Dictadura: Régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y libertades individuales (RAE).

Golpe de estado: Destitución repentina y sustitución, por la fuerza u otros medios inconstitucionales, de quien ostenta el poder político. (RAE)

Un gobierno militar: Es un tipo de gobierno encabezado por uno o más militares. Los gobiernos militares son establecidos mediante formas ajenas a la constitucional, ya sea en reacción a una crisis de un gobierno tomándolo en sitio, como por un golpe de Estado por diversos motivos a no ser que se trate de sociedades militaristas. (Wikipedia)

Contingencia chilena

Hace unas Semanas se dio conocer una nueva encuesta Cadem. En ésta, se hicieron varias preguntas sobre el régimen encabezado por el General Augusto Pinochet entre 1973 y 1990. Entre ellas, se preguntó si lo denominaban dictadura o gobierno militar. Y si llegó al poder a través de un golpe de Estado o de un quiebre institucional.

Entre los resultados de dicha encuesta, un 56% denomina dictadura a la etapa de Pinochet en el poder y un 41% como gobierno militar. Un 71% denomina lo ocurrido el 11 de septiembre de 1973 en Chile como un Golpe de Estado y un 26% como un quiebre institucional

¿Una diferencia cultural, de lenguaje o política?

De acuerdo a las definiciones citadas arriba, a mi juicio, no debiera haber dudas. En Chile se produjo un golpe de estado, hubo una dictadura con un gobierno militar.

Si aceptamos que esas definiciones son aceptables, nos debiéramos preguntar por qué se producen esos resultados en la encuesta (suponiendo que las preguntas fueron bien formuladas).

La primera, y probablemente la más simple, es que no todos tengamos claras las definiciones de estos conceptos. Sería un tema de educación, de explicar bien lo que significa cada término.

Los problemas se tornan más complejos cuando inciden otras variables. Una sería entender el mundo desde una trinchera (política, religiosa, racial, social, etc.), donde acepto y defiendo gran parte de lo que hace “mi” sector o grupo con el que me identifico, sin autocrítica. Entonces, los golpes de estado, las dictaduras, solo pueden realizarlas nuestros adversarios. Este factor afecta a personas de casi todos los sectores políticos. Y, siendo así, los resultados de la encuesta Cadem serían mucho más altos a la hora de definir todas las dictaduras como dictaduras, y todos los golpes de estado como tales. Por ejemplo, si se suman a quienes no consideran, entre otras, dictaduras las existentes en Corea del Norte, China y Nicaragua.

El punto anterior resulta particularmente grave, porque, en esencia, mostraría una falta de un marco general común de convivencia en el país. Una base de convivencia con valores, normas, reglas y conceptos básicos en los que estamos de acuerdo. Y, más grave, mostraría una fuerte fragmentación social.

Vinculado a lo anterior, hay un matiz cultural. Es entender la sociedad como una pugna de grupos -sociales, culturales, raciales, etc.- donde las leyes, los conceptos, determinados temas, no se aplican de la misma forma para todos. LA diferencia que pudio haber entre españoles, mestizos e indígenas. Entre inmigrantes durante el siglo XIX, en una escala donde estaban, por ejemplo, primero alemanes e ingleses, luego italianos y finalmente españoles. Algo que se puede replicar entre santiaguinos y provincianos (y entre provincianos). Entre quienes tienen ciertos apellidos y el resto.

Puede ser algo tan internalizado que no se entiende como una estrategia, como un resabio de la Guerra Fría. Que no se cuestionan como discriminaciones.

En esa línea, puede haber un cuestionamiento a los Derechos Humanos por el hecho que determinados grupos en el país creen haber nacido con ellos asegurados. Y otorgarlos al resto es perder privilegios.

Los resultados de la encuesta también podrían incorporar consecuencias de un alto grado de individualismo, donde la realidad se “acomoda” a los intereses personales, sin una mirada de sociedad. Una donde los Derechos Humanos solo son importantes cuando me afectan directamente.

Como sea, entendiendo que hay muchas más variables y que no inciden de la misma manera en cada persona, la situación demuestra una preocupante fragilidad de nuestra democracia. Como de una falta mínima de cohesión social.

Los resultados no son tan distintos a los de los años 2000. Es un retroceso de 20 años.