“Tambaleos” (Planeta, 2020) se titula el debut literario de Cristalina Parra, nieta de Nicanor Parra, quien a los 20 años irrumpe en la escena literaria local desde Abu Dabi, donde por estos días cursa sus estudios de Historia del Arte en la sede de la Universidad de New York en Emiratos Árabes.

La pandemia la encontró allí, donde se quedó para asistir a las clases online telemáticamente. “Si me hubiera ido a Chile, hubiese tenido clases a horas muy hostiles”, cuenta a BioBioChile desde la capital árabe, donde regresó luego de un paso por Estados Unidos, Londres y una breve estadía en su país de origen.

Parte de esa vida itinerante y algo spanglish se lee en “Tambaleos”: “En algunos momentos son poemas de bitácora de viaje, en otros son parte de un diario de vida. Es un menjunje de palabras que, en este orden, fueron expulsadas de mi cabeza, saltándose mi boca, directo a la página”, describe en “Intro 09.2017”, segundo texto del poemario.

En total, ya lleva tres años viviendo en Abu Dabi, donde reside en una dependencia universitaria. Pero tal como adelanta el poema anterior, sus andanzas creativas comenzaron muchos antes, en Chile, bajo el influjo de unas de las familias más importantes de la cultura local y latinoamericana de los últimos 100 años.

“Siempre he escrito y nunca pensé en publicar, nunca pensé en la carrera de escritora; nunca pensé que iba a ser mi profesión. Simplemente es algo que hago y que hacía de costumbre”, resume sobre sus textos escritos en español, en inglés y a veces en un híbrido de ambos.

“Hay algunos poemas en Tambaleo que los escribí sabiendo que iba a existir un libro que otra gente iba a leer. Pero hay otros poemas que pensé que se iban a quedar en mis cuadernos o en mi computador o en mi celular para siempre. Algo importante es que en el 2018, empecé a escribir poemas y los iba publicando en Instagram. Igual tenía esa noción de que alguien más podía acceder o leer lo que estaba escribiendo”, reflexiona sobre las redes sociales, las que interpreta -también- como una hoja en blanco.

La retrospectiva de todos esos papeles -físicos y digitales- fueron dictando inconscientemente el relato argumental del debut: “Cuando estaba terminando mi primer año de universidad me di cuenta que tenía mucho material y lo estaba organizando en mi computador. Soy súper desordenada y me puse a ordenar mis archivos… En un momento, imprimí todo y me di cuenta que tenía un libro. No tenía idea del proceso de hacer uno. Fue casi sin querer al principio. Mandé el manuscrito a distintas editoriales, y después que muchos me rechazaran Planeta me aceptó”, cuenta.

En “Tambaleos” confluyen recuerdos familiares, residenciales, reflexiones metafísicas y mundanas y altas dosis de nostalgia: a veces por amores, lugares o paisajes. Las figuras de su abuelo y sus demás ancestros cruzan permanentemente las 92 páginas. La antipoesía, aquel género que fundó Nicanor a mediados del siglo pasado, es el lenguaje, motor y combustión de todos los versos. Las esquirlas de la Generación Beat también se cuelan entre sus influencias.

“Creo que es súper importante eso, pensar en la antipoesía y pensar en la Generación Beat más a grandes rasgos. Algo que trato de hacer o que me sale de manera natural es escribir como pienso o como hablo, y hacer algo no tan formal. Trato de ser súper simple y creo que se entiende. No estoy tratando de escribir algo difícil de entender, o algo necesariamente hermoso: estoy contando cosas que veo o pequeñas historias. En ese sentido es como el “stream of consciousness” (correr de la conciencia) de la Generación Beat, que me ha influenciado harto, esa generación por completo” dice.

Para Cristalina, a quien Nicanor bautizó como “Lina Paya” y a la que le citó en antipoéticas reflexiones en diversas entrevistas, la relación del arte con la poesía es tan dinámica como múltiple.

“Creo que a veces uno tiende, y la academia en general, a separar las artes, las letras versus las visuales, la danza, el teatro, el circo, la música. Pero creo que todas estas cosas no existen por separado. Entonces particularmente las artes visuales me afectan mucho y me inspiran mucho en el momento de escribir. El arte por correo, el medial art, en América Latina es algo que me interesa mucho y también influye en la manera en que escribo, especialmente en los poemas cortos: le escribo mucho a la gente, a mis amigues, a mi familia. La mayoría de mis poemas son como una pequeña carta”, dice sobre sus referencias, donde también aparecen autores dadaístas y surrealistas.

¿Alcanzaste a hablar con tu abuelo de la Generación Beat? Hubo un cruce interesante entre tu abuelo y Allen Ginsberg cuando vino a Chile en los sesenta.. Él se quedó en su casa, y a Parra lo editaron los Beats en EE.UU, además.

“Algo que siempre recuerdo es un libro que me encontré cuando estaba haciendo el inventario de la biblioteca de mis abuelos, un libro de Allen Ginsberg con la contraportada rayada por él. Me acuerdo que él me contaba cuando Ginsberg se quedó en la casa en Santiago, creo que es algo que siempre me ha parecido muy surreal. Porque no me lo puedo imaginar, porque también son personas que admiro muchísimo. Ginsberg, me encanta su trabajo”.

Nicanor dijo alguna vez que le gustaban los beatniks, pero no que no se bañaran…

“Sí (risas)”.

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Hablabas sobre la poesía en Instagram. ¿Hay acto poético ahí? ¿Encuentras poesía en las cuentas de tus amigos, compañeros de curso? ¿Es “IG” una página en blanco? ¿Deberíamos leer los posts desde otra óptica; la óptica literaria?

“Mucho. Me pasa que con el internet y las RRSS, encuentro que es súper parecido al fenómeno de medial art- Siento que no nos damos cuenta pero somos como pequeñas cartas que nos mandamos entre nosotros cuando subimos una imagen. Nada es sin querer, no subimos nada sin querer. Es como una realidad extremadamente curada por cada uno de nosotros, creo que cada una de esas cosas mantienen dentro una cantidad de información que no nos damos cuenta en el momento. Todo tiene una expresión artística que tiene mucho potencial. Las huevás que uno escribe, “captions”, cuando uno sube una foto, pueden ser algo muy estúpido o pequeño, pero creo que se forman cosas muy interesantes, sobretodo con la brevedad de cada una con estas publicaciones.

Pero aparte de eso que sucede sin querer, hay muchas cosas buenas en IG. Y creo que de alguna manera esa plataforma nos ha dejado como generación salir un poco del terror de publicar. Tenemos el alcance de escribir algo y no tener que ser un escritor. Cualquiera puede escribir y a la gente le puede encantar. Eso es algo demasiado hermoso y que rescato mucho del internet y las RR.SS”.

Como joven, ¿te sientes absorbida por las RR.SS, te cuesta administrar el tiempo?

“Sí, creo que es algo súper difícil. Algo que toda la gente que tiene RRSS o de mi generación que no tenemos muy claro cómo hacer, estamos aprendiendo. Sí, me cuesta bastante. Y es algo que estoy trabajando y no es fácil, nadie te dice cómo hacerlo. Algo que me ha ayudado a mí, es que tengo un límite de cuánto puedo estar en RRSS cada día”.

En “Tambaleos” cruzas el español y el inglés, y has dicho que es por tu historia de vida pero se aprecia también una decisión estética. ¿Cómo fundamentas este cruce de idiomas en el libro?

“Tambaleo está organizado en una forma casi completamente cronológica. Los primeros poemas los escribí los primeros meses después de irme de Santiago; al final son poemas escritos después de 3 años viviendo fuera de Chile. Me pasa que naturalmente transformé mi forma de hablar, mi forma de escribir, de pensar, se fue mezclando mucho más con el inglés, algo que no me pasaba en Santiago como me pasa en Abu Dabi. Es algo natural. Pero también es un comentario de forma no tan indirecta, pero un comentario a mi relación con mi identidad y la percepción que otras personas que pueden tener de mi identidad como mujer latinoamericana, latina, latine, latinx.

Es algo que nunca pensé mucho viviendo en Chile, pero es algo que no me afecta en el día a día pero ha entrado en mi pensamiento desde que me vine a vivir a Abu Dabi. Me tengo que presentar y la gente me pregunta “de dónde erí”. Soy chilena, y al tiro te relacionan, si no son personas latinas, te asocian con la imagen que puede tener la gente de la latinidad. Es algo que me interesa mucho. Qué es la latinidad. El inglés tiene gran parte de la definición de latinidad, y creo que también ambos idiomas son al final del día idiomas coloniales… Fusionarlos puede ayudarnos a fusionar las diferencias que tenemos en la comunidad y allá afuera”.

“Tambaleos” | Planeta

El libro viene con una descripción de Raúl Zurita, que es un Premio Nacional de Literatura y una voz autorizada en la poesía en español. ¿Se vuelve esto un peso extra sobre tu obra? ¿Cómo asimilas esas palabras y qué significan?

“No creo que sea un peso, creo que esa sensación de un peso no es algo que siento con la literatura. Escribo porque me encanta, de hecho al revés; no siento un peso cuando estoy escribiendo. Por ese lado no siento una presión. Le agradezco muchísimo a Raúl por haber leído mi libro desde el comienzo y por haber leído el primer manuscrito y haber sido tan amigable sino un mentor sin habernos conocido antes. Fue un proceso muy hermoso para mí, y es algo que rescato mucho de la comunidad literaria en Chile. A pesar de que no viva allá en este momento he tenido la suerte de encontrar una comunidad que me ha abrazo muchísimo, especialmente en el círculo de mujeres, escritoras jóvenes. Para mí ha sido súper importante encontrar esa comunidad y me gustaría continuar”.

¿En quién reconoces en ese círculo femenino de autoras?

“A alguien que le agradezco muchísimo es a Paulina Flores, que tampoco la conocía y las RRSS fueron súper importantes en el momento de pensar en publicar. Todo lo que es publicar un libro o mandar tu manuscrito, Paulina me ayudó en ese momento y no nos conocíamos. Fue muy hermoso”.

¿En Chile sentías alguna presión por llevar el apellido Parra y por ser la nieta de Nicanor? Estar en ese árbol genealógico con autores gigantes.

“No, creo que no. Creo que presión es la palabra incorrecta. Hay otras palabras que son más adecuadas, como sentir orgullo y sentirme de alguna forma acogida por mis ancestros y por mis muertos. Hay algunos momentos en el libro que escribo sobre el trauma generacional. Y algo importante es darse cuenta que el trauma generacional incluye todo lo bueno y todo lo malo. Presión es la palabra incorrecta, está cargada de demasiadas connotaciones negativas”.

A veces por llevar un apellido o ser parte de una familia , el entorno te trata distinto…

“Sí, el entorno de todes afecta en la manera en que otros nos perciben, pero eso no se puede cambiar”.

Dentro del universo de Tambaleos, la nostalgia es un pilar, un cimiento casi. ¿Cómo conllevas la nostalgia? Tú vives lejos, tu familia está lejos. ¿Cómo lidias con esa veta?

“Soy súper nostálgica, pero creo que la nostalgia en general tiene una connotación negativa muchas veces, pero puede ser algo muy hermoso. Porque dentro de las nostalgias navegan las memorias. Porque estoy nostálgica de algo que he vivido, pocas veces uno siente nostalgia de algo que no ha vivido o no recuerda. Dentro de ese mundo nostálgico existe la posibilidad de revivir momentos que no podría revivir de otra manera. Sí, la nostalgia es definitivamente un tema central en el libro, especialmente cuando hablo de familia y de mi infancia. Pero Tambaleos se mueve dentro del espacio y el tiempo; bastante. Escribo sobre el pasado tanto como escribo sobre el presente.Sobre amigos que están acá o en Santiago o en otras partes del mundo. Quizás eso es lo que más me gusta del libro, me recuerda que el tiempo y el espacio no necesariamente son una línea recta, lo veo como más circular”.

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Una enciclopedia de la nostalgia es Violeta Parra. ¿Cómo te conectas con ella y cuál es tu relación con su figura?

“Creo muchísimo en la ancestralidad y la influencia que tienen nuestros muertos y ancestros en las personas que somos. Algo que me ha ayudado muchísimo en la nostalgia es el personaje de mi tía abuela. Quizás también porque es un personaje femenino, es una mujer sumamente poderosa y creo que la mayoría de mi energía y del punch que tengo dentro es de las mujeres en mi línea sanguínea. Hay un poema dentro de Tambaleos que tiene una referencia al final a una canción de la Violeta”.

Le dedicas un poema también.

“Sí. A veces cuando me siento muy lejos de Chile me gusta pensar que ella también lo estuvo, y también mi abuelo. Es un momento no más. Con mi gente el tiempo no es totalmente lineal, es circular. Me ayuda mucho a entenderme a mí misma. Pensar en la ancestralidad como en una línea de tiempo circular, no lineal. En un mismo espacio podemos existir al mismo tiempo. Tratar de comunicarme con ella, y con mi abuelo y con el resto de mis ancestros para mí es algo súper importante. Soy una persona súper espiritual. Creo que la poesía, pero la literatura en general, porque no escribo sólo poesía, me ayuda muchísimo a conectar con mi familia, mi historia. Por eso dentro de Tambaleos una de las fuerzas que más empuja el libro es la familia”.

Nicanor siempre evocó a Violeta, reprodujo también el “tiempo circular”. Pero además de ambos, habita un halo punk en el poemario que nos recuerda a otra Parra: a Colombina (hija de Nicanor), líder de Los Ex.. ¿La ves ahí?

“Para mí, la presencia femenina y las mujeres en mi vida son sumamente importantes. Parte de eso es crecer en una casa sumamente femenina, cuando mis papás se separaron éramos yo, mi mamá y mi gata. La Colombina es una de las mujeres que crecí admirando, como referencia estética. Creo que la estética de la Colombina es algo que me encanta. Y me acuerdo que me corté el pelo; que estúpido (risas) pero recuerdo haber conversado con mi tía que nos veíamos parecidas. Porque me hice un corte punky… Quería volver a lo de la importancia de la música: no sólo de las artes y las letras, sino la interseccionalidad ética y política. En ese sentido, para mí la música es muy importante, es un punto de partida. Antes de escribir podía escuchar música y tocar música. Crecí en una casa de músicos, y la música me ha envuelto muchísimo durante la vida”.

Alguna vez tu abuelo dijo que tenía un proyecto de anotar tus palabras, porque le llamaba mucho la atención lo que decías cuando aprendías a hablar. ¿Tenías noción de que él siempre te citaba en las entrevistas como “Lina Paya”? ¿Hizo Nicanor, alguna vez, ese libro de tus palabras?

“El abuelo escribía todo el día. Era súper transparente y jugábamos harto en su cuaderno. Creo que también fue algo bacán de hacer el inventario, muchas veces me iba encontrando con cuadernos que tenían cosas anotadas mías. Y pasa algo ahí con la memoria, son cosas que no necesariamente se acordaría de otra forma. Probablemente no me acordaría. Ahora en mi mundo personal, y mientras entro al mundo de la academia, el mundo universitario, para mí el archivo y los archivos son algo muy importante en mi vida. Los archivos son algo que subestimamos, y quizás soy obsesiva con el archivo pero es sumamente importante. Los niños dicen cosas increíbles y es algo que le robé a mi abuelo…

Una de mis cosas favoritas es sentarme, esto puede sonar súper mal, sentarme a escuchar conversaciones de otras personas. Eavesdropping (escuchando a escondidas). Me gusta sentarme a escuchar las conversaciones de la gente. La gente dice cosas súper locas en general, al día a día. Por eso me encanta escribir en el transporte público. En el metro, en la micro, en tren. Si es que hay dos personas que están teniendo una conversación uno puede estar teniendo una conversación íntima pero en el espacio público, puedes estar sentado con tu amigo, pololo, polola, donde sea, en cualquier vehículo que se esté moviendo. Se produce algo súper raro, nadie te está escuchando necesariamente. Alguien te puede estar escuchando y te están robando tus palabras”.

… Y luego se publican en un poemario…

“Sí (risas)”.