A través de una obra en que las marionetas pequeñas pierden el protagonismo -el perfil original de Silencio Blanco-, esta importante compañía recorre los faldeos de una tragedia. Una donde murieron congelados 44 conscriptos y un sargento, en un vergonzoso episodio de abuso de poder y descriterio de oficiales del Ejército de Chile.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

Esta vez “Antuco” (Agua y sol, en mapudungún) se aventura con un episodio muy reciente de la historia contemporánea del país. Ocurrió el 18 de mayo de 2005. Desde ahí los realizadores hacen un ejercicio de memoria y reflexión sobre el accionar del mundo uniformado. El estreno de esta obra, que nació hace tres años, coincide con la conmemoración de los 50 años del golpe militar.

En este sentido, Silencio Blanco también varió su manera de trabajar, asentada en relevar en sus propuestas formas socio-culturales tradicionales que buscaban rescatar del olvido -“De papel”, “Chiflón, el silencio del carbón”, “Pescador”-, sin desconocer que también existen tradiciones en la vida militar.

Antuco
Ignacio Martínez

Sin embargo, el cambio más notorio de Silencio Blanco, iniciado en “Pescador” y acentuado en “Antuco”, es el mayor protagonismo actoral sin las mariometas del equipo, esta vez dejando en plano más que secundario a las expresivas esculturas que manipulan.

Una opción artística legítima que necesita recorrer un trecho mucho más largo para desarrollar su potencialidad de conjunto, porque compromete lo coreográfico y lo actoral en su relación con esa cualidad destacada de Silencio Blanco de dotar a sus producciones de la calidad del movimiento, sencillez y profundidad que como marionetistas traspasaban a los muñecos.

Antuco
Ignacio Martínez

Ficción y crónica real

Mediante relatos de marionetas-personas mayores que se reúnen para fortalecerse en la soledad de sus pensamientos y vivencias transcurre esta propuesta sobre la tragedia en los faldeos del volcán Antuco, mediante hombres y mujeres que exigieron aclarar los hechos y castigar a los responsables.

La crónica real dice que cinco compañías del Regimiento Reforzado N° 17 “Los Ángeles” fueron obligados a realizar una desastrosa caminata de 24 kilómetros por el volcán Antuco, a dos mil metros de altura, en la Región del Biobío, al finalizar un ciclo de formación de combate.

Pese a que al mayor Patricio Cereceda se le advirtió de las malas condiciones climáticas, igual ordenó una marcha que no afectó a las dos primeras unidades: poco después, más de la mitad del batallón era violentamente envuelto por una tormenta de nieve que atrapó a 44 conscriptos y un sargento.

Dos detalles se habían omitido: además de no tener todavía el entrenamiento para sobrevivir en geografías extremas, los soldados no iban con equipamiento de montaña y nieve, lo que delata el predominio del ejercicio de la autoridad viciado por la irracionalidad y la irreflexión de los mandos, disfrazado de valentía y patriotismo.

Antuco
Ignacio Martínez

Confrontación y desigualdades

Es interesante y valioso que la propuesta de Silencio Blanco no sólo exponga una conducta circuntancial en esta tragedia -el concepto de la obediencia en un episodio traumático-, ya que también la instala como un comportamiento permanente que forma parte de la estructura interna de la vida militar.

Y como en obras anteriores, Antuco pone en escena esa confrontación desigual que implica enfrentar la fragilidad humana con el volcán Antuco y la Cordillera de Los Andes, dos referencias impresionantes y entidades poderosas de la Naturaleza .

Así, tanto las marionetas como el elenco exteriorizan esas conductas y motivaciones, cada uno en su dimensión y alcance: los cuerpos-objeto, movidos a veces por tres y cuatro manipuladores, logran generalmente que lo delicado y sugerente cree el universo humano atractivo, entretenido y potente que identifica a Silencio Blanco, tanto en sus desplazamientos alrededor de la mesa de madera como en ese tejer el tiempo presente, pasado y futuro que se adhieren a la lana y al vestuario.

Distinta es la performance del elenco al exteriorizar coreográficamente la marcha, la convivencia del servicio militar, el “jugar a la guerra” de niños y niñas y la idealización de ésta en las películas, denunciando la naturalización de la prepotencia de la oficialidad que en los regimientos tiene por costumbre identificarse con esa falsa metáfora de “escuchen la voz del amo” frente a conscriptos que provienen de sectores sociales pobres y rurales.

En este montaje predomina su gestión corporal, vinculada a la danza y a la expresividad física, un ámbito donde la compañía necesita mayor preparación para alcanzar un despliegue y precisión que se articule con el alto nivel que exhibe el trabajo con las marionetas.

Antuco
Ignacio Martínez

Antuco

Dirección artística: Santiago Tobar
Producción creativa: Dominga Gutiérrez
Intérpretes: Camila Pérez, Camilo Yáñez, Consuelo Miranda, Marco Reyes, Marión García
Realización de marionetas y escenografía: Santiago Tobar

Diseño escénico: Belén Abarza
Diseño sonoro y composición musical: Ricardo Pacheco
Fotos y registro audiovisual: Ignacio Martínez Comunicaciones: Loica Cultura & Comunicación
Diseño gráfico: Daniel Hanselmann
Finaciamiento: Fondart

GAM
Sala B1
Jueves a sábado, 20.00 horas; domingo 19.00 horas.
Entrada general $ 7.000; personas mayores $ 5.600; estudiantes $ 3.500.
Hasta 3 septiembre 2023.