¿Qué podría empujar a una madre a abandonar a sus tres hijos? ¿Qué podría llevarla a iniciar una búsqueda espiritual en una secta del Estados Unidos de fines de los setenta? La pregunta trasciende a la lectura de Afuera, la última novela de la chilena Sara Bertrand, donde narra la historia de una familia disfuncional que queda trizada luego que su matriarca emprende su propio camino.

La trama la narra Lili: una primogénita víctima de su progenitora, quien con la segunda ola feminista como contexto la abandona en nombre de una espiritualidad que a ratos resulta demente. La secta bien podría ser el movimiento rajnísh (Osho), y su locación, esos paisajes mesiánicos de la serie Wild, Wild Country de Netflix.

En Afuera, conviven los relatos de una niña que se va convirtiendo en adolescente y los desencuentros familiares que le penan de adulta. Con Violent Femmes y las novelas de Lovecraft de fondo, Lili va dibujando su destino con el pulso tembloroso de los traumas infantiles y una sabiduría que tarda décadas en llegar.

Afuera
“Afuera” | Planeta

“Cada vez que recibo un comentario, siento tanto pudor que me sonrojo mucho y solo logro escuchar algo parecido a ‘brrrblblblebrr"”, resume Bertrand al recordar el feedback de su novela, la misma que marca un quiebre luego de un largo periplo por la literatura infanto-juvenil.

“Lo que sí puedo decir es que tenía muchísimo miedo sobre la lectura a dos voces de la protagonista, porque no sabía cómo recibirían ese coro a dos tempos, y me gustó saber que para muchos fue una sorpresa al principio, y luego, le fueron encontraron la lógica, empatizando con esa voz ausente y, muchas veces, fría de Lili adulta”, contó a BioBioChile.

(Pregunta): Afuera es un relato de los setenta/ochenta desde Chile; un tópico ampliamente abordado en la literatura local. ¿Qué tonos o lugares comunes quiso evitar en esta novela? ¿Tuvo algún resguardo de ese tipo?
(Respuesta): Ninguno, la verdad, creo firmemente en lo que decía Tarkovsky, que uno tiene que trabajar creyendo que es el primero en representar con una imagen ese fenómeno que pretende narrar. Que esa imagen narrativa es única e irrepetible. Así es que con esa fiebre escribí, sabiendo que muchas mujeres antes que mí han intentado responder la pregunta sobre cómo se construye lo femenino y masculino, en definitiva, de qué hablamos cuando hablamos de mujeres u hombres, porque está claro que los binarismos con que nos educaron, a mi generación, por lo menos, no dieron cuenta de nuestra realidad. Y ahora, sobre todo, ser hombre o mujer, en la época que vivimos, es algo sumamente complejo porque estamos expuestos a una tiranía agotadora que es la del mercado, del consumo, una era que ha demostrado un vacío gigantesco en términos de valores y búsquedas esenciales. Entonces, sobre esa complejidad quería entrar, tanteando, como un buzo ante lo inefable del mar.

Sara Bertrand
Sara Bertrand | Planeta

La novela se lee como un relato desde la disfuncionalidad familiar. En el texto, Ud. se pregunta cómo puede seguir adelante una familia que lleva “toda su vida en guerra consigo misma”. ¿Ha encontrado respuesta a esa pregunta? ¿Cuáles fueron las vías encontró su generación para superar esos pasados familiares?
(R): Las familias son apasionantes, en lo personal, me intriga mucho descubrir cómo reparten roles, ¿quién hereda la posta de los traumas?, ¿quién recibe el mandato de superarlos? Porque si miramos con detención, las estructuras familiares arman a sus integrantes de manera que los traumas se expresen y se resuelvan, un movimiento natural de la psiquie que se repite en cada uno sus integrantes, porque las familias no actúan distinto a las personas, la diferencia está en que la carga se reparte entre varios. Ahora, la de Lili es una familia que está tensionada por la separación de los padres y la huida de la madre, que pertenece a esa segunda ola feminista que quiere salir de casa, trabajar, buscar su destino profesional, en fin, hacer una vida propia. De todas maneras, la libertad no es una virtud que se reparta fácilmente entre las familias, generalmente, los integrantes que la buscan son tachados de raros, excéntricos, locos, es una guerra casi siempre silenciosa y, por lo mismo, más dura de sobrellevar para quien se emancipa.

(P): ¿Cómo cree que se ha retratado el abandono de las madres en la literatura chilena? ¿Tomó ejemplos de otros libros para su relato?
(R): El abandono es una enfermedad que arrastra nuestra sociedad y no hablo solo de las madres, sino de los padres, sostenedores, quienes están a cargo de esas niñas o niños que crecen. Ahora, lo bonito de la infancia es que se sobrevive a casi todo, basta mirar las guerras para darse cuenta del heroísmo que demuestran tener los niños, salen a la calle, buscan comida, de esa grandeza la literatura ha dado muchas muestras, está ese bello libro de Roman Gary La promesa del Alba, o, de otra época, pero la misma ausencia, Mark Twain y Huckleberry Finn. No sé si lograremos sentirnos tranquilos con esa conversación alguna vez, tendríamos que alcanzar cierta madurez social para que este tipo de enfermedades comiencen a decaer. Un par de décadas atrás, la opción de no tener hijos en el contexto de una vida de pareja no era aceptado socialmente y ahora, sí. Eso me parece una buena muestra de sanidad mental, porque tener hijos es una responsabilidad gigantesca y debe asumirse como tal.

Ahora, para el caso particular de la escritura de Afuera, no tomé un libro particular sobre este tema, porque mi foco estuvo en representar qué es ser mujer, cómo se llega a serlo de manera que esa definición no apriete ni ahogue.

Librería Catalonia
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(P): Alguien podría pensar que esta novela cuestiona el abandono de la madre, pero en entrevistas previas Ud. ha defendido el derecho de las mujeres de esa generación a “salir de la casa”. ¿Comparte las decisiones que tomó esta madre?
(P): Siempre es difícil ser la punta de la lanza y a la madre de Lili le toca salir de casa. La he defendido porque los cambios no se producen sin dolor, uno sangra por muchas partes cada vez que abandona algo, y en el caso de la madre de Lili, ella es una mujer que quiere desarrollarse fuera del contexto de la casa, quiere ser plenamente y se lanza en esa búsqueda. Ahora, su camino es extenuante y, al mismo tiempo, heroico, porque muchas cosas le salen mal, no recibe apoyo de nadie y su familia, su círculo más íntimo, le da la espalda. Y pienso que en circunstancias menos dramáticas, quizás, a muchas mujeres que intentaron su propio camino, les sucedió algo parecido. Solo que en Afuera yo quería acentuar el efecto de artificio, de construcción literaria, y la expuse a muchas pérdidas.

(P): El perfil que elabora sobre Lili tiene mucho con ver con la mujer contemporánea: juega fútbol, es independiente y no responde a un código binario. ¿Fue consciente esta decisión? ¿Cree que hay más puentes en común entre esta generación de mujeres y la que representa Lili?
(R): Los tiempos no son unidades cerradas, se cruzan, se mezclan y Lili convive con el tiempo de su abuela, su madre, pero también del de ella y de la que va a ser en el futuro. Entonces, en su caso particular, y siguiendo una de las ideas que me interesaba representar, de cómo se transmite la memoria histórica en una familia y sus traumas, ella viene de una abuela que quiso ser independiente, ir a la guerra sin pensar en el matrimonio y, sin embargo, termina casada, asumiendo una vida convencional. Así es que Lili recibe el mandato de esa libertad y se permite ser distinta, hacer lo que le guste, aun cuando la critiquen o las madres de sus amigas la vean con malos ojos. En ella necesariamente deben resolverse esos tiempos históricos, llegar a un equilibrio entre la idea de lo que se espera de una mujer y lo que ella en definitiva resuelve llegar a ser.

Ha defendido la idea que la “transcripción de recuerdos de infancia” no es literatura, y que esta necesita del elemento ficcional para su función. ¿Por qué cree esto?
(R): Lo que defiendo es la parte inventada, en el sentido de que la literatura se compone en gran medida de ficción. Si hablamos de transcripción de recuerdos de infancia o memoria, en el “cómo la recuerdas” y “cómo la narras” está la diferencia de las versiones sobre un mismo hecho. Porque puedes intentar narrar tu vida, pero seguro habrá quien te refute que las cosas no sucedieron de la manera en que lo recuerdas y, por eso, cuando he usado imágenes personales de infancia o memoria (como me sucedió con Álbum familiar, por ejemplo), intento expresar la emoción que guarda esa imagen, su hueso, y no apegarme a los “hechos” porque quizás lo que recuerdo es una mentira. La memoria es engañosa, aleatoria casi siempre, tiene sus formas de recoger fragmentos, lo mismo sucede al recordar, mezclamos, componemos, muchas veces, nuestros recuerdos en sí son una construcción y no “lo que sucedió”. Entonces, me parece que las emociones o ideas que quedan inscritas en una imagen, son más seguras. Una puerta de entrada más literaria, si quieres, pero más cierta a esos recuerdos y eso, ya es parte de lo narrativo.

Sara Bertrand
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(P): No pocos libros de literatura chilena se basan casi sólo en recuerdos y vivencias personales, dejando poco espacio para la ficción o la construcción de otras realidades. ¿Qué serían estos libros, entonces? ¿Quedarían al margen de la literatura?
¡Son literatura, por supuesto! Cuando defiendo la parte inventada, lo que afirmo es que la literatura puede componerse de experiencias, traumas, experiencias lectoras, recuerdos, incluso, conversaciones de otros, experiencias de otros, en fin, el material puede rozarte íntimamente, pero al escribir, siempre darás un paso hacia ese territorio fronteril que es cuando un escritor, o compositor, se permite narrar la historia como se le dé la gana, desde el punto de vista que quiera, acercando el lente a un fenómeno y apartándolo de otros.

A 50 años de Woodstock y la revolución sexual y cultural, uno podría leer Afuera desde la liberación hippie, y sobre cómo una mujer se encamina hacia la liberación de su conciencia. ¿Cree que quedan autocríticas y reflexiones pendientes de esos protagonistas?
Jajajaja, ¡me encantaría que se leyera la novela como un eco de liberación hippie! Yo misma a veces me siento una outsider en este orden social en que vivimos. Ahora, siendo honesta, fui muy aplicada en proponer una conversación sobre lo femenino y masculino, sin aleccionar sobre sus resultados, porque si somos serios, digo lo suficientemente serios como para plantearnos el tema, nos daremos cuenta que este es un tema sin resolver. ¿Qué es lo femenino y masculino? ¿Qué espacios les son propios? ¿Existen? Las mujeres siguen muriendo a causa de la violencia masculina, ¿por qué?, ¿qué sucede con esos hombres que asesinan a sus parejas? Digo, en esa enfermedad social sí que habría que entrar y destapar la tremenda caja de Pandora que es.