su existencia dentro de los próximos años. Como si se estuviera desarmando desde adentro. El espacio es grande, pues dentro podrían caber “un par” de campos de fútbol. Bennu mide 490 metros de diámetro; una cancha deportiva mide, de largo, hasta 120 metros.

Por otro lado, se estima que la zona de la “Línea del Ecuador” de Bennu -el paralelo imaginario que divide hemisferio norte y sur- es “poco densa, lo que sugiere que la rotación del asteroide está elevando este material” y estaría produciendo los vacíos descubiertos.

Osiris-Rex estuvo recopilando antecedentes desde febrero hasta octubre del año pasado y se espera que dentro de dos semanas, si todo resulta según lo esperado, recolecte un trozo del asteroide para traerlo a la Tierra en septiembre de 2023.