Hace algunos días el hallazgo de vapor de agua en un exoplaneta ubicado a 110 años luz de distancia de la Tierra generó bastante expectación, abriendo el camino para la exploración de nuevos candidatos para la vida fuera de nuestra galaxia.

Pero aunque es una buena noticia descubrir otros mundos potencialmente habitables, existen aún muchas incertezas respecto a la posibilidad de desarrollar vida humana en el planeta K2 18b, localizado en la constelación de Leo.

Así lo explica la doctora Amelia Bayo, astrónoma del Instituto de Física y Astronomía de la Universidad de Valparaíso y directora del Núcleo de Formación Planetaria (NPF).

“Aún no está claro que sea el mejor candidato a planeta habitable, porque existen varias incertezas como, por ejemplo, que sea un planeta rocoso. Se sabe, más o menos, su radio pero no se conoce con suficiente precisión su masa”, apuntó la académica.

“Y al no contar con estas dos variables uno no puede distinguir si es un mini Neptuno o es una súper Tierra. En otras palabras, si es un planeta gaseoso muy chico o uno rocoso muy grande. Esa es la incertidumbre todavía”, agregó.

La doctora en Astrofísica de la UV agrega que independiente de que se haya detectado agua (porque también se puede descubrir agua en un planeta gaseoso), respecto a la posibilidad de desarrollar vida en el planeta es necesario tener en cuenta su hábitat, dado que el K2 18b no gira entorno a una estrella como nuestro Sol, sino orbita a una estrella M.

Dicho de otra forma, es un astro más pequeño en tamaño y masa que el Sol, pero mucho más activo, y es posible que la actividad de la estrella haga de este planeta un entorno muy hostil para la vida.

De acuerdo a la experta, lo anterior se debe a que las estrellas M son mucho más chicas y menos brillantes que las estrellas como el Sol (que sería una estrella G). También son mucho más activas y desarrollan tormentas solares enormes todo el tiempo.

“Además, como la estrella es más fría que el Sol, la zona de habitabilidad, que es precisamente el área donde se ubica este planeta, está mucho más cerca de la estrella (por eso el agua podría estar líquida), pero también es esa cercanía que lo hace estar más expuesto a estas tormentas estelares y ráfagas, por lo tanto en ese ambiente el desarrollo de la vida debería ser muy complicado”, sostiene.

Finalmente, la astrónoma aclara que incluso en línea recta, tardaríamos entre 2 a 8 millones de años en llegar a él.